En su malogrado mensaje de año nuevo Peña Nieto enumeró sus llamadas “reformas estructurales” impulsadas desde el “Pacto por México” como una de las medidas con las cuales este año que inicia mejorará la economía de los mexicanos.

Desde luego al soportar escucharlo pensé en la correspondiente al tema de la transparencia, que incluye lo relacionado con la protección de los datos personales y los archivos y me dije molesto que debe pensar que somos tontos. Es así sencillamente porque tal reforma está incompleta en cuanto a que no se han aprobado las llamadas leyes secundarias.

Recordemos y citemos literalmente el artículo segundo transitorio del decreto respectivo. Dice que “El Congreso de la Unión deberá expedir la Ley General del Artículo 6o. de esta Constitución, así como las reformas que correspondan a la Ley Federal de Transparencia y Acceso a la Información Pública Gubernamental, a la Ley Federal de Datos Personales en Posesión de los Particulares, al Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales, a la Ley General del Sistema de Medios de Impugnación en Materia Electoral y los demás ordenamientos necesarios, en un plazo de un año contado a partir de la fecha de publicación del presente Decreto.” (7 de febrero de 2014).

Y fieles a la costumbre de hacer las cosas “al cuarto para las doce”, los senadores están por agotar ellos solos dicho plazo, si es que entendemos que el “Congreso de la unión” incluye a la cámara de diputados que en su calidad de colegisladora tiene que revisar lo que apruebe primero el Senado y regresarlo para su “expedición” y casi agotar el proceso legislativo.

El caso es que a un mes de que se cumpla el plazo fatal, severos cuestionamientos se han hecho a lo que hasta ahora han presentado los senadores, consistente en una iniciativa de Ley General de Ley General de Transparencia y Acceso a la Información.

Entonces presumir las llamadas “reformas estructurales” cuando ni siquiera están consolidadas es, por lo menos en el tema de la transparencia, vil demagogia.

Sobre todo si es que nos ponemos a profundizar un poco más por lo menos en dos sentidos que desde este espacio hemos estado insistiendo. El primero con lo relacionado a las otras dos leyes generales que tendrían que emitirse también y a las que al parecer no se ha dedicado tiempo y el segundo respecto a que lamentablemente la dichosa reforma estará llegando a todas las entidades federativas hasta dentro de un año más.

Cuando la reforma da la facultad al Congreso (Fracción XXIX-S del artículo 73), “Para expedir las leyes generales reglamentarias que desarrollen los principios y bases en materia de transparencia gubernamental, acceso a la información y protección de datos personales en posesión de las autoridades, entidades, órganos y organismos gubernamentales de todos los niveles de gobierno.” y (Fracción XXIX-T), “Para expedir la ley general que establezca la organización y administración homogénea de los archivos en los órdenes federal, estatal, del Distrito Federal y municipal, que determine las bases de organización y funcionamiento del Sistema Nacional de Archivos”; y el citado segundo transitorio dice que se deben expedir “…los demás ordenamientos necesarios, en un plazo de un año contado a partir de la fecha de publicación del presente Decreto”, se entiende que son tres leyes generales, una para el Derecho de Acceso a la Información Pública, otra para la Protección de los Datos Personales y una tercera para los archivos.

Y lo que tenemos es un déficit de producción legislativa casi cínico en la materia, del que parece nadie se hace responsable.

Ahora, suponiendo que milagrosamente sí se tengan dichos ordenamientos o por lo menos uno, con todas sus deficiencias y crueles retrocesos, todavía para que esto se manifieste en las legislaturas locales tendría que atenerse al plazo de un año más. Partiendo de experiencias similares y de que nuestros legisladores locales estarán más interesados en el proceso electoral federal y las campañas proselitistas en estricto, está claro que si se avocan al tema sería en el segundo semestre del presente año.

Como sea, a trompicones, con piedras en el camino se avanza en la materia sin duda. ¡Pero cómo cuesta hacerlo cuando la cultura política imperante es la de la opacidad!

Ojalá, para bien de este asunto y muchos más, los electores nos den en la jornada electoral de junio, una cámara de diputados federal con personas realmente comprometidas con la democratización mexicana y no los clásicos diputados que sólo llegan a lucrar con el cargo.

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