Vaya sorpresa. De confirmarse la victoria de Morena y los partidos que forman la 4T viviremos en una realidad política muy distinta a la imaginada: la presidencia, la jefatura de gobierno y los congresos bajo el control único de los triunfadores.
A pesar de los informes sobre irregularidades en el procesamiento de datos, los resultados difundidos aún no han sido impugnados. Su esclarecimiento obliga a una pronta investigación del árbitro para darle legitimidad a una jornada electoral atípica y confusa.
Si Claudia Sheinbaum y Morena efectivamente arrasaron y cuentan con el respaldo de una mayoría enorme de ciudadanos, los demócratas hemos de aceptarlo aun si se nos dificulta entenderlo.
Nos toca prepararnos y revisar los errores cometidos, las insuficiencias cuyo conocimiento crítico es indispensable para enderezar el rumbo y triunfar con perseverancia en la siguiente oportunidad.
De la etapa que termina me parece censurable el intervencionismo presidencial violatorio de las leyes electorales y la complaciente actitud del INE, incapaz de sancionarlo, al igual que las cometidas por el TEPJF y por todos los partidos políticos que claramente estuvieron fuera de la ley, exceptuando Movimiento Ciudadano.
Claudia Sheinbaum tiene todo para hacer un buen gobierno si se rodea de un equipo comprometido con el bien del país y con la gestión de soluciones a los urgentes problemas de violencia, inseguridad, salud, gestión del agua y medio ambiente. En la misma medida habrá que exigirle resultados.
Quien por vocación y trayectoria se formó en el rigor de la ciencia y el respeto al conocimiento, es deseable que asuma rutas y métodos que le permitan tomar decisiones informadas en mayor medida que el gobierno actual.
Un primer reto para la futura presidenta será evitar conducirse de manera facciosa, parcial, intolerante, insensible o decidida a ignorar y acabar con las minorías.
La pluralidad es importante y necesaria. Más de 130 convenios y tratados internacionales suscritos por México exigen la cláusula democrática, la existencia de organismos autónomos y la defensa de los derechos humanos. Señales prontas y oportunas de prudencia y sensatez han de primar sobre los desbordamientos de cualquier expresión de radicalismo político.
Un congreso cuya composición anticipa fuerte respaldo a sus propuestas —incluso para cambiar la Constitución— deberá actuar también con enorme mesura. Los mercados son un contrapeso real y no les gusta el poder político absoluto, lo cual quedó evidenciado el lunes con una caída de la BMV y el incremento en el precio del dólar que casi llega a 18 pesos. La virtual continuidad del secretario de Hacienda es oportuna, pero no bastará para calmar la inquietud de los mercados.
El tiempo de Claudia para desplegar cada uno de esos primeros compromisos ha comenzado, ello implica establecer coincidencias y diferencias con los modos de su antecesor. La democracia es inclusión, no exclusión ni descalificación a quien piensa diferente. Tienen vigencia las palabras del jurista Castillo Velasco (siglo XIX), quien afirmaba que en la elección las mayorías se imponen a las minorías, pero el gobierno es para todos.
Otro de los retos del nuevo gobierno son los excesos en el control de la violencia. Superarlos dentro de la ley y la Constitución plantea un reto enorme. Preocupa la noticia de más de 400 ejecuciones cometidas por integrantes de las fuerzas armadas.
En materia de justicia, no coincido con la elección popular y directa de ministros de la SCJN, puede traer más retrocesos que avances y representaría un deterioro en la división y la separación de poderes, en la justicia y en la constitucionalidad de los actos de gobierno. Una medida así podría llenar los juzgados y los tribunales de incapaces e incompetentes y generar mayor rezago y corrupción.
Finalmente, a la oposición le espera un trabajo de análisis y autocrítica, atreverse a saber en qué falló. Sin capacidad de reconocerlo varios partidos carecerán de futuro.
Fuente: El Universal