Joel Salas comparte en Facebook un breve texto que dice: “#INAIinforma. Destinará INAI 10 millones de pesos programados para difusión, al fondo de reconstrucción de vivienda para afectados por sismos.”

Cincuenta y un likes y corazones, más nueve “comentarios” tiene y entre ellos el mío.  Todos son de merecidos aplausos y felicitaciones por la medida, excepto el mío.

Yo he escrito ahí y compartido después las siguientes líneas: “Lo cual querría decir que no es tan prioritario ese rubro (el de “difusión”).  O sea que se puede prescindir de él y buscar, más que hacer simple publicidad, verdaderamente socializar el DAI (o sea el Derecho de Acceso a la Información pública) y la PDP (o sea la Protección de los Datos Personales).  Innovar buscando vías para divulgarlos, implementar pedagogía alternativa para que se utilicen y en su caso se defiendan estos derechos fundamentales…” Sólo un like tiene mi comentario que puede ser incómodo al no sumarse al regocijo y el aplauso.

Pero es que lo nuestro es la crítica, o sea el ejercicio de reflexión que da la libertad.

Porque el debate respecto a “destinar” dinero púbico al noble propósito de ayudar a los afectados por los sismos está realmente en la arena de lo político electoral, entre las diferentes fuerzas partidistas y el instituto Nacional Electoral (INE).

Andrés Manuel López Obrador, para gusto o disgusto de sus seguidores o sus detractores respectivamente, marcó el inicio del mismo planteando desde el 14 de septiembre que propondría a su partido “…destinar el 20% del gasto de campaña de 2018 para los damnificados del istmo y del sureste del país.”

Benito Nacif, Consejero del INE, presidente de la Comisión de Prerrogativas, inmediatamente señaló que eso no era posible legalmente hablando.  Concretamente señalo que no pueden usarse “los recursos públicos para donativos o para fines que no sean partidistas.”

Vino el día que cayó un segundo rayo en el mismo sitio (para aludir el sentido poema de Juan Villoro en Reforma) “Donde la tierra se abre y la gente se junta…”  O sea el sismo del 19 de septiembre pasado y el dirigente nacional del PRI, Ochoa, declaró que ellos propondrían “…donar dinero de las campañas, sin simulación, ni oportunismo.”  Y hablo incluso de un 50%.

Entonces el INE, ahora en voz de su presidente, el desprestigiado Lorenzo Cordova, dijo que sí era posible hacer eso.  De alguna manera la decisión del Pleno del INAI, demuestra que no habría ilegalidad alguna si se hacen bien las cosas administrativamente hablando.

Así el testarudo y astuto, pero sincero, AMLO, insistió en el asunto aceptando que fuera el 50%, pero no porque lo dijera Ochoa, sino porque se lo habría reclamado Elena Poniatowska.

En esas estábamos cuando los dirigentes nacionales de los partidos que conformarían para el próximo proceso electoral el llamado Frente Ciudadano por México, PAN,PRD y Movimiento Ciudadano, entraron al debate rompiendo el cuadro. Su propuesta, destinar el 100% del “financiamiento público de los partidos políticos” a los damnificados.  Así como un “verdadero programa de austeridad”.

No tardó AMLO en responderles diciendo que acepta, y que en dicho programa de austeridad, que recordó él ha venido proponiendo siempre, se incluya la suspensión de las pensiones vitalicias a los ex presidentes y disminuir a la mitad los salarios de los altos funcionarios públicos; entre los que seguro también incluiría a los Comisionados del INAI.

¡Se imagina usted qué pasaría si en verdad los partidos políticos asumieran ese acuerdo!  ¿No, verdad?  Es impensable un harakiri político de esa naturaleza.

Cuánto de demagogia hay en algunos de los planteamientos mencionados, incluyendo el del INAI, es la pregunta que tenemos que resolver considerando lo que señaló IKram Antaki, en su Manual del ciudadano contemporáneo, (Ariel, 2000), en el capítulo que titula “La democracia y la demagogia”, cuando dice que éstas, la democracia y la demagogia son como hermanas gemelas y por lo tanto es fácil confundir a un demagogo con un demócrata.

Veamos, cómo se clarifican un poco las cosas y quién sabe si seguirían los aplausos a la decisión del Pleno del INAI, cuando leemos en el comunicado correspondiente que: “El Instituto (concretamente) se suma al Fondo de Ayuda para la Reconstrucción de Vivienda creado por el Senado de la República en coordinación con la banca de desarrollo.”  Prometiendo que “Este Fondo operará con absoluta transparencia y en estricto apego a los criterios de rendición de cuentas.”

Tendrían que empezar, pienso yo, ciudadano de a pie, para que realmente haya accountability, justificando por qué precisamente de esa partida y no de otra, como viáticos por ejemplo.  Así es la verdadera rendición de cuentas según Schedler, tienen que responderse las preguntas incómodas.

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