Si queremos darnos una idea aproximada de cómo empezará a funcionar el combate a la corrupción, una vez que esté operando nuestro Sistema Nacional Anticorrupción, próximo a estrenarse, basta echarle un ojo a la delegación Miguel Hidalgo, en la Ciudad de México.

Durante el último año se han estado exhibiendo en Youtube las aventuras del denominado City Manager de esa delegación, derivadas de su esfuerzo de poner un poco de orden urbano. La mayoría de los episodios video grabados tienen que ver con la aplicación de sanciones ante infracciones administrativas detectadas en flagrancia.

En la Ciudad de México todo mundo puede hacer, con una probabilidad de sanción casi inexistente, lo que se le antoje en o con la vía pública y cometer cualquier tipo de infracción administrativa reconocida así por la ley local: orinarse en cualquier lugar, apropiarse de la vía pública, hacer fiestas en la calle, hacer ruido o escuchar música a todo volumen o, simplemente, vender, tirar o rentar lo que se le venga en gana.

En el marco de este infierno, el que alguna autoridad local haya tenido la iniciativa de atreverse a poner orden es algo que se agradece y está ganando el reconocimiento social de la gran mayoría de ciudadanos que por décadas hemos soportado el desorden de unos cuantos. Es entendible que dicha simpatía no la comparten los ciudadanos sancionados, pues, por principio, ellos fueron los primeros “corruptores” del orden legal y, claro, muchos de ellos argumentarán lo que sea y mentirán cuanto sea con tal de hacerse pasar por “víctimas” y tratar de eludir el cumplimiento de la ley.

Lo curioso e inquietante es que, entre las principales resistencias ante este esfuerzo de orden social, se encuentran, obviamente, las mafias organizadas de la ciudad, pero también algunas de las propias instituciones y agentes que existen, precisamente, para poner orden.

Ya no hablemos de la falta de apoyo de la policía, las grúas y los jueces, para quienes la aplicación de infracciones conforme a derecho es un terreno casi virgen. Dramático es que, en su momento, nuestras tres instituciones capitalinas de avanzada en materia de lucha por los derechos humanos, a la información y a la no discriminación  se pusieron a defender a los infractores en lugar de a los que intentaban sancionarlos. Ese error abrió una amplia puerta de esperanza a los infractores para poder amparar y disfrazar un acto de autoridad como una violación de derechos.

El colmo es que hace apenas unos días, como resultado de un conflicto donde el City Manager delegacional exhibió al Titular del Instituto de Verificación Administrativa de la Ciudad de México en un presunto acto de tráfico de influencias el que renuncia al cargo es el primero, ¡en lugar de que fuera el segundo!

Esto nos debe invitar a la reflexión acerca de qué tan preparados y dispuestos están los titulares de nuestras instituciones para cumplir y hacer cumplir los contenidos de lo que será el Sistema Nacional Anticorrupción. ¿Tendrán el nivel  y la actitud requeridos para semejante reto?

No es posible que el Jefe de Gobierno de la Ciudad se mantenga ajeno a la mala señal social que envió su empleado con la conducta irregular en la que lo “cacharon” y video grabaron. Hasta por simple defensa propia de aparentar como que sí le importa combatir la corrupción y conservar con dignidad algunos votos debería aplicar un castigo ejemplar.

No es posible que nuestras instituciones estrella en temas de vanguardia, por simple novatez, se inclinen a apoyar el lado oscuro de la fuerza tan fácil y tan rápidamente. Y eso que hasta ahora se ha tratado de corruptos que transitan en sentido contrario o le mientan la madre a la policía. ¿Qué podremos esperar cuando tengan que pronunciarse contra corruptos de gran calado?

Combatir la corrupción, nos enseñó (mientras duró) el City Manager, no es tarea fácil, y así deben entenderlo los que dirigen las instituciones. Para comenzar a poner orden no nos sirven demasiado los románticos protocolos de derechos humanos que se han redactado desde cómodos escritorios; algo así como:

  • ¿No gusta usted subirse a la patrulla, estimado infractor?
  • ¿No será mucha molestia?
  • No, no es ninguna, pase usted
  • Después de usted

Materializar nuestro futuro Sistema Nacional Anticorrupción necesitará de una nueva actitud y el esfuerzo de nuestros servidores públicos para tomarse en serio el papel de vigilantes y responsables del orden y los recursos de todos.

Necesitamos funcionarios que no tengan el hábito de usar el poder para favorecer ilegalidades de amigos o vecinos, servidores públicos que tengan la capacidad de controlar sus impulsos por ganarse, a toda costa, la simpatía mediática o electoral y que sepan decirle al ciudadano, cuando sea el caso,  “lo siento, eso no es discriminación, no es violación de tus derechos ni es una afectación a tus datos personales, es, simplemente, una merecida consecuencia de tu conducta ilegal”.