Constructor de Instituciones, es una obra de Alonso Lujambio, orgullo del ITAM, comentada por sus críticos. Un libro para reflexiones y debate. En uno de los ensayos se le reconoce su pasión por las instituciones, el Maestro Alonso Lujambio se dedicó a estudiar diversos tópicos del Congreso de la Unión, que consideraba pieza clave en la transición a la democracia de México. El Maestro señalaba que durante el siglo pasado, el Congreso había sido comparsa del Poder Ejecutivo debido al control monopólico que tenía el partido del régimen y su líder, el Señor Presidente, sobre todo el andamiaje institucional que se fraguó. El cuadro político posrevolucionario produjo poderes legislativos inhibidos, incapacitados y sin estímulos para echar andar el poder que la Constitución les había asignado. La irrelevancia política del Poder Legislativo derivaba del hecho que el Presidente podía gobernar solo y desplegar sus políticas públicas sin necesidad de acuerdos o siquiera interlocución con otras fuerzas políticas. Argumentaba que la precaria institucionalidad de la Cámara de Diputados ha sido producto, en parte de la regla de no reelección, porque impedía que hubiera incentivos para que la clase política emprendiera una carrera parlamentaria, condicionándola solo a ser un escalón para acceder a cargos en el Poder Ejecutivo que era el políticamente relevante. En otro ensayo, Congreso y transición, reconocía que la democratización del sistema político en los últimos 10 años del siglo pasado y los primeros del presente es innegable. La pluralidad política engendrada por las múltiples reformas electorales transformó el peso específico del Congreso de la Unión en la dinámica de la vida política del país. El Maestro Lujambio, reconoce tres diferentes etapas de la historia reciente: 1977-1988 periodo de la construcción de la pluralidad. 1988-2000 la transición democrática. Del año 2000 en adelante, periodo democrático. En sus palabras, de 1933 a 1988 la discusión de las leyes no estuvo en el recinto legislativo, en ese periodo, el Poder Legislativo capituló, decidió no ser un poder efectivo.
En nuestros días, que estamos en vísperas de elegir a nuestros representantes a la Cámara de Diputados, las propuestas sobre construir instituciones que consoliden nuestra democracia, no las escuchamos. Las negociaciones del Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF) han prostituido y denigrado la labor de muchos legisladores. Hoy si escuchamos que “bajaran” recursos para los más necesitados, que apoyaran con pavimentaciones y servicios básicos a las colonias populares, que construirán escuelas, que apoyaran a los defraudados, que defenderán nuestra riqueza natural, que mejorarán el salario y las condiciones de vida. Sin embargo, no se dice cómo, con qué, cuándo, de qué manera. Las promesas incumplidas durante décadas siguen vigentes en su vocabulario. El PEF es por hoy su instrumento para promocionarse en las comunidades y tratar de ser elegidos a otro puesto de elección popular, cobrándoles después la factura con la engañifa de ¡Yo sí cumplo! Esto lo ha colocado en la cúspide de la corrupción al ser señalados como los cabilderos de los mentados y traídos “moches”, que además, incluye al contratista.
En Oaxaca se llevó a cabo recientemente un debate con los candidatos del Distrito electoral No. 8 que contempla a varios Municipios de la zona conurbada de la capital. Ninguno de ellos propuso construir, revisar o modificar instituciones para que nuestra democracia funcione y sea una realidad. Ninguno hizo suyas las propuestas de su partido a nivel nacional, mostrando su desconocimiento de los problemas nacionales que atraviesa el país, tal pareciera, que lo único que importa es estar bien con sus electores de la región. Dieron muestra que desconocen las funciones que tiene la Cámara de Diputados consagradas en la Constitución General. También no enfrentaron el descontento social, nadie se pronunció por mejorar la gestión interna que hoy rige a la Cámara de Diputados, que al decir de varios estudios académicos y de la sociedad civil, está en mayor descredito y en mayor opacidad. Hoy en Oaxaca en el distrito electoral número 8, no hay por quién votar, con MAYÚCULAS.
La Cámara de Diputados, al menos si hablamos de esta Legislatura, no saco la casta, al contrario puso en la mesa varias estratagemas de regresión en varios temas, jugando en contra de la democracia. Los diputados y diputadas por Oaxaca, solo se les ve entregando obras en las comunidades, pero nada del cumplimiento de sus promesas de campaña. Hoy varios de ellos están apoyando a sus candidatos, entre los que se encuentran familiares y parientes, para perpetuarse en el poder y darse paso, a alcanzar el próximo año, algún puesto de elección popular en lo local. Por eso debemos subir la exigencia a nuestros candidatos y si no responden, anular nuestro voto. Solo así, desde diferentes trincheras y ángulos de opinión, podremos impulsar otra reforma política-electoral donde ser Diputado o Diputada sea un honor, sea un escaño para personas preparadas, sea un espacio para competir entre los mejores.
Las reflexiones encontradas en este libro, lamentablemente siguen vigentes, queda claro, que la oligarquía partidaria es la que tiene el destino de los legisladores en sus manos, se ha privilegiado la partidocracia en detrimento del vínculo democrático entre electores y elegidos. Esto tiene que cambiar, y esta elección tendrá que ser el punto de partida. Es cuanto.