En México cuando se habla del carácter “nacional” de algo, se entiende más bien como el centralismo consolidado durante el Priato, que no se pudo romper con la alternancia panista en la presidencia de la república y que ahora con el peñismo parece regresar aún más feroz.

Y de ello no se salva la llamada Semana Nacional de Transparencia de este año que organizó el Instituto Nacional de Acceso a la Información y protección de Datos (INAI), que precisamente, con la reforma constitucional en la materia, adquirió esa denominación de “nacional” cuando antes era federal. Lo mismo ocurrió con el hoy Instituto Nacional Electoral (INE, antes IFE). INE e INAI son quizá los más emblemáticos casos de cómo derechos civiles o ciudadanos están orientados a tener una connotación lamentablemente más centralista que federalista; en detrimento de la soberanía de los estados de la república.

Insistimos en México cuando nuestros políticos de profesión nos hablan de lo nacional, en realidad están escondiendo su proclividad al centralismo.

Desde que era Comisionado de transparencia en Tlaxcala, criticaba esto de la llamada semana “nacional” de transparencia porque, desde mi muy provinciana mirada, quizá digan algunos “expertos” en la materia, que desde luego hacen su trabajo desde el Distrito Federal, de nacional no tiene nada al realizarse exclusivamente en la ciudad de México; y por lo tanto teniendo acceso a ella sólo los chilangos o los inmiscuidos en el tema de las entidades federativas, principalmente los Consejeros o Comisionados de los órganos garantes, de los cuales sé porque lo vi, una gran mayoría sólo acuden a tomarse la foto.

Entre ellos y los estudiosos del tema se ha fomentado y la cosa no cambia nada, una especie de endogamia casi tribal, que desde mi punto de vista permea nimiamente en el grueso de la población.

Según declaraciones de la Presidente del INAI, a una estación de radio famosa por censurar a Carmen Aristegui, unos quince mil personas habrían participado escuchando las grandilocuentes disertaciones (14 mil vía internet) lo que, asegura demagógicamente, es un éxito.

Ya no digamos lo lamentable que sea su discurso un apretujamiento de lugares comunes, como ese de que “desde la educación se debe generar una cultura de la transparencia”.

Y explico esto para que no se crea que sólo descalifico. Indudablemente que la educación, así en abstracto, genera cultura. Considero que poco se ha explorado la idea de que no se puede desde el INAI “educar” respecto al tema del Derecho de Acceso a la Información (o la transparencia en un contexto más amplio) o del Derecho a la Protección de los datos personales (o la privacidad igual en un concepto más general); por lo que habría que aspirar estrategias de socialización de tales derechos, en dos sentidos, uno la divulgación de los mismos y dos la promoción de su ejercicio.

Por eso hablo de saldos del dichoso evento, en el sentido de qué es lo que queda, después de tantas mesas de análisis y disertaciones de los expertos. Y no estoy diciendo que no tengan sentido o no sean necesarios. Estoy diciendo que por su cobertura en la población en general del país, es poco, sino es que muy poco lo que deja en la sociedad toda.

Incluso tendrían que revisar si es que no el propio evento es una práctica endogámica, como digo arriba, puesto que los que discuten en las mesas y los que escuchan abajo son los mismos. “Se cuecen en su propio caldo” dice la frase coloquial.

Y casi todo lo que ahí se dice son loas. Prácticamente no hay crítica, y menos autocrítica. Tal vez sólo en este sentido puedo destacar la intervención del Senador Javier Corral, que cuestionó la labor legislativa, que viene arrastrando un gran déficit (recordemos sólo que han pasado más de siete meses que debieron emitirse las leyes generales en materia de protección de datos y archivos).

Patético resulta para no ir tan lejos escuchar hablar a Peña en la inauguración de transparencia, cuando cualquiera con mínimo sentido común aceptaría que es el principal enemigo de la misma en nuestro país.

Así es que puedo decir sin temor a equivocarme que me quedo con las caricaturas de Helgera, Helioflores y Perujo, como las mejores lecturas del pomposo evento al relacionarlo principalmente con el caso de las nefastas declaraciones del Secretario de la Defensa Nacional sobre el caso Ayotzinapa (aunque al respecto hay que reconocer que el Pleno del INAI resolvió favorablemente un recurso de revisión esta misma semana), que desde luego se paga con nuestros impuestos

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