Si la ley no es la ley y si las instituciones se van al diablo, el caos vendrá por todos nosotros, puede resultar de moda atacar al poder judicial, puede que cada uno tenga una historia en donde no le fue bien en un juicio, y que las cantidades de presupuesto que se nos comparten nos parezcan estratosféricas, sin embargo todo esto parte de un pensamiento simplista orquestado desde palacio nacional.
La Ley es, por definición propia, de aplicación general, esto quiere decir que no está ahí en favor de un determinado grupo, ni cuida los presuntos privilegios que tanto se atacan en el discurso oficialista. La Ley nos defiende a todos, no importa a que partido político le vayas, a quien apoyes, no es relevante cuales sean tus afinidades u odios, ahí está la ley que marca las reglas del juego de manera general y abstracta, es decir, que todos somos iguales ante la ley.
Para hacer valer la ley es necesaria la actividad humana, el aplicador natural de ley es el Poder Judicial, sin embargo no son los únicos, todas las instituciones deben observar y aplicar la ley. Mandar al diablo a las instituciones es dinamitar la seguridad jurídica de todos. La debilidad de las instituciones es la debilidad del país.
La misión principal de la Constitución es la de controlar al Poder. La Constitución se encarga de que los gobernantes no puedan hacer lo que se les ocurra, los limita, los obliga a comportarse de una manera respetuosa de los derechos humanos. Cuando la autoridad abusa, cuando la autoridad es negligente, cuando pasa por arriba de las personas ahí está la Constitución para defendernos, a todos, de manera general y esa protección la invocamos a través de pedir la acción del Poder Judicial de la Federación.
El Poder Judicial ha hecho mucho por México, ha defendido a los ciudadanos de los abusos de las autoridades, le ha dado certeza jurídica a las empresas para que decidan invertir en el País, no puede haber democracia si no hay estado de Derecho, y es justamente el Poder Judicial quien en última instancia se encarga de que todos estemos protegidos por la Ley. No defiende privilegios, custodia derechos humanos, trabaja en favor de todos. Al Presidente no le gusta, porque lo limita, porque no le permite sus ocurrencias, y por eso ha enfocado ahora su discurso de odio en su contra.
Hay más de 50 mil personas trabajando en el Poder Judicial, son personas preparadas, que trabajan a diario muchas horas seguidas, con grandes presiones, los servicios se brindan en todo el país, son gratuitos y se encuentran en constante innovación. Atacarlos es ir en contra de mexicanos trabajadores, es golpear a quienes nos defienden, no se les están quitando privilegios sino privando de derechos laborales adquiridos.
No se trata de once ministros, ni de magistrados de altos niveles, no se trata de una cuestión económica, es una venganza desde el poder ejecutivo y legislativo por los frenos que han encontrado en el poder judicial ante todas las ilegalidades que en este sexenio se han dedicado a proponer. Por México, por cada uno de nosotros, sin importar tus simpatías políticas, a todos nos conviene que La Ley sí sea la Ley y defender juntos a las Instituciones.
Fuente: Milenio