¿Podrá lograrse? ¿Es un objetivo alcanzable?

Hoy, considerando el tipo de dictadura que existe y las dudas acerca de si Maduro permitirá elecciones limpias, a mi juicio para encontrar respuesta, la situación existente debe dividirse en consideraciones internacionales, internas y las que se relacionan con el tipo de transición que se siga, siempre, en caso de llegar al gobierno la alternativa opositora democrática. Las tres se cruzan con un elemento muy complicado, el que hacer con la corrupción, cuando la administración de justicia no es confiable y el gobierno y las fuerzas armadas y policiales, han estado desde hace años vinculadas al crimen organizado transnacional.

Es decir, no basta con el cambio político de dictadura a democracia, ya que esta última es una condición necesaria, pero puede ser insuficiente, y, además, las expectativas pueden ser demasiado altas, por lo que la corrupción podría definir buena parte del éxito o del fracaso de las nuevas autoridades, en caso de ganar.

A.– Para el análisis, partamos por las consideraciones externas, advirtiendo que el contenido puede parecer duro, pero es, sin embargo, realista.

En primer lugar, en relación con la Corte Penal Internacional, ¿habrá noticias pronto? Las dudas provienen de la demora, ya que la evidencia es poderosa. También, porque en general han condenado con especial acento a africanos, saltándose a otras regiones o no culminando más de alguna investigación. Incluso, en el caso de Putin, por tratarse de una potencia, parece dudoso que al final haya una condena, menos aún, se materialice la orden de detención, sobre todo, si se inicia un proceso de negociación, ante el estancamiento de la guerra.

En segundo lugar, Europa sigue sin entregar el apoyo que se esperaría a la oposición, entre otros motivos, por la influencia de Cuba, y la mantención del mito revolucionario, por ejemplo, en el Parlamento Europeo. En el mismo sentido, acciones de Josep Borell, tanto con Venezuela como con Cuba, han sido muchas veces con el objetivo de velar por los intereses de sus inversionistas.

Es la diferencia entre la retórica y la defensa de intereses.

En tercer lugar, en relación con Estados Unidos, la Casa Blanca parece haber optado por el petróleo más que por la democracia, al menos públicamente es lo que ocurrió a partir de fines del año pasado, en la reunión de México entre gobierno y oposición, donde resaltaron las facilidades dadas a la Chevron para la extracción petrolera (ver columnas en Infobae del 2 de diciembre 2022 y del 27 de julio 2023, “No es la democracia, es el petróleo” y “¿Puede Maduro ser derrocado?”, respectivamente).

En esta situación, parece predominar sin contrapeso la opinión y acción del asesor Sr. González, una reflexión de la falta de poder relativo de otras visiones, como, por ejemplo, la del Departamento de Estado. Lo que parece predominar en este asesor, es la idea que se debe conversar con Maduro a cambio de concesiones, hasta el momento, siempre menores. Además, condicionado por un escenario dominado por la guerra de Ucrania.

No es justo criticar solo a USA, sobre todo, considerando que al menos ha sancionado a violadores de derechos humanos y a corruptos venezolanos, lo que no se puede decir en general de América Latina, donde son excepciones el presidente uruguayo Lacalle y algunas expresiones del presidente chileno Boric. En general, predomina la indiferencia y el apoyo de otras dictaduras de la región, todo fortalecido por el respaldo abierto de los gobiernos democráticos de Argentina, México y el Brasil de Lula, que quiere reintegrar al sistema a Maduro, y sin pudor alguno, a pesar de los esfuerzos de condena por parte del secretario general de la OEA, Luis Almagro.

En todo caso, no se debiera hablar de la ausencia de alternativas a la opinión del asesor González en la Casa Blanca, sin mencionar dos hechos: primero, la desilusión en Washington y otros países por los magros resultados del apoyo y reconocimiento oficial dado a Juan Guaidó, donde medio centenar de países hizo lo mismo.

Toda crítica internacional, debiera incluir también a América Latina que no apoya lo suficiente la aplicación de la Carta Democrática Interamericana, que no solo es un tratado constitutivo de defensa de la democracia, sino también, y por lo mismo, ha sido incorporada a las constituciones de muchos de los países. Por lo demás, el desinterés de Estados Unidos, que no parece reaccionar ni ante la penetración china en la región, tiene su origen en el gobierno de Obama, donde, aunque no quedó registrado en ningún papel, todo indica que la actitud que predominó en América Latina fue que USA no debiera intervenir.

El segundo hecho es el fracaso de Trump, quien, a través de alguien de dilatada experiencia como Elliot Abrams, hizo lo posible para que las fuerzas armadas bolivarianas apoyaran la salida de Maduro, lo que no tuvo éxito. En la región hubo indiferencia, salvo los casos de Duque y Piñera, quienes aceptaron llegar a la fronteriza Cúcuta, para no solo no obtener resultados, sino que posteriormente sufrieran violentas movilizaciones en su contra, tanto en Colombia como Chile, aunque sin evidencia estadounidense de la presencia venezolana en ellas.

Por conversaciones de colegas que trabajaron en el intento fracasado para deponer a Maduro, me he convencido de lo que les escuché, que el obstáculo mayor en el caso de Padrino y otros altos oficiales, fue que aún en los casos donde se habían comprometido, predominó la corrupción de la que eran parte (ej. Cartel de los Soles, narcotráfico) como también (atención oposición venezolana a este punto), que ninguna amnistía podría evitar su procesamiento en caso que en democracia el Congreso aprobara legislación internacional de derechos humanos, ya que ese solo hecho derogaría toda amnistía, dado el carácter de imprescriptible de los delitos de lesa humanidad, por lo que podrían terminar procesados y condenados, como había pasado en otros países.

La raya para la suma es que no parece haber interés en muchos países de América Latina para recuperar una relación privilegiada con USA, siendo el poder económico de China, el elemento diferenciador a lo que ocurrió en la guerra fría.

Ello también se expresa en el nivel más bien menor de algunas delegaciones estadounidenses en algunos cambios de mando en la región. Al parecer, no hay mayor interés (salvo en Centroamérica, seguramente por el tema de inmigración) de la vicepresidenta Kamala Harris, a diferencia de los viajes que hizo el propio presidente Biden cuanto tuvo ese cargo ocho años con Barack Obama (y así se me presentó la única oportunidad que he tenido de conversar con Biden cuando asistió al traspaso a Michelle Obama en el 2014).

Al parecer tampoco se ha interesado siempre el ex senador Cristopher Dodd, quien ha sido nombrado Asesor Presidencial Especial para las Américas, entre otras razones, para dar seguimiento a la más bien irrelevante Cumbre de las Américas (Los Ángeles, junio 2022), donde varios mandatarios se dieron el gusto de despreciar la invitación (lo que probablemente no harían con Xi Jinping).

En tercer lugar, China, Rusia e Irán, siguen demostrando su apoyo al régimen de Caracas, y ni siquiera la invasión de Ucrania ha generado un cambio de actitud entre quienes apoyan a Kiev, evidencia de una posible futura irrelevancia de América Latina, en el mundo post Ucrania, a pesar de la potencialidad que tiene para reemplazar lo que Rusia exporta (alimentos, metales, petróleo), incluyendo los metales claves para la transición energética.

En este punto, parece haber clara responsabilidad de los electores que se han empeñado en elegir gobiernos que no incentivan la inversión extranjera, con lo que al parecer se transformará en otra oportunidad histórica desechada, por preferir hacer exactamente lo contrario.

B.– Agrego las consideraciones internas, siempre en el supuesto que las elecciones serán limpias, y por razones de espacio, me limitaré a cinco problemas:

En primer lugar, la necesidad imprescindible de la unidad opositora, toda vez que, sin ella, simplemente no se puede ganar. La enseñanza principal de los casos exitosos es esta, además que esta unidad ha sido esquiva en muchas instancias, en el pasado. No solo lo dificulta el tipo de dictadura que es la de Maduro, sino también otra enseñanza es que, para ganarle a la dictadura, la oposición democrática, debe hacer el mayor esfuerzo que les sea posible, para separarse del lastre que significa ir juntos con grupos y personas que no son totalmente demócratas, como también de los corruptos en sus filas, lo que incluye a la oposición funcional al régimen y pagada por este.

En segundo lugar, el tema de la legislación internacional de derechos humanos y las Fuerzas Armadas, donde en caso de ganar la oposición, podría enfrentar la posibilidad que existan acciones antidemocráticas en la transición, tal como ocurrió tanto en Chile como en Argentina. Al respecto, no existe una actitud unánime en la región, ya que tanto Uruguay como Brasil han preferido dar vuelta la página, mientras que Argentina juzgó a los generales y almirantes que en la Junta Militar fueron responsables del Golpe de Estado de 1976, y, por su parte, Chile ha condenado a largas penas de cárcel a los responsables de violaciones de derechos humanos, pero no se hizo con quienes encabezaron el Golpe de 1973, siendo el caso más notorio el de Pinochet, que murió procesado después de su detención en Inglaterra, pero no condenado.

Este es un tema clave para definir el tipo de transición y el lugar de la persecución penal a altos mandos militares y policiales, tanto por violación de derechos humanos como de corrupción. Como es probable, que no deseen gozar de sus mal habidas fortunas en Teherán, la verdad es que el país que podría garantizarles el disfrute de sus dineros es USA, ya que es el único que puede hacerlo, toda vez, que como ha quedado demostrado con oligarcas rusos, el movimiento de sus cuentas e inversiones puede ser paralizado por el Departamento del Tesoro.

Sin embargo, es muy difícil que un acuerdo de este tipo pueda tener lugar, no solo por la posible acción de la Corte Penal Internacional, sino, sobre todo, que no habría forma de detener acciones judiciales en Estados Unidos en contra de estos delitos, sobre todo, después de la invasión a Ucrania.

En tercer lugar, lo que la oposición haga para distanciar al régimen de su apoyo internacional, puede ser clave para su éxito, y al respecto, ojalá desde ya exista una posición realista sobre las deudas con China y Rusia (siempre se pagan) y se logre conversar públicamente con ellos. Lo mismo es aplicable a la actitud necesario para instituciones internas, tales como la Administración de Justicia, las Fuerzas Armadas, las autoridades electorales, etc.

Ambas acciones no solo son importantes para transmitir sensación de triunfo, sino también pueden ayudar a definir el tipo de transición por el cual se transitará.

En cuarto lugar, a la oposición todavía le falta definir lo que ocurra el día después de su triunfo, donde tener claridad al mismo tiempo que disciplina, aparece como fundamental para mostrar no solo gobernabilidad, sino también para disminuir los temores de los indecisos.

En quinto lugar, nunca hay que olvidar que, dado su poder y voluntad de emplearlo, el régimen todavía está en condiciones de sorprender. No hablo de lo obvio que es la represión, sino por ejemplo de cambios legales de última hora que tengan impacto electoral, y también, sobre todo, si el chavismo quiere permanecer como alternativa política aunque entregue el gobierno, con una privatización que facilite un levantamiento de sanciones en USA (sería el caso de empresas vinculadas al sector exportador, también petroleras), y donde la entrega de empresas a amigos y cercanos, podría condicionar e influir por esa vía no solo en la transición, sino en el propio sistema político futuro. No solo hay que pensar en el caso de los oligarcas en Rusia y en Ucrania, sino también en Chile, donde la entrega de empresas a cercanos del gobierno de Pinochet creó una situación que se mantiene hasta el día de hoy, como es el caso de la principal empresa de litio (SQM), hoy en manos de su exyerno.

C.- Las transiciones no son con exactitud del todo iguales, pero generalmente su enseñanza se divide en tres tipos, a) rupturistas (Nicaragua con los sandinistas, y seguramente también después de la dictadura de Ortega), b) negociadas (Uruguay, España) y c) institucionalizadas (Brasil, Chile). Descartando que exista un escenario internacional o interno para la ruptura, probablemente va a ser institucionalizada (es decir, se comienza con la legislación dejada por el régimen saliente), para que, si todo va bien, se pueda transitar a una negociación que permita instituciones plenamente democráticas, donde también se adquieren compromisos, sean escritos o no, como lo demuestran también Brasil y Chile.

El punto es que la oposición todavía no ha definido su opción, quizás no es todavía el momento, pero todo transcurrirá mejor si ha dado ese paso, por lo que si no ahora, necesitará tener definido este punto una vez que exista el nombre de la candidata o candidato único, al menos, que se haya conversado.

Ese día se demostrará que ya se habla como futuro gobierno, momento a partir del cual, la ambigüedad no siempre ayuda, por lo que se necesitará al menos lo siguiente:

Primero, clarificar su posición frente a la legislación internacional de Derechos Humanos, y, por lo tanto, parcialmente, frente a la impunidad.

Segundo, tener una posición frente a los civiles del régimen, desde el momento que la dictadura que hoy tiene el poder es cívico-militar, lo que incluye al partido de gobierno, a los llamados boliburgueses, aquellos que se han enriquecido con la corrupción, el narcotráfico, el contrabando de oro, etc. También, aunque inmediatamente no lo digan, si los integrantes de los llamados “colectivos” serán juzgados, y si se hará con una legislación especial u la ordinaria.

Tercero, cuál será la actitud frente a quienes hayan estado al servicio de la dictadura en otras importantes instituciones del Estado, como, por ejemplo, jueces superiores, policías, comisionados electorales, etc.

En otras palabras, si se va a privilegiar la paz social, y un tránsito rápido e inmediato al nuevo sistema.

Cuarto, en ese mismo sentido, al menos haber conversado y tener una posición acerca de si serán perseguidos legalmente los socios extranjeros del régimen, no olvidando que Venezuela, es un ejemplo casi paradigmático de Crimen Organizado Transnacional, aunque no le resulte fácil, sobre todo en condiciones de transición, buscar la aplicación de la Convención de Palermo, la Convención de las Naciones Unidas que castiga la delincuencia organizada.

Quinto, si habrá juicio a Maduro o a Diosdado y si ello servirá para dar una señal definitiva sobre la impunidad, es decir, si esos procesamientos a estos y otros responsables, será el punto de partida, un punto intermedio, o el punto final.

Para estos casos, a diferencia de Argentina, quizás no corresponda en exactitud el tipo legal de golpe de Estado, para los responsables políticos, pero ¿existiría la voluntad para juzgarlos por traición a la patria, dada la entrega del país a Cuba?

Quizás, por la democracia y su estabilidad valga la pena dar vuelta la hoja, tal como se hizo en ex países comunistas, donde en general no se procesó a casi nadie, pero eso es algo que solo pueden definir los venezolanos, y si no es todavía el momento para su discusión abierta, al menos, sería bueno que se conversara entre los lideres opositores, entre otras razones, para crear confianzas entre ellos, al tratarse de un tema tan importantes.

Si no hay una posición al respecto, quizás la exista sobre algo menor, como fue el hecho del financiamiento con dineros públicos a chavistas de otros países, no solo en América Latina, sino también Europa, donde hubo gente a su servicio, destacando el caso de España, con los lideres del partido Podemos, algo no menor, ya que fueron parte durante años de una coalición de gobierno, del ex primer ministro Rodríguez Zapatero y del ex juez Garzón, que es admirado por muchos por haber ordenado la detención en Londres del General Pinochet, pero que a partir de su expulsión del poder judicial español, se ha distinguido por la defensa de corruptos en varios países (Venezuela, Bolivia, Argentina).

No son temas menores, pero por ahora, lo fundamental es ganar las elecciones y la unidad de la oposición, y para lograrlo, impedir, que, de ganar, el régimen de su propio golpe, quizás decretando estado de emergencia, o como ya lo ha hecho, cambiando el nombre del ganador.

No solo USA, también América Latina parece tener una posición definida de rechazo total a las dictaduras militares de la segunda mitad del siglo XX, pero todavía no existe la misma unanimidad en relación con las dictaduras castrochavistas, a pesar de la Carta Democrática de la OEA, muestra de hipocresía que no debiera existir.

Desde ya, nada es mejor que ganar por una diferencia que nadie pueda discutirla, sin hacer el ridículo. Al respecto, un fraude se puede dificultar, por la vía de reducir el apoyo automático que el régimen encuentra en las instituciones electorales. Es también, la razón por la que también ayudaría tener una relación pública con socios internacionales del chavismo, como lo son China y Rusia.

Neutralizar a los aliados internos y externos disminuye la posibilidad de un golpe interno o de un Estado de Sitio, tal como ocurrió en Chile después del triunfo opositor en el plebiscito sobre la continuidad del general Pinochet en 1988, donde la posición en contra de dos integrantes de la junta de gobierno (Marina y Fuerza Aérea) impidió que se decretara Estado de excepción esa noche.

El aliado imprescindible sigue siendo Estados Unidos. Sin complejos, Venezuela necesita el respaldo conjunto de la Casa Blanca y el Congreso, para decir que no se va a aceptar una falsificación del resultado, lo que también ayudaría a transmitir la sensación que la oposición puede ganar.

Insisto que no son situaciones iguales, pero aunque la transición chilena se inició con la legislación del régimen, cuando convocó al plebiscito de 1988, USA dejó muy clara su posición que no aceptaría nada que alterara la voluntad popular, cuando meses antes, paralizó totalmente las exportaciones de Chile, al encontrar “sorpresivamente” un par de granos de uva contaminados, en lo que sin mayor confirmación, fue claramente un aviso de su voluntad frente al plebiscito, probablemente vía sus servicios de seguridad.

Como conclusión de esta columna, dejo la feliz frase del ex presidente uruguayo Julio María Sanguinetti, quien dijo que “el secreto de toda transición es combinar la ansiedad del que entra con el temor de los que salen”.

De toda transición buena y exitosa, agregaría yo.

Fuente: Infobae