La elección de la primera mujer Presidenta de México es un hito histórico que se produce después de 200 años de la fundación de nuestra república, y casi 71 años después del reconocimiento pleno de nuestros derechos político-electorales a votar y ser votadas. Esta elección es un hecho que consolida la lucha de miles de mujeres por participar activamente tanto en la vida política, como en la toma de decisiones.

Para poner en contexto la trascendencia de este hecho, hay que decir que, desde las elecciones de 1982, primera vez que una mujer contendió por la presidencia —Rosario Ibarra de Piedra— sólo siete mujeres habían aparecido en las boletas de entre 39 personas candidatas. Es decir, en los últimos 40 años, apenas el 18 % de estas habían sido mujeres: Rosario Ibarra de Piedra (1982, 1988), Marcela Lombardo Otero, Cecilia Soto, Patricia Mercado Castro, Josefina Vázquez Mota, Xóchitl Gálvez Ruiz y la propia virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum Pardo.

El desarrollo de este proceso para construir una ciudadanía paritaria ha requerido grandes esfuerzos a fin de incluir las voces de miles de mujeres que, desde diferentes ámbitos, han enfrentado un sistema que las prefería en tareas del ámbito privado. Este 2024, vemos que la sociedad ha cambiado y podemos ver los frutos de las semillas sembradas por las mujeres pioneras de esta lucha.

Probablemente esto no hubiera sido posible sin la reforma constitucional de 2014, que incorporó el principio de paridad, un hecho que cuatro años después se vio consagrado en las dos Cámaras del Congreso de la Unión y que, paso a paso, continúa abriéndose camino. Ahora 13 mujeres gobernarán en sus Estados. A partir de octubre el 40 % de las entidades federativas serán lideradas por mujeres.

De entre las iniciativas y medidas derivadas de esa reforma, se identifican acciones afirmativas como las cuotas de género —uno de los primeros pasos que, a pesar de las resistencias, contribuyeron a fomentar la participación política de las mujeres—, o la implementación obligatoria de la paridad a nivel nacional, acciones que han abierto la puerta a una mayor apertura de espacios a las mujeres, y que encontraron su consolidación con la elección de la primera mandataria.

Es cierto que aún quedan retos y desafíos que debemos afrontar con unidad, como nación. Este es un momento determinante en el camino hacia la igualdad sustantiva. Continuemos fortaleciendo nuestras capacidades desde la perspectiva de género y promoviendo una agenda que impulse políticas públicas más inclusivas en las que todas y todos tengamos cabida.

La lucha feminista en nuestro país, esa lucha que en el ámbito político han encabezado Elvia Carrillo Puerto, María Lavalle Urbina, Alicia Arellano Tapia, Aurora Jiménez, entre muchas otras, tendrá en octubre a la primera mujer portando la banda presidencial. Estoy convencida de que en la medida en que las mujeres legislen y gobiernen en beneficio de la agenda de igualdad de género y que la ciudadanía logre ver sus intereses representados, lograremos construir una sociedad más justa e igualitaria.

Que esta sea la primera presidenta seguida por muchas otras mujeres que sean electas para tan alta responsabilidad. Quizás algún día tengamos una historia como la que se presume sucedió en los años 80´s, en el patio de un colegio en Noruega, en la que una niña le preguntó a su compañero, ¿qué quieres ser cuando seas adulto? Y él respondió que primer ministro; extrañada la niña replicó ¿Tú? Pero si no puedes. Eres un chico. Gro Harlem Brundtland gobernó el país escandinavo por una década.

Fuente: El Universal