El crecimiento del empleo, del salario real y de la confianza del consumidor son algunos factores que explican el buen desempeño.

Las cifras más recientes emitidas por el INEGI señalan que el consumo privado creció en 4 por ciento en términos reales durante los primeros nueve meses de 2023, y especialmente en septiembre lo hizo a un ritmo de 5 por ciento.

Junto con la construcción no residencial, el consumo de las familias se está convirtiendo en el motor de la economía.

¿Cómo explicar este incremento que está por arriba del propio crecimiento del PIB?

Hay que poner varios factores sobre la mesa para entenderlo.

1-El crecimiento de la masa salarial real en el sector formal de la economía.

Esta variable es el efecto combinado del crecimiento del empleo formal y del salario real.

De acuerdo con los datos más recientes del IMSS, el empleo hasta el mes de noviembre creció a un ritmo de 3.2 por ciento anual. El salario medio de cotización, que alcanzó poco más de 16 mil pesos, registra un crecimiento nominal anual de 10.6 por ciento. Si suponemos que la inflación del mes de noviembre se ubicara en 4.4 por ciento, el resultado es un alza real del salario de 5.9 por ciento.

Combinando el crecimiento del salario real con el del empleo, observamos que la masa salarial real para este segmento de la población es de 22.4 millones de trabajadores, es 9.2 por ciento superior a la que se tenía en noviembre de 2022.

2-El crecimiento del empleo total.

No solamente creció el empleo en el sector formal de la economía, sino también el número de ocupaciones totales. De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI, en los 12 meses previos a octubre se generaron casi 1 millón de nuevas ocupaciones, lo que implica un crecimiento de 1.6 por ciento a tasa anual. Aunque la cifra es inferior a la del PIB, refleja que la actividad laboral sigue muy activa.

3-El crédito al consumo ha crecido significativamente.

De acuerdo con los datos del Banco de México, al mes de octubre, el crédito al consumo creció a una tasa de 13.4 por ciento en términos reales, una de las más elevadas de los últimos años. El crédito mediante tarjetas, el más importante de este segmento, creció a un ritmo de 16 por ciento real. Incluso, el crédito a la vivienda, que usualmente implica desembolsos más grandes y mayores plazos, creció a un ritmo de 5.0 por ciento real.

Todos los otros segmentos: el crédito automotriz, el de nómina, los créditos personales, entre otros, también tienen una tendencia positiva.

4- Las remesas han subido en dólares, pero han caído en pesos.

En contra de lo que usualmente se cree, el crecimiento de las remesas en dólares no ha tenido un efecto positivo en el consumo debido al impacto que tiene el tipo de cambio sobre el poder de compra de ellas.

Por ejemplo, la cifra de octubre, de 5 mil 812 millones de dólares, fue superior a la del mismo mes del año pasado en 8.4 por ciento.

Sin embargo, la apreciación de nuestra moneda estuvo en el orden de 9 por ciento, por lo que hay en realidad una leve caída en el poder de compra en pesos de esas divisas.

5-Los mayores intereses reales.

Hay un segmento de la población, sobre todo de clase media, y más aún entre personas de mayor edad, que recibe ingresos de depósitos bancarios. Las mayores tasas reales que hemos tenido en el último año o poco más, también han significado un ingreso adicional para las familias, que dan mayor ingreso o al menos confianza para hacer un mayor consumo.

6- Una mayor confianza del consumidor.

De agosto del año 2022 a octubre de 2023, el índice subió de 40 a 46 puntos, a reserva de la información que el INEGI haya revelado el día de hoy. Esto explica en alguna medida el crecimiento del crédito, pues los consumidores no tomarían créditos si no hubiera la percepción de una mayor seguridad en los ingresos futuros.

Todos estos factores son los que explican el buen desempeño del consumo y preludian que al menos para la primera parte del 2024 vamos a mantener esa tendencia positiva.

Fuente: El Financiero