Algunos periodistas en Tlaxcala consideraron una mofa el que como Comisionado Presidente de la Comisión de Acceso a la Información Pública del estado de Tlaxcala (CAIPTLAX) el año pasado invitara por estos días a los partidos políticos a dejar de ser los patitos feos de la transparencia.

Desde luego me refería al clásico cuento de Hans Christian Andersen, en el que se descubre al final que el famoso protagonista no era en realidad un pato sino un hermoso cisne. Utilizaba la metáfora como un aliciente para que los partidos políticos, o más bien sus dirigentes, se esmeraran en cumplir con la ley en la materia, igual que la de protección de datos personales y la de archivos; ya que los resultados de la evaluación del primer semestre de 2013, realizada por la CAIPTLAX por ley, arrojaba las nada sorprendentes bajas calificaciones.

Un año después las cosas no cambian de acuerdo con la evaluación correspondiente al primer semestre de este año. Ya que su promedio es una calificación de 40.11 de 100 puntos posibles. Donde el Partido Movimiento Ciudadano habría obtenido cero puntos y digamos que seis de los nueve partidos estarían reprobados al obtener menos de 60 puntos.

No me extraña desafortunadamente que así sea, ya que el caso no es exclusivo de Tlaxcala, si tomamos como referencia las notas periodísticas de otras entidades. Siguiendo la metáfora mencionada al principio, está claro que los partidos políticos, no se la creen en cuanto que pueden ser ejemplo en materia de transparencia. Desde luego hablamos en términos generales porque indudablemente que algunos partidos sí están poniendo empeño en garantizarle a la gente su derecho a saber lo que ocurre dentro de ellos. En el caso de Tlaxcala por ejemplo el PRI y el PAN.

En Tlaxcala, como en otras entidades los partidos políticos sí son sujetos obligados en la materia desde hace varios años y sin embargo se caracterizan por ser de los más opacos. La pregunta precisamente sería esa. Ahora que ya son sujetos obligados a nivel nacional ¿mejorará su transparencia?

Incluso vale preguntar si los tres nuevos partidos aprobados la semana pasada por el Consejo General del Instituto Nacional de Transparencia, tendrán contemplado ya en su normatividad interna y en su estructura organizativa las instancias necesarias para dar cumplimiento con las leyes locales que los obligan como en el caso mencionado. ¿Será que nos pueden sorprender e inmediatamente nombrarán a los encargados del Área Responsable de Información (ARI) como se denomina en Tlaxcala a las unidades u oficinas de enlace, así como al responsable del Sistema de Datos Personales y los registrarán ante la CAIPTLAX?

Bueno pues eso sería excelente si además hacen los nombramientos de las instancias y responsables correspondientes de acuerdo con la Ley de Archivos del estado de Tlaxcala.

En esa línea de recomendaciones no estaría mal que algunos de sus cuadros dirigentes o burocráticos se fuera empapando con el tema y por bibliografía no pueden quejarse ya que en línea tenemos una buena cantidad de libros, como el Cuaderno de Transparencia No. 8 del IFAI denominado Transparencia y partidos políticos, de Jaqueline Peschard. En el que se afirma que “La razón más sencilla e inmediata de por qué se ha trasladado la demanda de transparencia a los partidos políticos es que los partidos son asociaciones de ciudadanos que compiten en elecciones por el poder.”

Igual, para los nuevos partidos o los ya existentes convenga que alguien se ponga a estudiar específicamente el Capítulo IV de la Ley General de Partidos Políticos, recién aprobada por nuestros legisladores, titulado precisamente “De las obligaciones de los Partidos Políticos en Materia de Transparencia”. Y en particular el listado de lo que “se considera información pública” en ellos, establecido en el artículo 30.

Perdón por insistir en la metáfora pero los partidos políticos deben dejar de ser “patitos feos” y mostrarse como los cisnes que necesitamos para la consolidación de la democracia en México.

Porque como lo explican la propia Jaqueline Peschar y Fidel Astorga, “Quizá la primera razón para explicar esa necesidad tenga que ver con el hecho de que reciben prerrogativas, comenzando con el financiamiento público.” (Los partidos políticos frente al escrutinio. De la fiscalización a la transparencia, TEPJF 2012) De ahí que la propia Constitución los defina como “Entidades de interés público”.

He llegado a pensar incluso que la transparencia como cultura política de los militantes de los partidos puede propiciar un gran efecto cascada en el poder público, donde la honestidad imperaría y por lo tanto la corrupción tendría que disminuir.

De verdad estoy convencido que no es un sueño guajiro.

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