El panorama general de la Ciudad de México es claro: donde más gente salió a votar peor le fue al gobierno y mejor a la oposición.
La mayor participación de la ciudadanía en las elecciones ¿favorece a la oposición? ¿La abstención beneficia al gobierno? Es difícil pretender que exista una ‘ley’ –en términos de ciencias sociales– para responder en un sentido unívoco. Por ello es mejor analizar casos concretos, con cifras recientes de concurrencia a las urnas y de resultados. Veamos la Ciudad de México a partir de los cómputos distritales del Instituto Nacional Electoral (INE) en 2021.
Con propósitos analíticos, puede usarse un término propio de los economistas, ‘la elasticidad’, que mide cómo cambia una variable ante la modificación de otra para, así, saber qué tanto baja –o sube– el porcentaje de votos de una opción política ante el incremento de la participación ciudadana en las urnas.
Los partidos de la coalición gubernamental (Morena, del Trabajo y Verde) lograron en 2021 su mejor resultado capitalino en el distrito 22 de Iztapalapa: obtuvieron dos de cada tres sufragios, el 66 por ciento de la votación. Precisamente en ese distrito fue donde menos gente acudió a votar en la capital: sólo 38 de cada 100 electores.
En cambio, en el distrito electoral federal de la Ciudad de México donde menor respaldo lograron los partidos del gobierno fue el 15 con cabecera en la alcaldía Benito Juárez: ahí recibieron apenas uno de cada cinco votos, el 22 por ciento. En ese distrito electoral fue en el que más capitalinos acudieron a las urnas: una participación de 64 por ciento.
Si se consideran los datos de esos dos distritos de comportamiento extremo, se tiene una diferencia en la participación ciudadana de 26 puntos (de 38 a 64 por ciento) y una caída del apoyo a la coalición gubernamental de 44 puntos (que pasó de 66 a 22 por ciento). Si se toma la variación en el porcentaje de votos por los partidos del gobierno (-44 por ciento) entre el aumento en la participación ciudadana (26 por ciento), se obtiene una elasticidad negativa de 1.7 unidades. Como supera la unidad, los economistas hablarían de relación muy elástica, de signo negativo, entre participación y voto progobierno en la capital: el aumento de uno por ciento en la participación se tradujo en una caída de 1.7 por ciento en los votos de la coalición gobernante.
Por su parte, los partidos del frente opositor (PAN, PRI y PRD) obtuvieron en el distrito 15 en Benito Juárez su mayor apoyo, 72 por ciento de la votación, y el más bajo en el mencionado de Iztapalapa con 22 por ciento. La elasticidad en este caso (50 por ciento dividido entre 26 por ciento) también resulta alta, de 1.9, pero ahora con signo positivo: muestra que por cada uno por ciento de aumento en la participación casi se duplica el porcentaje de sufragios por los partidos opositores.
La relación se confirma más allá de esos dos distritos extremos. En los cinco distritos electorales federales de menor participación electoral en la Ciudad de México en 2021 (04, 20 y 22 en Iztapalapa, el 09 en Tláhuac y el 21 en Xochimilco), con porcentajes de concurrencia ciudadana a las urnas inferiores al 47 por ciento, Morena y sus aliados superaron el 52 por ciento de los votos. En tales distritos, en contraste, la suma de votos de los tres partidos opositores aliados no llegó al 34 por ciento.
En cambio, en los cinco distritos donde más gente fue a las urnas (el 15 en Benito Juárez, el 10 en la Miguel Hidalgo, el 17 en Cuajimalpa, el 24 en Coyoacán y el 6 en Magdalena Contreras), con niveles de participación superiores al 57 por ciento, los tres partidos del gobierno no alcanzaron al 37 por ciento del sufragio popular. Y ahí la coalición opositora tuvo su mejor desempeño: logró más del 54 por ciento de la votación total.
El panorama general de la Ciudad de México es claro: donde más gente salió a votar peor le fue al gobierno y mejor a la oposición. Pero también puede leerse así: en las zonas donde se podría ubicar el mayor respaldo al gobierno –con más beneficiarios de los programas sociales– la participación ciudadana fue escasa; mientras que en las áreas donde peor evaluado resulta el gobierno, la gente se movilizó, participó más y usó su voto para sancionar.
La Ciudad de México, desde 1997, había sido bastión electoral de la corriente política de López Obrador. Eso cambió en 2021. En la capital del país, los patrones recientes de participación ciudadana y voto pueden ser un dolor de cabeza para las aspiraciones de quienes hoy la gobiernan de continuar en el poder. Pronto se sabrá.
Fuente: El Financiero