A medida que daban inicio las votaciones para elegir sindicato en una planta mexicana de llantas una mañana reciente, un dirigente sindical exhortaba a sus simpatizantes a salir a votar: “Pueden estar tranquilos”, dijo en una transmisión en redes sociales. “Su voto es libre y secreto”.

Si resaltó la confidencialidad del voto fue porque, durante décadas, a los trabajadores mexicanos casi no se les tomaba en consideración para elegir a los sindicatos que firmaban los contratos con los patrones en su representación. En vez de eso, los gobiernos otorgaban a sus aliados del movimiento sindical el control sobre los trabajadores.

Ahora, el gobierno del presidente de izquierda Andrés Manuel López Obrador ha prometido cambiar drásticamente este sistema.

Una nueva ley que garantiza a los trabajadores el derecho de decidir quién los representará entró en vigor el mes pasado. Sin embargo, los líderes obreros independientes señalan que transformar un sistema de décadas —y superar la resistencia de los empleadores y de los sindicatos poderosos y favorecidos políticamente, así como la profunda desconfianza de los trabajadores— será un trabajo arduo y lento…

Nota completa en: New York Times