A raíz de la entrega del Paquete Económico 2014 y la propuesta de una Reforma Hacendaria hecha en días pasados por el Secretario de hacienda y crédito público a la Cámara de Diputados, un alud de comentarios y críticas han surgido. Al respecto, padezco una rara esquizofrenia pues los que decidimos dedicar nuestra vida profesional a los temas fiscales desde la perspectiva del sector público, no paramos de criticarla –con cierto regocijo intelectual- y por otra parte, comparto el dolor de cabeza de los contribuyentes clasemedieros y cumplidos.
La mayor parte de quejas y críticas se han concentrado en el aumento de la presión fiscal para algunos grupos y la poca certeza sobre los logros que pretende la reforma, además de que no hay una garantía de rendición de cuentas por parte de la hacienda pública. Ciertamente estos son temas torales, pero hay otros, menos atractivos pero igualmente importantes que analizar:
Lo primero es admitir que no hay recursos suficientes y que toda política social cuesta; también, hacer conciencia de que como país, pagamos pocos impuestos, están los comparativos internacionales. El problema es conocido por todos, pagamos poco pero recibimos menos ya que tenemos un sistema con tratos discriminatorios, presión tributaria desigual, malos servicios públicos, corrupción en las instituciones públicas y persisten muchas áreas de opacidad en la gestión financiera del Estado, incluyendo el famoso secreto fiscal.
Por otro lado, están todos los antecedentes que parecen olvidados; hace 10 años, se realizó la Convención Nacional Hacendaria, cuyas propuestas pueden ser consultadas todavía en el web del INDETEC http://www.indetec.gob.mx/cnh/ A diferencia de ese gran intento por reformar de manera integral, las etapas de la actividad financiera del Estado (ingreso, gasto, control y rendición de cuentas) y su marco de relación intergubernamental, y que contó con una amplia participación previa de diversos actores, la propuesta que se discute estos días pareció sorpresiva si bien algunos temas hacía varios meses que fueron planteados. Un nuevo sitio web, dentro de la SHCP contiene toda la información de esta nueva reforma, primer síntoma del centralismo fiscal venidero.
Poco se ha dicho sobre los cambios en la forma de gestión de los recursos, las auténticas aunque reformas a la hacienda pública y que parecen afectar a los gobiernos locales con las modificaciones propuestas a la Ley de Coordinación Fiscal. Tampoco se ha vinculado el tema, al de la contabilidad gubernamental y la reforma en materia de transparencia que se hizo a su ley el año pasado ni al pendiente Sistema Nacional de Fiscalización. En el primer aspecto hay atrasos considerables por parte de los entes públicos obligados a transparentar la información financiera y el reciente documento de la Auditoría Superior de la Federación Diagnóstico sobre la opacidad del gasto federalizado, hace evidente la urgencia de establecer ese Sistema.
Los supuestos impuestos ambientales, tampoco son los favoritos de los analistas y los pocos comentarios al respecto, se concentran en su impacto a ciertos sectores y productos y su consiguiente alza de precios. El tema ambiental de fondo que pretenden impactar, parece no ser importante. Además, llama la atención, que se presente como novedoso, algo que surgió hace más de 40 años como recomendación de la OCDE y que los países escandinavos implementaron desde los años 90. Hay evaluaciones a su funcionamiento e impacto real en la mejoría del medio ambiente y en los efectos regresivos impositivos que pueden tener.
Hay también, diversas reformas a la Ley Federal de Derechos, esas contribuciones que reflejan los costos de diversos servicios públicos o aprovechamiento de los bienes públicos muchas veces gestionados por organismos públicos descentralizados, desconcentrados, autónomos o figuras jurídicas diversas, de las que poco sabemos cómo es su gestión.
Se plantean también reformas en materia de aranceles y a la Ley Aduanera; recordemos que los recintos fiscales, los agentes aduanales, los procedimientos para importar o exportar, fueron durante mucho tiempo un hoyo negro para la información pública y son grandes espacios propicios para la corrupción.
Mucho que discutir por nuestros representantes; esperemos que recuerden que están ahí para aprobar la imposición de tributos -un fundamento originario de las democracias- pero también para rendir cuentas sobre sus decisiones.