Arranca el periodo electoral y entre los votantes hay muchos escenarios, como hemos vivido ya inmersos en pre-pre-pre campañas, con precandidatos que no eran precandidatos sino coordinadores de no sé qué diablos y miles de farsas y simulaciones, la verdad a los ciudadanos ya no nos queda claro que inicia ahora que no hubiera iniciado desde antes. Para temas prácticos y cotidianos llevamos muchos meses en periodo electoral.
Hay muchas personas a las que las elecciones poco les importan, sabemos que el abstencionismo es en México el gran elector, hacerle vacío a todo el tema político es una de las respuestas más generalizada que se puede observar, dejar de votar porque ningún candidato te parece adecuado, porque odias a todos los partidos políticos, porque no les vas a hacer el juego a todas sus triquiñuelas o porque ya está todo decidido y de poco valdrá tu voto. Cuando dejas de votar no dejas de participar, realmente estas apoyando de manera indirecta al partido que lleve la mayoría, entonces si no te gusta la forma en que están llevando las cosas no dejes de votar porque equivale a darle tu aval a la continuidad. Que quede claro si no votas sí estás eligiendo y lo haces en favor de quien lleve la mayoría.
Hay quienes votan siempre por un partido, haga lo que haga, ponga el candidato que ponga, la fidelidad al color es absoluta. Pero si hasta a un equipo de futbol le exigimos resultados para seguirle aplaudiendo, lo mínimo sería también revisar si el partido político al que le entregamos nuestro corazón y nuestro voto lo está haciendo bien.
Existen candidatos que jalan el voto por su persona, sea el partido que sea donde se encuentren, incluso pueden obtener votos a pesar del partido o partidos que los respalden. La gente confía en el candidato porque lo conoce desde antes, o porque se ha sabido posicionar de manera particular, aquí lo importante es estar conscientes de la posibilidad de incidencia real que tendrá una sola persona dentro del universo político en que se encuentre inmersa.
El voto de castigo es un modelo también muy común, se vota en contra de un modelo, de un partido o de un candidato, buscando dar el voto a quien pueda generar mayor peligro y merma. El riesgo del voto de castigo es que no escogemos lo que queremos, sino que huimos de lo que no queremos y dejamos de lado revisar en verdad a qué o quién le estamos dando nuestro voto. El desafío que tenemos como ciudadanía es no ser un borreguito conducido por el marketing político, evitemos los amores y odios irracionales a partidos y candidatos. Hagamos un análisis profundo de cada uno de nuestros pensamientos políticos para descubrir cuáles son los motivos reales que nos hacen tener determinadas inclinaciones. Votar es nuestra última esperanza, deja de votar con el estómago o con el corazón, vota con la cabeza haciendo un verdadero razonamiento integral. Esa será nuestra salvación.
Fuente: Milenio