La Reforma Político-Electoral de 2014, estableció como respuesta para superar el déficit de representatividad de los ciudadanos en el poder publico, el ascenso de las “candidaturas sin partido, o independientes de cualquier filiación partidista”, como nuevo mecanismo de redistribución política, que permitiera a la ciudadanía, el ejercicio pleno de su voluntad soberana.

Esta disposición implantó como requisito para ser candidato sin partido, obtener el 1% de firmas del listado nominal en la elección de Presidente de la República y el 2% para cualquier otro cargo de elección popular, mientras que para el caso de los partidos, se incrementó del 2% al 3%, el porcentaje mínimo de votos para conservar su registro.

Las candidaturas independientes, pusieron fin al monopolio de los partidos políticos para nominar ciudadanos a puestos de elección popular. Esta transición político-electoral, ha presionado respecto a las asimetrías del financiamiento y a la cuota de firmas del padrón electoral que deben obtener como respaldo. Sin embargo, debe señalarse que no han quedado exentas de críticas profundas en el sentido de que solo provocaron el debilitamiento de los partidos políticos.

La crisis de representatividad, producto de la desorganización y la anarquía de las estructuras partidistas, fue el caldo de cultivo para que el activismo ciudadano, al amparo de las tendencias internacionales en materia de derechos humanos, haya cobrado un ánimo de repolitización y un interés inusitado por controlar e influir en la toma de decisiones del ejercicio de gobierno, que impuso la apertura de candidaturas sin partido.

Sin embargo, más allá de la creación de estas candidaturas, debió considerarse la exigencia de refuncionalizar integralmente a los partidos como estructuras centrales de todo sistema político-electoral, sustentados por la militancia activa de sus cuadros políticos y sus principios ideológicos y de conducción social; mientras que las candidaturas sin partido, carecen de una estructura social y de una ideología.

Dicho con mayor claridad, el surgimiento de las candidaturas independientes, sin haber fortalecido el sistema de partidos, equivalió a tirar el agua sucia de la bañera, con todo y niño.

Los partidos políticos son institutos impersonales de equilibrio político-social y sus estructuras deben estar bajo consensos y concertaciones democráticas; mientras que un candidato independiente, no rinde cuentas a nadie, ni antes ni después del proceso electoral. Los candidatos sin partido, parecen encauzar una “lid independentista”. No requieren de consensos ni disensos en la toma de decisiones, como tampoco de una conducta exigible desde los principios ideológicos abiertos, que como virtud de emancipación social, dan fundamento y racionalidad a la política.

Estos cuestionamientos, hace tambalear al espíritu del Contrato Social, porque omiten el sentido de asociativismo ciudadano, que en toda democracia, da origen a la praxis política que se opone a la atomización y a la personificación del poder político, a las arbitrariedades de los autoritarismos y a la obstrucción de la distribución del poder político.

La fragmentación y el debilitamiento del ejercicio de gobierno, para un candidato sin partido, actúan bajo la verticalidad de un liderazgo, y no en la horizontalidad de una estructura burocrática. Debido al juego de contrapesos políticos y la correlación de fuerzas que dificultan la toma de decisiones y la operatividad administrativa del Estado, se traducen en ingobernabilidad, se vulneran las estructuras institucionales, y se hace pernicioso el quehacer público, porque se lesiona el espíritu impersonal del poder y se dispersa la autoridad de mando, ya que está en función del personaje, no del proyecto de Nación, ni de una ideología.

La Reforma Política, al no ponderar de manera suficiente los síntomas de descomposición, los estragos y los desaciertos de los partidos, ni las causas del fantasma del abstencionismo, que fue en crescendo; ni su disfuncionalidad, ni las anomias que presentaban y presentan, decapitó su función como conductores sociales.

Esta erosión del sistema de partidos, constituye una pesada carga para la ciudadanía, que no se siente representada por una clase política que percibe lejana y distante.

La desconfianza ciudadana no es gratuita. Se acentuó ante los casos de representantes populares que han sido sorprendidos no sólo en problemas de corrupción y probidad pública, sino por posibles contubernios con la delincuencia organizada.

Frente a estas variables de inconsistencia política del sistema de partidos y ante las anomias por la falta de probidad, debe reconocerse el activismo de organizaciones de la sociedad civil como una nueva fuerza orgánica de conducción social, que presiona a las estructuras partidistas y gubernamentales para salvaguardar limpieza y probidad de las acciones públicas de sus servidores.

Damos la bienvenida a la iniciativa ciudadana de Ley 3 de 3 que busca transformar la indignación social por la corrupción en un esfuerzo constructivo para forjar gobiernos más honestos. http://ley3de3.mx/

No nos equivoquemos: las instituciones fueron creadas no sólo como figuras de operatividad política y fundamento de la voluntad soberana de la ciudadanía, sino como fronteras a los apetitos y autoritarismos unipersonales, que al igual que los representantes sin partido, generan ambigüedades en el ejercicio público y quedan al arbitrio de decisiones que se intentan imponer de manera vertical.

En términos de real politik, se ha ignorado erróneamente que las estructuras de partido afianzan el principio de representación democrática y son el eje central de la institucionalidad política y de gobierno.

Es prioritario fortalecer el sistema de partidos para recuperar los fundamentos primarios de la democracia partidista; para consolidar el ejercicio de gobierno desde el propio sufragio efectivo, y recobrar la credibilidad y la confianza de la ciudadanía en nuestras instituciones.

Agenda

  • Desde el Palacio Nacional el Papa Francisco en su discurso a los mexicanos, dijo que ”…cada vez que buscamos el privilegio o el beneficio de unos pocos en detrimento del bien de todos, tarde o temprano la vida en sociedad se vuelve un terreno fértil para la corrupción, el narcotráfico, la exclusión de culturas diferentes, la violencia, incluso el tráfico de personas, el secuestro y la muerte, causando el sufrimiento y frenando el desarrollo” y advirtió contundente, “…La gravedad de la violencia que disgrega y sus trastornadas conexiones, no nos consienten a nosotros, pastores de la Iglesia, refugiarnos en condenas genéricas“.
  • El CCCEH organizó el Foro Estatal: Retos y Perspectivas Electorales Hidalgo 2016, participaron la Presidenta del IEEH Guillermina Vázquez Benítez, el Presidente del TEEH, Manuel Cruz Martínez, el Subprocurador de Asuntos Electorales, Arturo Sosa Echeverría, y el Vocal Ejecutivo de la 5ª Junta Distrital Ejecutiva del INE, Alberto Durán Romero. Esta semana continúan los Foros Regionales, http://ccceh.org.mx/RPEH/.

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