Según datos del 2015, en México existiría en este momento un dispositivo móvil de conexión a internet por habitante. Es decir hay funcionando en el país unos 120 millones de smartphones (teléfonos móviles inteligentes se ha traducido al español) y tablets.

Lo cual no quiere decir que cada habitante tenga uno, desde luego, sino que la penetración comercial de este tipo de productos es ya importante.  Lo cual tampoco quiere decir que todos esos dispositivos estén conectados a internet con la capacidad suficiente como para utilizar una app.  Es decir una aplicación móvil de acceso rápido y sencillo a la información que consideramos necesaria.

A pesar de ello las ya famosas app, o aplicaciones si queremos castellanizar la contracción de la palabra aplicatión, se cuentan por millones, con distintos propósitos y están a disposición de los usuarios en internet en las tiendas que administran los diferentes sistemas operativos, siendo quizá Android e iOS, las más conocidas, por ser Samsung y iPhone los dispositivos móviles de mayor venta.

Así, pese a la llamada brecha digital, los diseñadores y desarrolladores en materia de tecnologías de la información y la comunicación se ha orientado a crear estas app con fines comerciales y no comerciales, que van desde el simple esparcimiento como juegos, hasta cuestiones académicas o científicas, pasando por el periodismo u orientadas al ejercicio  de derechos económicos, sociales, políticos y culturales.

Todo lo dicho arriba es para contextualizar cómo las app se han convertido en espacios (en el espacio de los flujos que es el ciberespacio) de interrelación de las personas con las entidades públicas en el caso del Derecho de Acceso a la Información Pública (DAIP).  Es decir en vías mediante las cuales se puede acceder o solicitar información que alimenta, por ejemplo, la transparencia gubernamental.

Podemos ver ahora cómo desde la sociedad civil organizada o los órganos garantes del DAI y el Derecho a la Protección de los Datos Personales (PDP) se viene promoviendo el desarrollo de estas aplicaciones para facilitar o en cierto modo hacer más accesible el ejercicio de estos derechos humanos fundamentales.

Podemos poner como ejemplo una nota periodística en España sobre “10 apps para impulsar el gobierno abierto”, en la que se afirma que, “… los dispositivos móviles se están convirtiendo en canales de comunicación directa entre las administraciones y los ciudadanos, haciendo que entre todos las comunidades funcionen mejor y la colaboración social sea un elemento más en la gestión de las mismas.”

En esa dinámica, el Instituto de Acceso a la Información Pública y Protección de Datos Personales del Estado de Tlaxcala (IAIP Tlaxcala), ha realizado el jueves pasado la premiación del “1er. Concurso de APPS” (esperemos que vengan más y no que los nuevos comisionados para el próximo año no le den continuidad al proyecto).

Entiendo por lo que pude captar en dicho evento que dicho certamen lo realizaron exclusivamente con el Instituto Tecnológico de Apizaco y las aplicaciones ganadoras, me parece, son de buena calidad, aunque hay que explorarlas y ver cómo funcionan, qué fallas pueden tener e incluso que detalles se pueden corregir.

Yo he instalado ya en mi iPad, “IAIP Tlaxcala”, he creado mi cuenta, y he realizado una solicitud de información al propio órgano garante, le he solicitado copia simple del “Plan de Acción Local de Gobierno Abierto”; y ahora hay que ver si funciona o no la app, como vehículo eficaz para el DAIP.

He observado detalles en ella, como por ejemplo que al elaborar el PDF de la solicitud se hagan visible datos personales del solicitante en la misma que si se pone uno exigente va en contra del espíritu del sexto constitucional, en cuanto que señala que no es necesario que una persona se identifique para solicitar información.  No estoy diciendo que no sea necesario al crear una cuenta de usuario que requiera esa información, sino que se haga pública.  Tengo la experiencia de que por vías alternas personas “afectadas” por la solicitud de información han llegado incluso a amenazas telefónicas.

Sin embargo es de felicitarse el trabajo de los jóvenes estudiantes y del IAIP Tlaxcala por esta iniciativa.  Considero que hay que darle continuidad no sólo con un segundo concurso, sino con la evaluación del funcionamiento de las app ganadoras para su mejoramiento constante y sobre todo con la difusión de su uso entre los jóvenes que mayoritariamente utilizan smartphones y tablets.

Finalmente quiero decir que como se ha dicho, correctamente, que la transparencia es un arma importante contra la corrupción y tengo la convicción de que la solución a dicho flagelo es generacional; a mí me gustaría ver una app para que los niños ejerzan el DAIP y sobre todo su derecho a la privacidad. Es una idea, quizá alguien la pueda retomar.

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