Durante una entrevista, cuando Enrique Peña Nieto era precandidato a la Presidencia y le preguntaron si conocía el precio del kilo de tortillas él respondió que no: “Yo no soy la señora de la casa”- señaló.

En aquel entonces la respuesta fue tan desafortunada como lo ha sido ahora el manejo de crisis respecto al escándalo de la ya famosa “Casa Blanca mexicana”.

Las aclaraciones que han hecho su equipo y esposa solamente han logrado hundirles más, dando incluso elementos para crecer exponencialmente el escándalo. Es una imparable “bola de nieve”.

Coincido con el maestro Jorge Romero León y me sumo a su exigencia de que, para que se determine si hubo o no un conflicto de intereses, la Secretaría de la Función Pública debería iniciar una investigación e incluso un juez debería ser quien exonere o castigue.

Pero, lo digo con toda molestia, no va a suceder.

Coincido también en que el debate no es si la casa pertenece a la señora o no, si como familia poseen millonarias propiedades o si son humildes como José Mujica, el presidente de Uruguay. El asunto es claro: ¿Por qué la esposa de un servidor público (del más importante del País) tiene acceso a un crédito millonario por parte de una constructora que es proveedora del Gobierno federal? ¿Ese crédito y esas condiciones son accesibles para otras personas o son una consideración especial por ser la esposa del Presidente?

¿Cuántos contratos de obra pública han obtenido dicha constructora desde entonces tanto del Gobierno del Estado de México como del federal?

Son muchas las preguntas y pocas las respuestas. Y, lo digo con toda molestia, las respuestas no llegarán.

Para que los posibles actos de corrupción dejen de litigarse en los medios, donde el juicio es sumario y las explicaciones oficiales son un capítulo de una mala telenovela, requerimos instituciones que investiguen a fondo, con la debida independencia política, que determinen la veracidad de los hechos y deslinden responsabilidades.

En otras palabras, que le ponga punto final a las acusaciones y sancione como es debido.

Mientras no existan esas instituciones, con características que garanticen su eficacia, un escándalo seguirá tapando a otro, la famosa “caja china” seguirá vigente y la apuesta al olvido será el estilo perpetuo de los gobernantes de nuestro País.

Gobiernos abiertos

Esta semana participé en el Encuentro Regional de la Alianza Mundial para Gobiernos Abiertos (AGA) en San José de Costa Rica. Esta alianza conjunta a cientos de convencidos de las bondades de la transparencia, la participación ciudadana y el uso de tecnologías para impactar directamente en la calidad de vida de las personas.

AGA es, digámoslo así, una plataforma que conjunta en la misma mesa a gobiernos y organizaciones de la sociedad civil en igualdad de condiciones, en donde se hacen compromisos de apertura y las organizaciones coadyuvan tanto en su creación como en su vigilancia y monitoreo.

En este año, en el marco de la Asamblea General de Naciones Unidas, México asumió la presidencia de la Alianza, lo que implica un alto compromiso moral tanto con la transparencia como con la ética. Por ello, la casa de la señora y las dudas sobre posibles actos de corrupción que involucran al mismo Presidente toman aún mayor relevancia.

En estos foros, donde participan grandes especialistas a nivel mundial, no sirven las explicaciones baratas y emocionales que inundan la arena mediática. La respuesta siempre es la misma: Que se investigue.

Pero sabe usted, también lo digo con toda molestia, eso tampoco va a suceder y en ese escenario sí es relevante empezar a cuestionar su permanencia frente a este foro internacional.

En La Lupa: Paro nacional

En la inauguración de AGA en San José, la delegación mexicana e incluso de otros países en solidaridad nos levantamos de nuestros asientos y dejamos 43 sillas vacías con los rostros, nombre y edad de cada uno de los normalistas desaparecidos.

Al finalizar el segundo día de sesiones, un centenar de participantes caminamos a la Embajada de México y dejamos velas. Ayotzinapa fue la gota que derramó el vaso de 22 mil desaparecidos en los últimos años.

¿En serio estamos conformes con la fosa nacional que estamos heredando a nuestros hijos?

Si a usted también le indigna, el día de hoy existe la oportunidad para salir a mostrar que somos muchos los que queremos construir un mejor país: 10:00 de la mañana, Plaza Emiliana de Zubeldía.

Fuente: El Imparcial