La contingencia sanitaria que atraviesa nuestro país con motivo del virus SARS-CoV2 (COVID-19), ha traído muy distintos efectos en la vida colectiva de los mexicanos, no solamente en términos de salud, sino también con afectaciones severas en términos económicos, educativos, laborales y de movilidad en los espacios públicos.

Por si esto fuera poco, las noticias alrededor del mundo no son alentadoras respecto a una recuperación pronta y eficaz de esta emergencia de salud, sino que, por el contrario, parecen sugerir la necesidad de adaptar la vida social, a corto, mediano y largo plazo para sobrellevar esta crisis global.

Uno de los fenómenos que se han presentado con extraña notoriedad y que cada vez es más común observar, sobre todo en los medios digitales, son las noticias falsas, también conocidas bajo el anglicismo fake news.

Las fake news han encontrado un espacio muy amplio de difusión derivado de esta contingencia sanitaria, que ha significado la potencialización que se generen y consuman contenidos no verificados y engañosos, sobre todo por parte de las personas que, desde sus hogares, trabajos o espacios públicos o privados, hacen uso del internet y de las redes sociales; todo lo cual, desde nuestro punto de vista, acrecienta un problema cíclico de desinformación colectiva.

Hoy en día, es muy común encontrar ejemplos masivos de noticias falaces. Por citar algunos casos ilustrativos, tenemos los siguientes:

  1. El coronavirus no existe.
  2. El contagio no puede darse en climas cálidos y húmedos.
  3. Los niños son inmunes al coronavirus.
  4. Beber agua cada 15 minutos mata el virus que ingerimos.
  5. Las comidas calientes y picantes, así como el ajo, imposibilitan contraer esta enfermedad e incluso la curan.
  6. Bañarse con alcohol o cloro hace a la gente inmune a ese virus.
  7. Los termómetros infrarrojos para tomar la temperatura dañan el cerebro ya que matan neuronas.
  8. En los hospitales que atienden a pacientes por COVID-19 les roban el líquido de las rodillas.
  9. Las próximas vacunas contra la enfermedad implantarán chips para controlar a la gente.
  10. A través de la tecnología 5G se contagiará a las personas con la nueva cepa del virus.
  11. Las fiestas COVID generan “inmunidad de rebaño” para los asistentes.

Esta información falsa en torno a la pandemia genera una grave crisis informativa, que pone en riesgo a la población al complicarles formarse un juicio adecuado y, por ende, oportuno y preciso respecto a las medidas que deben adoptarse para paliar los efectos negativos en su salud y las de sus familias.

Si a lo expuesto añadimos la falta de una política sanitaria homogénea o al menos sistemática y armónica alrededor del mundo, en donde cada Estado-Nación (e incluso a nivel regional dentro de cada país) ha optado por soluciones que, en algunos casos son diametralmente opuestas y fuera de un contexto de rendición de cuentas, tenemos como resultado escenarios que implican nuevos riesgos para la vida y salud de sus habitantes. Veamos:

  • Claras son las políticas de algunos países orientales que decidieron seguir medidas sumamente restrictivas a la movilidad de los ciudadanos e incluso a su privacidad y a la protección de su información (intervención telefónica, cámaras de seguridad, aplicaciones de rastreo y localización, etc.) llevándolos a la coyuntura de tener que elegir entre privacidad o salud.
  • En el otro extremo, están algunos países del continente americano que no solo han minimizado los efectos nocivos del coronavirus, sino que su desprecio por las medidas preventivas han incidido en la exposición al riesgo de contagio, poniendo en peligro la vida e integridad de las personas.

En todo caso, al efecto adverso de las fake news y a las consecuencias negativas derivadas de políticas de salud inadecuadas e invasivas a la privacidad de la ciudadanía, habría que añadir, al menos, dos elementos más que dan forma a una crisis generalizada en nuestros tiempos; nos referimos, particularmente, a los siguientes: a) La falta de información fidedigna y en tiempo real respecto al número de contagios, recuperaciones e información hospitalaria y preventiva; asimismo, b) La inadecuada planeación y la falta de responsabilidad para prevenir, mitigar y frenar el dañino impacto laboral y en la economía de nuestras sociedades.

Algunos esfuerzos se están realizando alrededor del globo para combatir las fake news y el resto de las afectaciones a que nos hemos referido; por mencionar solo dos, tenemos el portal de internet de la Organización Mundial de la Salud, la cual se ha dado a la tarea de desmentir dichas aseveraciones perjudiciales, como un mecanismo de prevención de la ciudadanía en el mundo. A nivel local en México, el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales, ha desarrollado un micrositio que tiene como propósito brindar información clara y precisa sobre el derecho a la protección de datos personales (tanto a los dueños de los mismos como a las instituciones de salud que manejan dichos datos).

Ambos casos, son buenas prácticas que permiten la adaptación de nuestras sociedades frente a los nuevos retos generados por la pandemia del COVID-19. Un caso más, importante e interesante, es la guía jurídica desarrollada por el Instituto de Investigaciones Jurídicas de la Universidad Nacional Autónoma de México y otras instituciones que sumaron sus esfuerzos para generar un documento de consulta, con el propósito de orientar jurídicamente a la ciudadanía y clarificar cuestionamientos, situaciones y problemáticas de índole legal (mercantil, civil, familiar, inmobiliario, de salud, movilidad, etc.) que pudieran enfrentar derivado de la emergencia sanitaria.

Finalmente, frente a esta coyuntura histórica que implica la contingencia sanitaria mundial, resulta importante destacar dos factores que nos parecen clave y que, sumados a los que han sido mencionados con anterioridad, pueden contribuir a contrarrestar el peligroso círculo de desinformación causado por las fake news y las consecuencias negativas generadas por la falta de adecuadas políticas nacionales e internacionales en los ramos informativo, económico y sanitario:

  1. En primer lugar, ante las fake news, es preciso adoptar una actitud cuestionadora y analítica para no creer todo lo que se dice o se transmite por redes sociales e internet. En todo caso, es indispensable verificar la calidad y objetividad de las fuentes de información de las que provienen los datos que recibimos y consultar con mayor frecuencia sitios oficiales que ofrezcan información fidedigna y certera. Todo lo cual permitirá contar con insumos para la formación de un criterio u opinión documentada y real, que posibilitará la adopción de mejores decisiones en términos de salud frente a la etapa de contingencia que vivimos.
  2. La rendición de cuentas de las autoridades en estos tópicos (salud, privacidad, empleo, ingresos) es vital, ya que no solo es un derecho ciudadano aislado y ocasionalmente operable, sino que constituye una obligación permanente de los gobernantes y de las instancias de salud públicas y privadas. Por tanto, el ejercicio de los derechos ciudadanos vinculados con la rendición de cuentas, como son el acceso a la información, el derecho de petición, la libre manifestación de las ideas e inclusive la fiscalización ciudadana y la denuncia pública, constituyen piedra angular que vuelve real las exigencias ciudadanas y que, en una democracia, se enfocan al mejor desempeño de nuestras instituciones y a la satisfacción de las demandas sociales, más aún en los tiempos  de crisis sanitaria como la que enfrentamos.