En una era enmarcada por la constante expansión de las tecnologías, la proliferación de dispositivos conectados y el crecimiento exponencial en la recopilación, el intercambio y el uso de datos, la garantía de nuestra privacidad representa un reto significativo en lo individual y en lo colectivo para todos los Estados.

Tecnologías disruptivas como la Inteligencia Artificial generativa, los neurodatos, la neurotecnología; la realidad aumentada, o activos como el blockchain, plantean desafíos para mediar entre la innovación y la protección de nuestra información personal.

Por ello, es importante comprender que la privacidad y la protección de los datos personales son derechos fundamentales que todas y todos los sectores estamos llamados a salvaguardar. Su garantía plena y efectiva requiere de la cooperación y el trabajo conjunto, pues sólo así podremos promover regulaciones sólidas, mejores prácticas de seguridad y generar una mayor conciencia sobre la importancia de estas prerrogativas en un mundo cada vez más conectado.

En ese sentido, más de 130 autoridades en la materia, observadores y organismos de cooperación internacionales nos dimos cita en la 45ª Asamblea Global de la Privacidad, un foro para intercambiar reflexiones y perspectivas que permitan identificar soluciones a los desafíos que entraña la privacidad y la protección de los datos personales, a fin de que se preserven y protejan en un entorno digital en constante evolución.

En esta asamblea, que es presidida desde 2021 por el Inai, y en la que participé junto a mi colega Josefina Román Vergara, quien coordina los trabajos en la materia, se desarrollaron enriquecedoras discusiones que fomentaron la construcción de acuerdos más sólidos encaminados a fortalecer la protección de estos derechos conforme a las mejores prácticas a nivel internacional, lo que es crucial dado que la evolución normativa, a menudo, se ve desafiada por la constante irrupción de nuevas tecnologías.

En este foro se analizaron temas como la importancia de la protección de la privacidad en los activos digitales y la necesidad de equilibrar este derecho, así como la importancia de promover la ética en el desarrollo de la tecnología como un elemento esencial para su adopción generalizada que permita brindar confianza y certidumbre a las personas; pues si las personas saben que su privacidad está protegida, es más probable que las utilicen.

Asimismo, se debatió en torno a la importancia de la gestión del riesgo como tarea fundamental para materializar la protección de los datos personales, y cómo las organizaciones deben centrarse en analizar el impacto en las personas y su contexto, a fin de poder mitigarlo de manera eficiente.

Lo anterior, debe de estar sustentado en la garantía de los derechos humanos para generar bases mínimas necesarias para todos los sectores de la sociedad, pues no podemos permitir la innovación a costa de la merma absoluta de nuestra privacidad, ya que se comprometerían los sistemas democráticos.

Para concluir, se abordó la visión y perspectiva de los pueblos originarios en donde se reveló contundentemente la deuda histórica que tenemos con ellos a nivel global, puesto que el derecho a la privacidad se concibió y se ha desarrollado sin tomarlos en cuenta.

Sin duda, este foro global se consolida como un espacio propicio para que, con nuestros pares del mundo, reiteremos el compromiso de continuar construyendo, en unidad, fortalezas, acciones y estrategias que aseguren que la cultura de la privacidad y la protección de la información de carácter personal sean elementos ineludibles en las políticas y estrategias de seguridad y desarrollo a nivel mundial. Nuestro objetivo es trascender el discurso y convertir nuestras palabras en acciones tangibles.

Fuente: Excelsior