Sin duda, una de las mayores interrogantes del ejercicio de gobierno, es responder a la pregunta, ¿qué quiere el pueblo?

Este cuestionamiento no parece insólito ante los desaciertos de los gobiernos del mundo, ni frente a la desesperanza humana, agudizada por los estragos de la crisis de representatividad, que se aviva en la pobreza y en la desigualdad social.

México adoptó como forma de gobierno la república representativa, democrática, laica y federal, en la que, a los partidos políticos como entidades de interés público, corresponde integrar la representación política, es decir, los órganos que ejercen el poder.

Este trazo político, impone responder a los siguientes cuestionamientos: ¿Cuál es el problema que prima en el deficiente y deficitario ejercicio de gobierno? ¿Qué lo propicia? ¿Cómo se puede mejorar su precario desempeño? ¿Cómo recobrar el extravío ideológico, que ha debilitado los principios fundamentales de la democracia centrados en la voluntad del pueblo, y ha terminado por limitar su capacidad de conducción social?

Urge hacer frente a la escasa capacidad de los partidos para articular respuestas a las necesidades sociales. Hoy la ciudadanía los percibe como estructuras anquilosadas y contaminadas de nepotismo y corrupción.

Lastima ver a los ciudadanos alejados de los partidos políticos. Es notoria su desafección, desmoralización social y pérdida de credibilidad. Los partidos, requieren revertir su primitivismo político y carencia de compromiso democrático y social. Deben revisar profundamente las tareas y compromisos que les impone el mandato constitucional de integradores de la representación política.

Hasta no hace mucho tiempo, las candidaturas eran un monopolio de los partidos políticos. Navegaban sin mayores obstáculos amparados en que su representatividad, la sustentaba la voluntad del pueblo. Nuevo León y “El Bronco”, nos mostraron otro México. Los ciudadanos, con una buena dosis de hastío, le dieron la espalda al sistema de partidos, desatándose un advenimiento de candidaturas sin partido, como remedio a la crisis de representatividad.

Este efecto se ha acentuado en el país ante la contienda electoral de 2016. Sin ir más lejos, en Hidalgo, 47 aspirantes sin partido han solicitado su registro al Instituto Electoral del Estado de Hidalgo (IEEH). Pero ante lo ocurrido en el reclusorio de Topo Chico, en Nuevo León, surge la incertidumbre sobre ¿qué clase de respuesta puede darle a la sociedad un candidato sin partido?

Salir de este debilitamiento del sistema democrático, implica recuperar el rumbo y la virtud de nuestro sistema político, para restaurar su firmeza, dinamismo e identidad política y hacer valer la voluntad de la ciudadanía y de sus estructuras sociales.

No nos equivoquemos. Hay que recobrar la ideología, porque no es una prerrogativa ni de partidos ni de candidatos, ni tampoco es un conjunto de ideas vacías al margen de los anhelos de justicia y reivindicación social fuera de todo curso histórico.

No permitamos que el aislacionismo político de candidatos sin partido, vulnere la conducción social, ni coloque a la ideología al margen del ejercicio político, convirtiéndola en ínsula que no arroje luz al naufragio social que vivimos.

La memoria colectiva no debe estar ausente. La falta de claridad política, los mesianismos, los populismos y el abandono de la lógica programática de la planeación gubernamental, causan la atomización del tejido social y la pérdida de corresponsabilidad pública. ¿No son prueba fehaciente de ello, el creciente abstencionismo y el voto nulo?

Hasta ahora, las estrategias partidistas en los procesos electorales esgrimen prácticas clientelistas y alianzas políticas al margen de principios e ideologías, lo que evidencia que la contienda democrática se trata sólo de la búsqueda del poder por el poder.

El ciudadano está distante de ser el epicentro de las acciones del Estado, y lejos queda la reconciliación entre sociedad civil y sociedad política. La voluntad ciudadana no se expresa en la edificación de la justicia y la igualdad social. Se fomenta la despolitización y el abandono ideológico y los partidos políticos, se convierten en estructuras burocratizadas de desinterés social.

Lorenzo Córdova Vianello, Consejero Presidente del INE, acertadamente señala que los partidos políticos “…se han permeado de un pragmatismo electoral y han perdido la brújula ideológica que durante mucho tiempo orientó la definición de las propuestas de los programas políticos…para fortalecer la democracia es indispensable la construcción de gobiernos de coalición estables y de largo aliento”.

Certero es el análisis de Córdova Vianello en cuanto a que el abandono ideológico de los partidos ha sido sustituido por el pragmatismo electoral; pero inconsistente en cuanto a la constitución de coaliciones, que en los hechos causan vacíos e incertidumbre en el ejercicio del quehacer público, porque su hibridación asemeja mezclar agua con aceite, lo que es una purga para la ciudadanía.

La competencia político-electoral de 2016, no debe ser la excusa para abandonar principios e ideología en la búsqueda de dividendos electorales, ni debe ampararse en el pragmatismo de partidos y candidatos. Constituye una oportunidad para priorizar la vigencia de la voluntad ciudadana en las plataformas programáticas de sus candidatos y la ocasión para hacer de la voz del pueblo, la vanguardia del ejercicio de gobierno.

Los ciudadanos observan que el pragmatismo electoral de partidos y candidatos, quebranta el espíritu cierto de la voluntad ciudadana en el quehacer público. Traiciona la convicción ideológica de la que emana la legitimidad de sus acciones. Provoca la indefensión del tejido social y genera la dolorosa percepción de que el sistema de partidos, es un monstruo político, por la desfachatez de su utilitarismo electoral, y la prostitución del sufragio, en un mundo del revés político.

La clase política lamenta que impera la apatía ciudadana, mientras que realiza grandes esfuerzos centrados en el marketing político para sustituir las soluciones que demanda la ciudadanía, por el disfraz demagógico de liderazgos unipersonales, cuyo mesianismo repite una historia fallida de la partidocracia: el quebranto de la voluntad ciudadana.

Agenda

  • En el marco de la normalización de las relaciones bilaterales entre Cuba y los EEUU, se anunció la visita del Presidente Obama a la isla; al tiempo que comenzó el proceso de desmantelamiento de la prisión de la base militar estadounidense en Guantánamo y la devolución del territorio en que se ubica.
  • Jorge G. Castañeda, impulsor de la reforma política para admitir a candidatos sin partido, presentó el libro “Sólo así: por una agenda ciudadana independiente”, en el que plantea la necesidad de una candidatura presidencial independiente única, en una batalla entre dos frentes: la partidocracia y los independientes.

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