Solo un enfoque integral, que asuma el fenómeno migratorio en sus ventajas y derechos, podrá subsanar una crisis que no parece remitir
En medio del creciente flujo, se llevó a cabo el Tercer Diálogo de Alto Nivel en Seguridad, que reunió altos cargos de las administraciones de ambos países. El principal objetivo en la agenda, además de detener el tráfico de fentanilo y armas a ambos lados de la frontera, fue encontrar soluciones al flujo migratorio actual, tema que por primera vez fue incorporado al diálogo. A pesar de las declaraciones de buena voluntad, los acuerdos se limitaron al control migratorio. Además de que el encuentro estuvo ensombrecido por el anuncio de 32 kilómetros nuevos de muro fronterizo. Dicha estrategia disuasoria se suma a la reciente creación de los centros de procesamiento en Latinoamérica. Si bien hasta fines del mes pasado, cerca de 30 mil personas ya habían sacado un turno, el programa no ha sido lo esperado: la demanda de citas superó con creces la oferta, limitando la cantidad de solicitantes. Además, sólo ofrecen la tramitación de entradas legales a Estados Unidos para personas calificadas que buscan estatus de refugiados, reunificación familiar o permisos de permanencia temporal, dejando sin ninguna opción a la mayor parte de los migrantes.
Por lo que toca a la estrategia nacional, parece ya lejano el discurso que sostenía que el problema migratorio debía resolverse con incentivos de desarrollo. Baste analizar las 15 acciones coordinadas entre Ferromex, la patrulla fronteriza y las autoridades mexicanas con el objetivo de evitar que los migrantes arriesguen o fallezcan en su trayecto. La supuesta “despresurización de la frontera” resultó, en realidad, una dinámica de retorno. Entre los acuerdos está coordinar operativos con el Ejército, Guardia Nacional y policías estatales, contar con medios de transporte aéreo y terrestre para el retorno de los migrantes, así como realizar gestiones con los gobiernos para que reciban a sus connacionales. El enfoque tanto de Estados Unidos como de México esta centrado en la securitización de las fronteras sur y norte: disuasión, deportaciones y retornos, además del despliegue de elementos militares y de seguridad. Por el momento, no parece haber sobre la mesa políticas más integrales.
Quedará pendiente ver qué propone la reunión, con los presidentes y cancilleres de 11 países de América Latina relacionados con el fenómeno migratorio, convocada por el mandatario mexicano para el 22 de octubre. Por el momento, sin embargo, la conclusión parece clara: solo un enfoque integral, que asuma el fenómeno migratorio en sus ventajas y derechos, podrá subsanar una crisis que no parece remitir.
Fuente: El Universal