Por: Luis Alberto Ramos

Nuestro País a partir de los años 50´s ha tenido importantes modificaciones en su Política Electoral entre las que sobresalen:

  • 1953 Derecho dado a la mujer para votar, hace 61 años.
  • 1969 Se modifica la edad para que los jóvenes voten a partir de los 18 años en lugar de los 21 que anteriormente se manejaba, hace 45 años.
  • 1977 Aprueban los cambios para tener 200 diputados de representación proporcional. Hace 37 años.
  • 1990, La creación de un Instituto Federal Electoral, hace 24 años.
  • 2013 Se crea el Instituto Nacional Electoral. Hace 1 año.
  • 2013, se aprueban las candidaturas independientes en el Senado de la República, aprobándose estas leyes en el estado de Guanajuato en el 2014.

Los partidos políticos del país, han tenido en sus manos la oportunidad de crear una ciudadanía comprometida con sus pensamientos, doctrina, propuestas y sobre todo con la Gobernanza, por desgracia la mayoría han fallado y esto de manera individual, y no han hecho un alto en el camino para saber cómo aprovechar la esperanza que tiene el Ciudadano de tener un mejor País. Por supuesto los partidos tienen códigos de honor sensatos, pero escritos en el papel, que cuando el hombre los toma para aplicarlos, los olvida y entonces ante este hecho el Ciudadano se pregunta, ¿Quién podrá ser mejor?, a quien confiar la gobernanza, si todos prometen y a la hora de cumplir, trabajan para un partido, para unos cuantos, para su gente cercana o los oportunistas que se adhieren a las personas en turno, solo por conveniencia y después los principios se rompen.

Es muy importante mesurar las expectativas, por lo que no deben verse como un mecanismo aislado, sino como un componente más del sistema político de México, que obligue a los candidatos de los partidos a tener mejores hombres y también a que a su arribo al poder los independientes, traten de cubrir las expectativas de los electores.

El tramo es largo, se debe construir un andamiaje para que los hombres y mujeres que se propongan como candidatos independientes verdaderamente desarrollen y defiendan el servicio ciudadano, y no sucumban ante la tentación de los partidos políticos en su desempeño, por factores que los obliguen a claudicar de sus principios, pero además se debe cuidar de alguna forma el origen de los recursos, que aunque la ley lo prevé, la simulación ha sido uno de los factores que ha ayudado a obtener resultados favorables en las urnas.

En este ejercicio de conformar una ciudadanía sana y comprometida, cito extractos del discurso de “Don José Figueres Ferrer” en donde habla de la “responsabilidad ciudadana”

Ciudadano Consciente:

Uno de los derechos fundamentales del Ciudadano en un país libre, es el de criticar a su gobierno. El ejercicio democrático supone que si los votantes no pueden expresar con toda libertad, sin ningún temor, su desagrado por cualesquiera hechos o prácticas del gobierno, las malas tendencias no se corrigen, y el país adquiere rápidamente los defectos de sus gobernantes.

Además, en nuestro credo político el gobierno es simplemente el representante del pueblo soberano, dentro de ciertas normas establecidas por la ley y por la tradición, y no puede oponerse a que sus poderdantes le digan si hace bien o hace mal, en opinión de ellos. Emitir esa opinión con lealtad, es una responsabilidad ciudadana.

En esta Carta que hoy le dirijo, querido Ciudadano, yo le hago esa pregunta. ¿Me permite usted que lo critique? Si está anuente, por favor siga leyendo. Si no, le ruego no continuar, porque no sé si tengo derecho a criticarlo a Usted, y no quiero hacerlo sin su permiso.

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Muchas veces he oído decir que los candidatos a la Presidencia son una cosa cuando escriben o hablan en público durante la campaña, y otra cosa, muy distinta, cuando han asumido el Poder.

Pero ¿es acaso que la mayoría de los habitantes del país, como sus dueños que son, dan siempre buen ejemplo al mandatario, que no es sino su administrador? ¿Es que todos se comportan como deben, en el desempeño de la responsabilidad ciudadana?

A veces un candidato dice en un discurso político: “No habrá excepciones en mi gobierno. No habrá privilegios. Todos los ciudadanos serán tratados por igual, conforme al respeto que merecen, y de acuerdo con la ley”. El público aplaude con entusiasmo. “Eso es lo que queremos” gritan las gentes.

El candidato se siente alentado con esas ofertas de cooperación, ante la necesidad evidente de acabar con las viejas prácticas nocivas de nuestro sistema político. Pero al día siguiente de ganadas las elecciones, y después durante todo el período gubernativo, sucede el fenómeno contrario: numerosas personas se acercan al gobierno que ofreció no hacer excepciones, para pedirle una excepción, para solicitar favores.

Pero hay que reconocer también a un gobierno que trabaja de la mejor manera que puede, y le hace frente, con paciencia, a las vicisitudes de la vida nacional, y va saliendo avante de todo, con el respaldo de los buenos ciudadanos, el público no da crédito a quienes no hacen más que tirar piedras.

En semejante situación se hace más grave aún la responsabilidad ciudadana. Cuando un país está viviendo una etapa histórica importante, como la que ahora atraviesa nuestro país, si quienes no la comprenden se ciegan, quienes la apoyan están en el deber de mirar con doble claridad.

Con doble claridad, querido ciudadano, debemos usted y yo mirar hoy nuestra ciudad, nuestro país.

 

Gracias por su atención

Luis Alberto Ramos