El salario mínimo en México es el más bajo entre los países de la OCDE y uno de los más bajos de América Latina. Esto es altamente contrastante con otros indicadores económicos en la región, ya que de manera paralela, México es la segunda economía más grande y el primer lugar en exportación de bienes manufacturados. El salario mínimo en México ha perdido el 75% de su valor entre 1976 y 1996. De 1997 a la fecha ha sido ajustado sólo en proporción de la inflación. En este contexto, diversas organizaciones agrupadas en la Acción Ciudadana Frente a la Pobreza ha hecho pública su exigencia, de aplicar un aumento gradual y significativo al monto del salario mínimo, y no repetir de manera inercial los ajustes sólo en función de las tasas de inflación.
El salario mínimo en México está previsto en la Constitución mexicana. El artículo 123 establece que el monto que se fije a éste, deberá ser suficiente para cubrir las necesidades de un trabajador y de su familia. El salario mínimo es fijado por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos conformada por 1 representante de la Secretaría del Trabajo, en su calidad de Presidente, y 22 representantes sindicales, 11 del sector patronal y 11 trabajadores.
En 2015, el Congreso de la Unión aprobó una ley que “libera” el salario mínimo como unidad de medida para otras tasas, sanciones o servicios (por ejemplo, la tasa de interés en los proyectos de vivienda financiados con fondos del gobierno de los trabajadores). Por lo tanto en este nuevo escenario un aumento al salario mínimo no tendría ninguna implicación para otros conceptos distintos al propio salario. De acuerdo con datos de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), alrededor del 55% de mano de obra trabaja en el sector informal, sin prestaciones ni seguridad social, elementos que son obligatorios por ley. Sin embargo, el salario mínimo es una unidad de referencia que se utiliza para el salario de los trabajadores formales e informales. Al menos 3,5 millones de trabajadores –la mayoría de ellos empleados en el sector informal– ganan un salario mínimo.
Existe diversa evidencia que muestra que el ajuste al salario mínimo en México no solo es viable sino que además impactaría en variables como la calidad del empleo, escolaridad y productividad.