Contrario a los pronósticos que amenazaban con una oleada de sangre y un fuerte abstencionismo, las elecciones del día de ayer contaron con una significativa participación ciudadana del 48% – según el conteo rápido del INE- y con saldos blancos en varias entidades de la República.

El resultado perfila un paisaje político dominado por la pluralidad y las alternancias. Los saldos de la elección muestran, en primer lugar, que a pesar del excesivo gasto, las prácticas clientelares, el uso político de los medios electrónicos y el limitado debate político, el voto importa y éste permite evaluar el desempeño inmediato de los gobiernos. Así se explica la posible alternancia en las gubernaturas en las que, de confirmarse la tendencia de los conteos rápidos, el PRI gana cuatro de nueve (Guerrero, Sonora, San Luis Potosí y Campeche); el PAN conquista Querétaro y Baja California Sur mientras que el PRD recupera Michoacán. Estas tres fuerzas políticas prevalecen como las más consolidadas en todo el país. De igual forma, según el conteo del INE, en la Cámara de Diputados el PRI tendrá la bancada más baja de su historia (entre 196 y 203 diputados) pero podrá ser mayoría con sus alianzas partidistas; el PAN se mantiene (105-116 diputados) y el PRD vive los costos de su fractura con apenas 51-60 diputados. El PVEM sería la cuarta fuerza política en el Congreso (41-48), seguido de Morena (34-40 diputados), del Movimiento Ciudadano (24-29) y del PANAL (9-12 diputados). De los partidos satélite, el PT conserva el registro (3-4 diputados) y Encuentro social tendría hasta 8 diputados mientras que el Partido Humanista podría perder el registro.

Sin duda, el caso más llamativo de este proceso electoral es el del ex-priísta Jaime Rodríguez “el Bronco”. El candidato independiente que parece haber conquistado la gubernatura de Nuevo León no sólo logró atraer los reflectores de la prensa nacional e internacional sino que se convirtió en una alternativa frente a las propuestas de los partidos políticos convencionales. El caso del Bronco sienta un precedente importante no sólo por el entusiasmo que generó en los votantes que dieron masivamente su preferencia electoral ( 60% ) sino porque en medio de los recientes escándalos de corrupción, logró capitalizar el hartazgo ciudadano por el abuso y la falta de rendición de cuentas de los partidos políticos. Después del Bronco, es imposible pensar que no habrá un caso similar en el 2018. De ahí que sea tan relevante la viabilidad de su proyecto político y el éxito de su gestión.

Por la importancia del tema, al inicio de las campañas electorales los diez partidos políticos con registro dedicaron en sus respectivas plataformas electorales unas líneas al diagnóstico del problema de la corrupción en México. Sin embargo, sólo el PAN, PRI, PRD, Movimiento Ciudadano y Encuentro Social se atrevieron a plasmar con mayor claridad estrategias y líneas de acción que pudieran convertirse en reformas o programas de gobierno. Tras la elección 2015, el Presidente Enrique Peña se apresuró a decir que las reformas continúan. Sin embargo, para que las leyes se conviertan en prácticas y las prácticas en resultados se requiere de credibilidad y congruencia algo que justo antes de la elección quedó en entredicho y que sigue pendiente en la agenda de prioridades ciudadanas.