El proceso electoral de 2021 representa para el Sistema de Partidos un reto mayúsculo, porque tendrán que enfrentar la falta de credibilidad y confianza de la ciudadanía; condición que conlleva primero, la obligación de determinar con precisión qué factores inciden en esta mala calificación, y segundo, establecer la manera cómo deberán poner remedio.

Veremos que los partidos políticos no son percibidos como auténticos representantes de los intereses sociales, y muestran cada vez menos capacidad para constituir gobiernos competentes para resolver los problemas que aquejan a la sociedad, como la inseguridad, la falta de servicios de salud y educación, la pobreza, la desigualdad, la corrupción, la impunidad, el desempleo, el desarrollo económico, etc.

La pérdida de credibilidad y confianza provocó en la elección del 2018, que dirigentes, militantes y simpatizantes de diversos partidos, reorientaron sus preferencias hacia el partido que actualmente está en el gobierno federal. Hecho significativo que muestra la génesis de los problemas que aquejan al Sistema de Partidos y plantea la urgente necesidad de emprender acciones que corrijan la falta de solidez partidista, provocada por el abandono de las ideologías, el ejercicio de gobiernos alejados de los intereses de la sociedad, el descuido de las bases militantes y liderazgos, y la prevalencia del pragmatismo e individualismo para imponer los intereses de una élite política.

Falta un Proyecto de Nación capaz de promover la Unidad Nacional desde lo local, rechazar las prácticas impositivas en la selección interna de candidatos, corregir la falta de posiciones ideológicas y programáticas, fortalecer la capacidad para establecer compromisos ciertos, y enmendar la pérdida de una identidad definida. Estascondiciones configuranun escenario de crisis y cuando la ciudadanía confirma que nadie la representa en la gestión de sus legítimas demandas, pierde el interés de participar y destruye la esperanza abrigada en los partidos, al descubrir que tienen otras prioridades, lo que hace imposible recuperar la credibilidad y la confianza perdidas.

Mientras los partidos políticos sigan siendo máquinas para ganar elecciones y no rectifiquen su desempeño para concretar su objetivo primordial, de constituir órganos del poder público funcionales, que representen los verdaderos intereses de la sociedad; ejerzan un gobierno comprometido no sólo con promover la participación de la ciudadanía en la toma de decisiones, sino en mantener una cercaníaque favorezcauna intensa comunicación y fomente condiciones de gobernanza y gobernabilidad para una convivencia armónica y con paz social, persistirán la desconfianza y la falta de credibilidad.

Al respecto, Peter Mair expresa que: “…los partidos…se han desconectado hasta tal punto de la sociedad en general y están empeñados en una clase de competición que es tan carente de significado que ya no parecen capaces de ser soporte de la democracia en su forma presente”. (https://bit.ly/3lFjmbC)

Esta consideración tiene que ser entendida por los partidos políticos, no pueden pasar por alto lo que expresa Roberto García Jurado, cuando afirma que: “…son las instituciones más importantes de la democracia, porque sus funciones de representación, formación de liderazgos, definición ideológica y responsabilidad pública son primordiales, al grado de que difícilmente podría concebirse un orden democrático sin ellos” (https://bit.ly/3lFjmbC), por esta razón están obligados a cumplir su responsabilidad sustancial de constituir órganos del poder público abandonando lo que Octavio Ramírez Araujo denomina “el pragmatismo utilitario-electoral”, que consiste en ganar votos y (con ellos) obtener cargos y posiciones, al margen de principios, programas y proyectos. (https://bit.ly/3qyMtkD)

Proceder de esta manera es el único camino para recuperar la credibilidad y la confianzaen las instituciones y estaren condiciones de hacer frente a estos grandes retos de nuestro desarrollo democrático, cuestión importante porque impacta todos los ámbitos de la vida. Carlos Elizondo Mayer-Serra lo bosqueja en los siguientes términos: “En pocos temas existe un acuerdo tan claro sobre su importancia, como en la necesidad de buscar mecanismos para recuperar la confianza en el gobierno. Sin esta confianza, sería muy complejo generar los bienes públicos que la sociedad mexicana requiere para convivir democráticamente y la economía para crecer sostenidamente. Sobran ejemplos de políticas públicas de loables objetivos que son insostenibles por la poca confianza de la sociedad en el gobierno.

(https://bit.ly/36Mxgo2)

Pero por si los problemas que causan malas prácticas de los partidos políticos fueran pocos, están la corrupción, la impunidad y la disfuncionalidad gubernamental, que constituyen enormes dificultades que es preciso corregir, por ser determinantes de esta crisis de credibilidad y confianza, lo que exige atenderlas con acciones sistémicas consideradas en una política pública consensada y transparente.

La corrupción es un hecho condenable que exhibe la apropiación y desvío de recursos públicos, viola perversamente la ley, impacta los resultados de programas y proyectos, causa daños desastrosos al sistema político y de gobierno, y muestra la ausencia de probidad, que debería ser la premisa de conducta de los servidores públicos.

Asimismo, Antonio Santiago Becerra refiriéndose a la disfuncionalidad gubernamental, dice que: “…la ineficiencia es un factor altamente corrosivo que tiene más peso en el repudio público que la propia corrupción. Si esta última infringe la ley y desvía los recursos de manera inmoral y perniciosa, la ineficiencia los desperdicia, provoca incumplimientos, frustra las políticas públicas y muestra la fea cara de la incompetencia gubernamental. Cuando ambas coinciden en una institución o en un conjunto de ellas sus efectos sobre la credibilidad son devastadores. Éste es precisamente el drama del entramado institucional mexicano. Éste es el nudo gordiano al que se enfrenta la democracia de México para legitimarse y legitimar a la clase política.” (https://bit.ly/36Mxgo2)

En el proceso electoral del 2021 los ciudadanos debemos exigir a partidos y candidatos definiciones claras respecto al plan de gobierno y a la agenda legislativa que ofrecerán en sus campañas, evaluarlos en función de ello y tomar nuestra decisión de voto; ya basta de que los candidatos prometan el cielo y las estrellas, queremos que asuman con responsabilidad política, el compromiso de constituir gobiernos y poderes legislativos que sean factor de equilibrio y contrapeso, que garanticen un gobierno funcional que no malgaste los recursos públicos, que sea eficiente y eficaz, y tenga una gestión capaz de generar resultados y respuestas a las demandas ciudadanas.

Agenda

  • Transparency International realizó la Conferencia Internacional Anticorrupción (IACC), participaron expertos, artistas, activistas, políticos y líderes sociales. Hicieron un balance de los desafíos de la lucha contra la corrupción y el compromiso de luchar por un acceso justo y equitativo a las vacunas, una recuperación económica justa, sin dejar a nadie atrás y hacer que gobiernos y representantes electos rindan cuentas.
  • Felicito a la Red por la Rendición de Cuentas la celebración del Noveno Seminario Internacional “Federalismo y Combate a la Corrupción en América Latina”, Hacia un Nuevo Pacto Social, en el marco de la FIL de Guadalajara, que hoy tiene su último día de actividades.

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