De alguna manera alerté desde hace casi un mes aquí, que la crisis en el IAIP Tlaxcala, podía agravarse y así está ocurriendo.

Lo más nuevo y lamentable es que se habla ahora de violencia de género.  La Comisionada Marlene Alonso, acusa de ello a los Comisionados David Cabrera y Francisco Morones; pero también dos mujeres trabajadoras, profesionales ellas que conozco porque laboran ahí desde que yo era comisionado, del instituto acusan de lo mismo a la Comisionada Alonso.

El 8 de marzo pasado en presencia de la Comisionada Alonso, las representantes del llamado Frente Nacional para la Sororidad en Tlaxcala, que con esto se dan a conocer en la entidad propiamente, le exigen, según La Jornada de Oriente, a los Comisionados Cabrera y Morones “ofrecer una disculpa pública por los actos misóginos en que han incurrido…” en contra de ella.  Incluso ella misma, en un video para el portal La polilla Tlaxcala, habla de que teme por su vida y que en su oficina ha recibido amenazas, casi a punto de llorar.

En esa lógica un día antes ella misma ha presentado ante la Comisión Estatal de Derechos Humanos en la entidad, según El Sol de Tlaxcala una “queja por acciones discriminatorias, violencia de género e institucional, de acceso igualitario a las acciones públicas y participación en asuntos públicos del estado, incluyendo la toma de decisiones y el principio de legalidad”.

Y para finalizar la información básica para el contexto de la reflexión de hoy, reparando que el conflicto se ha mediatizado en exceso, en el programa “Hablemos reporteros” de Roberto Nava Briones, Nancy Cuatzo y Coni, explican a detalle abusos por parte de la Comisionada Marlene Alonso.

Así, más inmersos en el escándalo, que buscando verdaderas soluciones al conflicto es que nos alcanzarán las vacaciones de Semana Santa y los usuarios de los Derechos de Acceso a la Información Pública y la Protección de Datos Personales, en Tlaxcala, no tienen quien se los garantice.

Y si la dinámica sigue siendo la imperante violación de la autonomía constitucional del órgano, más la inacción del Consejo Nacional del Sistema Nacional de Transparencia, el desenlace, lo aviso, puede ser el peor de todos los que nos podamos imaginar: la destitución, vía juicio político partidizado, en el Congreso del estado, ya sea de alguno(s) de los Comisionados o de plano de todos.

Porque analizando los pronunciamientos, tanto del ejecutivo del estado, vía su Secretario General de Gobierno, el Congreso vía algunos diputados que se apresuran a opinar sin informarse a conciencia, y del Judicial, vía la resolución del Juicio de Protección Constitucional recién resuelto, es evidente, según mi análisis, de que son movimientos que tienen relativa coordinación.

Así, las referencias de las propias dirigentes de la organización que acusa de misoginia y violencia de género a los Comisionados Cabrera y Morones, el activismo realizado para involucrar a organizaciones feministas locales que las rechazaron y su insistencia vía whatsapp, divulgando el video de La Polilla; me dicen, que la apuesta del gobierno de Tlaxcala, no tengo claro si del gobernador mismo, pienso más bien en la estructura latente, o sea los que verdaderamente deciden; puede ser el de “eliminar al enemigo” es decir desprestigiar públicamente y luego destituir, repito vía juicio político, a Cabrera y Morones.  Mostrando así que el que se impone es el oficialismo, sin importar la autonomía constitucional del órgano.

Finalmente, la pregunta del título de esta Contraopacidad, sería, sin duda negativa.  Ni Cabrera y Morones han violentado, por ser mujer a Alonso, ni esta despidió a Nancy y a Coni por ser mujeres.

Los primeros simplemente, insisto vía una interpretación osada de la ley, impusieron su mayoría en el Pleno del Consejo General del IAIP Tlaxcala para “relevarla” del cargo, y la segunda ha mostrado más bien cierta personalidad autoritaria, como la definieron los teóricos de la Escuela de Francfurt, es decir de humillar a un subordinado.

Pero son los tiempos del “todo se vale” en el IAIP Tlaxcala y nadie llama a un poco de cordura.  Porque lo tengo claro, sólo hace falta cordura, como elemento central de la capacidad política, para entender que como colegiado, los tres comisionados, deben ponerse de acuerdo y cómo se dice coloquialmente repartir bien el pastel.

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