Para poder resolver un problema lo primero que se tiene que hacer es aceptarlo, conocerlo, diagnosticarlo y a partir de ahí comenzar a diseñar estrategias de solución, reparación de los daños causados y construcción de mecanismos que nos garanticen la no repetición del problema.

Este camino nos parece muy lógico hasta que topamos con los políticos, para ellos cuando existe un problema lo primero que hacen es empezar a ver como lo pueden negar, fingir que no existe, disimularlo, declarar todo lo contrario para confundir a la opinión pública entre la verdad real y las verdades oficiales declaradas, movilizar a la prensa pagada para que difunda las mentiras necesarias que ayuden a esconder el problema, confundir a la gente y distraer con otros temas para que las masas olviden los problemas volteando para otro lado. Tenemos graves problemas que no han sido correctamente enfrentados, la inseguridad reina por todo el país, no hay carretera segura, no hay horario seguro, no hay nada seguro, el temor de ir a las zonas difíciles cada vez aumenta porque el lugar más peligroso del país ya es todo el país. Hemos normalizado las masacres, balaceras, desaparecidos, la repetición de todo este horror nos ha llevado a que ya horrorizados, lo vemos, lo vivimos, pero el gobierno declara que vamos mejor que nunca, saca unas estadísticas totalmente maquilladas y finge que no hay inseguridad.

Tenemos el problema de la corrupción, todos los días se revelan más y más escándalos, las adjudicaciones directas donde existe un amplio margen de discrecionalidad que permite los moches son la manera preferida de otorgar contratos, no se revisa el sobreprecio de las cosas<, ni siquiera que efectivamente se entreguen, hay empresas y ventas fantasmas. El gobierno lo niega, alega otros datos y busca desesperadamente bloquear todas las voces que señalen lo contrario, de ahí las propuestas para afectar al Instituto Nacional de Acceso a la Información y protección de datos personales, (INAI) y minar al Sistema Nacional Anticorrupción. Tenemos un problema en la salud pública, el manejo de la pandemia fue pésimo, la cantidad de muertos superó cualquier cifra catastrófica, las pequeñas y medianas empresas sufrieron sin apoyos de tal forma que a cuatro años siguen sin reponerse, la vacunación fue caótica; el desorden, las filas interminables. El gobierno fingía que no pasaba nada, de ahí el desdén por el uso del cubrebocas, las famosas frases de “abrácense no pasa nada” o “esto se cura con un caldo de pollo”, “solo se enferman los corruptos”,etc. En verdad los hospitales estaban abarrotados, no había oxígeno para atención casera, pero la declaración oficial ahora es que a nadie le faltó una cama ni atención. Estamos hartos del fingimiento (finjo y miento) de los políticos, lo que queremos es alguien que nos hable con la verdad, por dura que esta sea, que nos diga dónde estamos parados, que asuma las culpas, pida perdón, y nos proponga de manera clara y directa la forma de resolver estos tres problemas, inseguridad, corrupción y salud. Dejen de fingir que no pasa nada y empiecen a afrontar, hacerse responsables y hablando con la verdad emprender acciones de solución. ¿Pido demasiado? Creo que pido lo mínimo.

Fuente: Milenio