Los perversos y engaña bobos afirman: “en el amor, la guerra y la política, todo se vale”. Bajo tal premisa, muchos políticos se justifican, y por desgracia, muchos ciudadanos creen que esto es cierto. Nada más falso. En el amor, no se vale matar para librarse de un rival; en la guerra no se puede matar prisioneros, ni utilizar armamento químico contra civiles; en política, con tal de ganar una elección no es aceptable que se corrompa a los ciudadanos, sobre todo a los más vulnerables, condicionándoles beneficios o comprándoles su voto. No es cierto pues que todo se valga. Los principios éticos, la consciencia de lo bueno y lo malo, califican nuestras acciones.
Una de esas circunstancias perniciosas, ilegales en la política, la reveló recientemente el diario “Reforma”, al descubrir que hay diputados que extorsionan a los presidentes municipales. La gestoría consiste en apoyar obra pública municipal desde un fondo que manejan ellos de manera totalmente discrecional. Como contraprestación al apoyo brindado, nuestros representantes exigen definir a la constructora que realizará la obra, o que se les entregue simplemente el consabido diezmo (o el 20 o 30%). A la Secretaría de Hacienda no le importa destinar 10 mil millones para gestorías, con tal de capturar el voto aprobatorio de los diputados. Es una negociación barata en el total de un presupuesto de más de 4 billones de pesos.
En mi editorial de la semana pasada afirmaba que muchos políticos actuales son ladrones porque las campañas son costosísimas, y para ser exitosos y sobrevivir en la contienda electoral se requieren de grandes sumas de dinero. Hay que obtenerlo pues a como dé lugar. Ahora descubrimos que una forma es la exigencia de mordidas y comisiones, para lograr apoyos presupuestales a aquellos alcaldes que acepten la tranza. Así nuestros políticos construyen sus “cochinitos” para las elecciones.
Llamo la atención en el hecho de que los extorsionadores profesionales serios y circunspectos, pertenecientes a los más conocidos grupos del crimen organizado, son forajidos, proscritos de la ley. En tanto, los diputados extorsionadores gozan de fuero, tienen influencia, confeccionan el presupuesto y distribuyen favores y prerrogativas. O sea, delinquen sin riesgos, desde zona segura, protegidos por la propia ley. Por eso son más peligrosos que el crimen tradicional, las condiciones de impunidad desde las que operan resultan escandalosas y abominables.
Y ahora vale la pena relacionar los hechos narrados, con la reciente propuesta de “posibilidad de reelección inmediata de legisladores”( así debe de definirse, no como simple reelección). Me confieso simpatizante de ella, pero también reconozco que éstos lamentables hechos, narrados en “Reforma”, dan al traste con la ilusión ciudadana de contar con representantes profesionales, vinculados a los ciudadanos y fieles guardianes de los intereses de la Nación, gracias a la posibilidad de reelección.
¿Se imaginan como nuestros ínclitos diputados extorsionadores utilizarían su influencia y poder de negociación con secretarios, gobernadores y alcaldes?¿Cómo maquinarían tranzas que les permitan amasar fondos para comprar votos y así mantenerse en la curul? No habría límite. La función legislativa la han desfigurado. No tenemos representantes. Esos son una vergüenza.
Oteo solo una forma de procesar la posibilidad de reelección de representantes populares: Rendir cuentas y prohibirles la gestoría, acotándolos a solamente realizar labores legislativas, de control y fiscalización del gobierno. Total, no son ejecutivos, su función no es la de hacer carreteras, caminos, aulas o clínicas. Que la gestoría se equipare al delito de tráfico de influencias en el caso de diputados federales, estatales y senadores. A ver si eso los frena.