Por: Rogelio Gómez Hermosillo

El domingo 13 de marzo se realizó la Jornada Nacional contra la Corrupción. Fue una experiencia cívica. Nos permitió captar el ánimo ciudadano de hartazgo frente a la corrupción y la impunidad. Y también conocer los déficits de ciudadanía que todavía tenemos. Permitió dar un fuerte impulso a la iniciativa ciudadana de la Ley 3de3.

La iniciativa ciudadana de Ley General de Responsabilidades Administrativas, mejor conocida como Ley 3de3, será presentada muy pronto. No hay un plazo fatal, pero para estar en la discusión urge presentarla formalmente al Congreso.

Se requieren 120 mil firmas para que sea recibida. Y se requieren más firmas para hacernos escuchar. Por eso, reunir los formatos ya firmados es urgente. Y seguir juntando firmas sigue siendo importante. No son acciones contradictorias. Al contrario, se requieren ambas.

La jornada del domingo pasado fue un evento de activismo cívico. Permitió ocupar, unas horas, las plazas públicas e instalar mesas para solicitar firmas. Más de 20 mil personas se acercaron voluntariamente a dar sus datos y firmar. Mostraron su convicción de estar informadas.

También muchas personas mostraron su indiferencia. Había desconocimiento. Hay pasividad y temor. Y sobretodo, falta experiencia. En México carecemos de mecanismos de participación ciudadana más allá del voto. Todavía las formas de democracia participativa y de ejercicio activo de derechos ciudadanos son desconocidas para muchas personas. Dar datos y firmar sigue siendo una actitud minoritaria, aunque creciente.

En lo personal, además me mostró que los creyentes practicantes comparten esa misma cultura ciudadana. Entre quienes fueron a misa, en Coyoacán este domingo, hay de todo. Hay personas participativas e informadas y también hay personas apáticas e indiferentes. La observancia religiosa —pese a los mensajes del papa Francisco— no moviliza a todos. Aunque sí a algunos.

La jornada también generó un ágora ciudadana. Quizá este es uno de los saldos más relevantes. En cientos de espacios públicos se dieron miles de conversaciones entre pares. La invitación a firmar permitió clarificar dudas y escuchar opiniones. Muchas personas expresaron su opinión. Hay una ciudadanía cada vez más informada. Sobre todo entre personas jóvenes.

Lograr la aprobación de la Ley requiere mucho mayor esfuerzo y presión. Hay intentos de aprobar una legislación acotada. Hay actores políticos que buscan mantener la simulación y los espacios para evadir responsabilidades.

La iniciativa ciudadana va más allá de las tres declaraciones; siendo importantes, son sólo uno de los aspectos. Resulta también muy relevante que se trata de una Ley General que aplica en todo el país, para autoridades de los tres órdenes de gobierno: municipal, estatal y federal, y de los tres poderes: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. La Ley obliga incluso a candidatos, líderes de partidos y a los particulares. Las empresas que participen en actos de corrupción también son sujetas de sanción.

Además, tiene muchas otras ventajas. Entre otras, prioriza la recuperación de los recursos, ofrece protección a testigos y denunciantes. Genera incentivos a la denuncia.

Esta Ley forma parte de la legislación que creará el Sistema Nacional Anticorrupción. Esta iniciativa es el complemento indispensable de la Ley del Sistema que fijará los órganos responsables, su composición y sus atribuciones.

Hay países que han dado pasos importantes para enfrentar la corrupción. México puede ser uno de ellos. Nos ayudaría a crecer más en lo económico, a tener más seguridad y , por supuesto, a enfrentar la pobreza y la desigualdad. Por eso hay que seguir participando.

Fuente: El Universal