Teóricamente las encuestas deben ser un instrumento de medición que nos permita a ciudadanos y candidatos saber las preferencias electorales que van imperando en cada momento. Sin embargo, hoy en día son un medio más de publicidad, así como los espectaculares, las bardas o los videos, en redes sociales, los partidos políticos hacen campaña mediática a través de publicar encuestas en que los favorecen o muestran tendencias claras en alza de puntos.
Encuestas cuchareadas les dicen, no son otra cosa que mentiras, y las dicen todos, nos encontramos con resultados tan divergentes que es imposible pretender conocer la realidad a través de las encuestas. Hay quien dice que se deben contemplar todas y hacer una media y así se puede tener una idea más o menos, pero la suma de muchas mentiras nunca ha dado como resultado una verdad. Otros dicen que hay que fijarse en el medio que lo publica para saber poder saber el grado de inclinación tendenciosa que trae la encuesta, si algo hay cierto es que en este momento corre tanto dinero que uno nunca puede saber quién va pagando la manipulación de la información.
Los resultados alterados sí modifican el ánimo de los votantes, el que los candidatos digan con aire sobrado ya gané y no hay nada que hacer contra mí, provoca que aquellos ciudadanos apáticos piensen que no tiene caso votar donde ya todo está decidido y por lo tanto su indiferencia causa el abstencionismo.
Existen también muchas personas inseguras, que se descartan ellos mismos como buenos tomadores de decisiones y se van con frases como 9 de cada 10 lo prefieren, tomando el argumento de que la mayoría no puede estar tan equivocada, asumiendo que los demás saben más y si todos están decidiendo algo, ese algo debe ser bueno.
Una encuesta ganadora consigue más apoyos del empresariado y de los medios, todos quieren alinearse con el más probable ganador y apoyarlo para después poder cobrar favores cuando el candidato sea gobierno. Las encuestas truqueadas sirven así para gestionar las corruptelas de tráfico de influencias y promesas de contratos. Para ser el amigo corrupto hay que apoyarlo desde la campaña y a través de las encuestas se venden los espacios de corrupción colocando al candidato como el caballo con más posibilidades de cruzar la meta y por lo tanto de cobrar la apuesta del apoyo. No importa quién vaya ganando en la encuesta, importa si tú estás o no de acuerdo con sus propuestas de gobierno. No te fijes tanto en las encuestas solo te va a marear entre tanta mentira y blofeo, fíjate en lo que proponen en sus planes de gobierno y desde ahí decide.
Fuente: Milenio