Es verdad que la contingencia sanitaria que detonó a nivel global el COVID 19 no solo se ha manifestado en una histórica crisis de salud, económica, política e incluso cultural, sino que, además, es previsible que los hábitos sociales cotidianos de las personas cambien de forma definitiva e irremediable. Un parteaguas en la historia de la civilización, ni más, ni menos.

Frente a ese escenario, ¿no debería también el Estado, especialmente el de Derecho que descansa sobre una base constitucional y democrática, reinventar sus propios principios fundacionales y redefinir sus fines a partir de la recomposición de los mismos cimientos de la sociedad a la que regula?

Uno de los asuntos que ha cobrado un papel muy relevante en la discusión pública es la posibilidad de que el Estado mexicano, en conformidad con lo establecido en el artículo 11 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, reconozca constitucionalmente el derecho de los mexicanos a un mínimo vital, lo cual significa el derecho a una vida con las condiciones mínimas que permitan su realización.

Este derecho cobra especial relevancia en contextos como el que estamos viviendo de contingencia sanitaria, que ha significado el cese de actividades económicas y la pérdida o disminución de ingresos para millones de personas, más aún cuando ni siquiera existe certeza de la fecha en que se normalizará la situación. Si estuviera establecido este derecho, quienes tienen afectaciones que llegan a niveles críticos, podrían exigir al Estado un mínimo para asegurar su subsistencia.

Hay quienes sostienen que el mínimo vital se instrumentaliza en proveer a las personas de insumos alimentarios o materiales mínimos para que puedan acceder a la subsistencia física, lo cual desde nuestro punto de vista no es suficiente, por lo que nos pronunciamos por la otra postura que le da al mínimo vital una proyección mucho más amplia que incluye garantizar los insumos mínimos necesarios indispensables para desarrollar una vida digna y en un contexto de progresividad en la que el mínimo vital solo es el piso base que debe asegurarse, aún en casos extraordinarios como la actual contingencia sanitaria, pero que se debe desplegar hacia el mejor escenario posible.

Por José Mario de la Garza Marroquín @NosotrxsMx

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Fuente: Animal Político