Si, como lo plantea el Presidente López Obrador, la Cuarta Transformación de la vida pública de nuestro país consiste fundamentalmente en un cambio de mentalidad de los mexicanos, respecto a que son quienes deciden; la información pública es el insumo necesario para que ello sea cada vez más consistente.

Por lo tanto, buscar incrementar, cuantitativa y cualitativamente el ejercicio del Derecho de Acceso a la Información Pública (DAIP) debiera ser prioritario tanto para el nuevo gobierno federal, como conjunto de Sujetos Obligados (SO), y por el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (inai) como Órgano Garante.

Dicho incremento del ejercicio del DAIP, vale la pena ser esquemáticos, consistiría, según mi apreciación, en tres cuestiones centrales: 1. Promover o mejor dicho posibilitar que cada vez más personas realicen Solicitudes de Información (SI),   2. Incentivar la revisión de la Información Pública, alguna vez llamada “de oficio” y hoy denominada en las leyes respectivas como “Obligaciones de Transparencia”, es decir información que los SO deben publicar a través de la Plataforma Nacional de Transparencia (PNT); y 3. Propiciar y facilitar la presentación de Denuncias por incumplimiento de dichas obligaciones de transparencia.

Si es que, como se ha dicho, es posible que los Comisionados del Pleno del inai y el titular del Poder Ejecutivo Federal se reúnan, luego de diferendos propiciados por el hecho de no estar hablando el mismo lenguaje, esos tres propósitos deberían estar en la mesa como prioridad, más allá de las veleidades.

Los mexicanos no merecemos que el presidente, por mucho respaldo que tenga de la ciudadanía que votó por él el 1 de julio del año pasado, ningunee al “instituto de la transparencia”, como lo llama y tampoco que el pleno del inai, destacadamente su presidente, Francisco Javier Acuña, denuesten las opiniones, y menos las acciones que en materia de transparencia López Obrador realiza todos los días.

El presidente debe, sus asesores debieran informarlo en ese sentido, entender que el inai de hoy es resultado de una evolución vertiginosa de poco más de quince años, en la que centralmente se consolida como un organismo público con autonomía constitucional.  Autonomía, cosa curiosa, obtenida apenas con una reforma constitucional del 2012.  El inai de hoy no es el ifai  que nace en 2003 aunque sea éste su antecesor. El inai de hoy está todavía en su etapa de construcción como un organismo no capturado por los poderes tradicionales, en la medida de que, por ejemplo los actuales integrantes de su Pleno, fueron nombrados para diferentes periodos para propiciar un escalonamiento.  Además todos ellos fueron nombrados por el Senado en 20014 y 2018, con una correlación de fuerzas partidistas totalmente diferente a la vigente.  El relevo obligado (debido a la muerte de Carlos Bonin) de uno de sus Comisionados, en proceso, será una prueba para ver si se superan las cuotas en la integración de dicho órgano.  Opino que por ejemplo si se nombrara a una mujer, se estaría corrigiendo la inequidad de género que la legislatura anterior propició y que ello sería bueno.  Aunque, en términos de la calidad de los aspirantes, el posible nombramiento del Doctor Ernesto Villanueva, como se ha rumorado, no sería necesariamente negativo, sino todo lo contrario porque se estaría reconociendo a uno de los académicos e intelectuales pioneros en el tema, que participó en el llamado Grupo Oaxaca; además de su probada integridad e independencia de los partidos políticos.

Por su lado en el Pleno del inai, debería darse paso a una visión autocrítica.  Tendrían que entender que la coyuntura política lo exige simple y sencillamente porque la correlación de fuerzas ha cambiado y los que gobiernan ahora, así como los que tienen la mayoría en el Congreso de la Unión, por lo menos en el papel, tienen o responden a intereses distintos de los que se fueron.  La autocrítica implica fundamentalmente un mirar hacia adentro, no sólo del inai, sino incluso del naciente Sistema Nacional de Transparencia (SNT) que encabeza, para revisar aquello que tenga que revisarse y, por qué no, corregirse.  Por ejemplo, la autocrítica como aceptación de las críticas que lo señalan como un aparato burocrático obeso e ineficaz en su propósito general; garantizar, es decir propiciar que sea realidad, tanto el DAIP como el Derecho a la Protección de los Datos Personales (PDP).  Pensar que, y no encerrarse en su concha, si fuera necesario reformar las normas en la materia, es desde ahí, del inai y el SNT, donde debe partir el debate y las propuestas.

El inai no puede quedar fuera o mantenerse al margen de las transformaciones que desde el gobierno, López Obrador, dice que están ocurriendo en el país.  El presidente no debe pensar que para dichas transformaciones el inai es un estorbo, cuando su quehacer cotidiano, pese a que en algunos casos no pudiera estar uno de acuerdo con lo que resuelve, indica que es un aliado más que valioso.

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