Después de las elecciones del domingo se percibe un ambiente de confusión entre la oposición. Por supuesto, como suele ocurrir en México, ninguno de los dirigentes políticos de la malhadada Alianza por México ha renunciado, ni siquiera ha salido a hacer un balance crítico de su actuación. Lo más que aciertan a afirmar es que no les fue tan mal con un marcador de 4-2 –o de 2–2, según otros que cuentan sólo los estados donde fueron juntos PAN, PRI y PRD–, como si los triunfos y las derrotas en elecciones de Gobernador fueran reductibles a goles anotados o recibidos.

Entre la neblina del autoengaño y el empecinamiento en no reconocer la propia responsabilidad sobre el mediocre desempeño de una coalición armada sólo en torno al rechazo al Presidente y su errática gestión, pero sin capacidad alguna para construir una narración capaz de producir algún entusiasmo, ya se pueden distinguir las expresiones de panistas molestos por tener que cargar con el lastre de dos cadáveres insepultos, el PRI y el PRD, que no necesariamente le ayudan a convertirse en una alternativa creíble contra la actual coalición gobernante.

¿De qué le sirvió el PRI al PAN en Aguascalientes? ¿Qué aporta el PRD a la alianza? Un buen análisis de los resultados desde Acción Nacional se tendría que hacer estas preguntas. Se echa de menos la vieja institucionalización del PAN, con reglas de deliberación democráticas y mecanismos eficaces de renovación de liderazgos. La paradoja es que la vida interna de Acción Nacional se empobreció y deformó con su llegada al poder y ahora es un partido que gira únicamente alrededor de camarillas locales sin identidad ni rumbo. 

Por su parte, los dirigentes del PRD debería hacerse cargo que su empecinamiento en sumarse a un bloque opositor sin identificación programática o ideológica con lo que supuestamente deberían representar los está llevando a la desaparición. Que Jesús Zambrano no haya puesto ya a disposición su cargo es una muestra de lo que ha aniquilado al PRD: una camarilla aferrada al financiamiento público que les queda y a los pocos cargos de elección que puedan recoger. 

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