El dinero caro ofrece una oportunidad para aquellos que cuenten con liquidez, pues se están generando altas ganancias en instrumentos financieros que son de bajo riesgo.

Ayer, el Banco de México dio a conocer que deja sin cambio las tasas de interés.

Pero, una modificación de la redacción del comunicado causó un cambio en las percepciones de los inversionistas y disparó el dólar hasta un máximo de 17.89 pesos.

Dice el texto en el que se informó la decisión del Banco Central:

“Considera (el Banxico) que, para lograr la convergencia ordenada y sostenida de la inflación general a la meta de 3%, será necesario mantener la tasa de referencia en su nivel actual por cierto tiempo”.

Cambió su redacción “tiempo prolongado” por “cierto tiempo”.

Pese a lo que sucedió en el mercado cambiario, dé por hecho que las tasas de interés no bajarán hasta bien entrado el primer trimestre del próximo año.

El INEGI dio a conocer también el día de ayer que la inflación bajó a 4.26 por ciento en octubre. Pero, la inflación subyacente se ubicó en 5.5 por ciento, lo que hace suponer que con ese nivel no se producirá una baja este año, y quizás no antes de que esté bien entrado el primer trimestre del 2024.

Este jueves, no solamente se conoció la decisión del Banxico, sino que declaraciones de diversos funcionarios de la Reserva Federal de Estados Unidos señalaron que la política monetaria restrictiva se va a mantener hasta que la inflación llegue al objetivo del 2 por ciento. La tasa está hoy en un rango de 5.25 a 5.50 por ciento.

El propio presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, con su estilo a veces ambiguo, confirmó que la autoridad monetaria no tendría dudas en seguir con su política restrictiva mientras no se alcance el objetivo de la inflación.

¿Cuánto tiempo tardará en alcanzarse esa meta? El que sea necesario. Pueden ser meses o incluso años.

Para México, una tasa alta de Banxico implica que seguirán altas las que se cobran a los clientes del sistema bancario y de otros intermediarios.

Por ejemplo, la llamada TIIE a 28 días, que es una de las referencias más usuales para la fijación del costo del crédito bancario, está en 11.50 por ciento.

Si una empresa mediana paga por un crédito una tasa de TIIE más seis puntos, estará pagando una tasa nominal de 17.5 por ciento y una tasa real de 12.7 por ciento.

Si existen proyectos de inversión que generen ingresos para permitirse pagar esos costos financieros, habrá buena fortuna, pero son pocos los que pueden hacerlo.

Vale lo mismo para el consumo. Hoy apalancarse para poder hacer compras, en caso de que las tasas contratadas sean ajustables, también implica un alto riesgo.

El dinero caro también ofrece una oportunidad para aquellos que cuenten con liquidez, pues se están generando altas ganancias en instrumentos financieros que son de bajo riesgo.

Seguiremos con el tema.

El nuevo rector de la UNAM

El domingo pasado, en la versión digital de El Financiero, publiqué un artículo que titulé: “Un economista para rector de la UNAM”.

No tenía información privilegiada, simplemente ponderé las ventajas que tendría para la UNAM la designación del doctor Leonardo Lomelí, como nuevo rector, tal y como sucedió.

A propósito de las razones por las cuales nunca había sido designado un economista como rector y el por qué ahora sería pertinente hacerlo, señalé lo siguiente en el texto:

“La crisis de la formación en la UNAM explica esa decisión.

Hubo un tiempo en que en las ofertas laborales se decía explícitamente: ‘No UNAM’.

Los tiempos han cambiado y desde algunos años, la UNAM se ha fortalecido. Este año aparece en el número 93 del QS World University Rankings. Además, es la mejor clasificada de Hispanoamérica, delante de la Universidad de Buenos Aires y de la Universidad Católica de Chile, que son las que le siguen.

La Facultad de Economía ya no es la ‘olla de grillos’ que alguna vez fue, en la que se disputaban cátedras e influencia los maoístas y los comunistas, y en donde había que aprenderse al dedillo “El Capital”.

Como en universidades que egresan a enormes cantidades de profesionales, hay muy buenos y hay algunos que son un desastre.

Precisamente una parte importante de la recuperación de la competitividad de la Facultad de Economía de la UNAM se debió al director que estuvo al frente de 2010 a 2015. Y que desde entonces es el número dos de la UNAM, como secretario general, el doctor Leonardo Lomelí.

Quizás ya es tiempo de tener por primera vez en la historia a un rector economista, que entienda bien el rol que tiene la UNAM en el desarrollo del país.

Buen reto para el nuevo rector.

Fuente: El Financiero