Atacar la desigualdad requiere crear un Estado social capaz de proveer servicios públicos para todos, pero, sobre todo, para quienes más los necesitan. En México, esto no se ha logrado por varias razones, pero una muy importante es que la mayoría de las irregularidades del gasto público se concentra en el gasto social.

Como documentamos en un informe publicado la semana pasada por Oxfam, la corrupción (entendida como irregularidades en el gasto público) no sucede en todos los tipos de gasto por igual, sucede más en el gasto que atiende a poblaciones en mayor vulnerabilidad económica.

En México, la corrupción es un mal que afecta más, y por encima de todos, a los más pobres. El dinero que el gobierno destina a educación, salud, desarrollo social, a los programas sociales que reducen la desigualdad, y a los municipios con mayores niveles de pobreza, está plagado de malos manejos, opacidad y corrupción —más plagado que cualquier otro tipo de gasto público.

Hay tres razones por las que la corrupción está contribuyendo a aumentar la desigualdad en México.

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Fuente: Expansión