“No se puede amar lo que no se conoce ni defender lo que no se ama”
Leonardo Da Vinci
Cuando hablamos de buen gobierno y combate a la corrupción uno de los elementos fundamentales son las contralorías, sin embargo, sus funciones y relevancia son realmente poco conocidas.
Los municipios, el Estado, el INE, el INAI, el Poder Judicial, las dependencias y entidades de la Administración Pública deben tener contralorías. Su importancia radica en que son las encargadas de evaluar la gestión y desarrollo administrativo, evalúan también el control de los ingresos, egresos, manejo, custodia y aplicación de los recursos públicos; todo esto con la finalidad de prevenir, corregir, investigar y, en su caso, sancionar actos y omisiones que pudieran constituir responsabilidades administrativas.
La Contraloría debe acompañar a la administración de una manera preventiva, señalando los posibles errores que podrían cometerse, hacer auditorías, propuestas de mejora y solución y en caso de encontrar faltas administrativas o hechos de corrupción debe iniciar investigaciones, fijando las sanciones en caso de faltas administrativas no graves y pasando el expediente al Tribunal de Justicia Administrativa en caso de faltas graves, incluso dando vista a la Fiscalía en actos de corrupción.
Una contraloría bien instalada debe tener: un titular, área de auditoría, área de quejas, denuncias y sugerencias; otra de evaluación y control de obra pública, así como área de asuntos jurídicos y responsabilidades. Sin embargo, esto es una ilusión casi utópica, pues son pocas las contralorías que están totalmente integradas. No es una figura cómoda para la Administración en ninguno de sus niveles, porque es como la conciencia, que no les permite portarse mal, es el continuo llamado a acatar la ley, una vigilancia permanente desde el control interno. Cuando a la autoridad no le gusta tener contrapesos, ni cumplir la ley y prefiere mandar al diablo las instituciones para poder hacer su santa voluntad, entonces la figura de la contraloría puede volverse francamente insoportable.
Para poder dominar a las contralorías, las autoridades hacen uso de muchas prácticas indeseables que van desde la captura de puestos colocando “contralores carnales” para que se hagan los que no ven o los amarran con el presupuesto.
En el Gobierno Federal se desaparecerán las contralorías de 16 secretarías de Estado, en su lugar se designarán titulares de área, con esto se reducirán sus alcances y sus funciones. Se quedan sin contraloría las Secretarías de: Gobernación, Relaciones Exteriores, Seguridad y Protección Ciudadana, Hacienda y Crédito Público, Bienestar, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Energía, Economía, Agricultura y Desarrollo Rural, Comunicaciones y Transportes, Educación Pública, Salud, Trabajo y Previsión Social, Desarrollo Agrario, Cultura y la de Turismo. Para controlar la corrupción sería imprescindible fortalecer las contralorías, darles autonomía, recursos suficientes y acatar sus determinaciones; por el contrario, las desaparecen, propiciando con esto la corrupción y el mal gobierno. Eliminando el control caminamos hacia el caos ¿De verdad eso quieren?
Fuente: Milenio