La Ley General de Transparencia y Acceso a la Información Pública (LGTAIP) vigente enumera once líneas de acción, por llamarlas así, en el Capítulo I del Título Cuarto, denominado “De la promoción de la transparencia y el derecho de acceso a la información”, para “crear (así dice) una cultura…” en la materia.

El conjunto de esas grandes líneas podría integrar, por decir así, todo un plan para lo que ambiciosamente algunos hemos llamado “socialización” de tal derecho.

En tal sentido es que habría que recordar que sociológicamente dicho fenómeno social se refiere a cómo los individuos se forman a partir de las interacciones cotidianas, o sea, como lo plantea Giddens resulta ser un “proceso de aprendizaje cultural” que si bien resulta ser más intenso durante la infancia, es algo continuo durante toda la vida, dependiendo de los intereses particulares.

Y qué ocurre entonces en los espacios en que los individuos se interrelacionan, los cuales se pueden diferenciar como grupos primarios o secundarios, en el sentido, no sólo de a cuáles de ellos se enfrentan las personas en el correr de su vida, sino en los que por decirlo así, en teoría, están más tiempo.  En ese orden, la familia, la escuela y el trabajo son los principales, pero no los únicos.  Incluso ahora, las mal llamadas redes sociales, es decir las Comunidades Virtuales en Internet, son “espacios” o “lugares” en que los procesos de socialización, como comunicación para el aprendizaje, más habituales para, por ejemplo los jóvenes y los niños.

Mientras, la idea imperante de sólo promover el DAI, ni siquiera en estricto su ejercicio, contrario a lo que podría ser su socialización, nos tiene estancados en una serie de actividades, de parafernalia la mayoría, dirigida a los expertos y a los involucrados en el tema.

Ha esto es a lo que se refieren las “comisiones” a que son enviados los titulares y algunos funcionarios de los órganos garantes del DAI.  En términos digamos que más concretos, los viajes financiados con dinero público que realizan para cumplir con su trabajo, principalmente a lo que se refiere el apartado de la ley mencionada arriba.

En su afán de predicar con el ejemplo, y perdonaran el uso de este lugar común, el INAI ha lanzado un portal que han denominado “Comisiones Abiertas” para que quien quiera pueda conocer “los gastos y resultados de las comisiones oficiales de trabajo” de sus servidores públicos.

La información contenida ahí, de los años 2014, 2015 y 2016 es abrumadora. Salvo quizá a los estudiosos en la materia, dudo que le sea útil al ciudadano de a pie.

De entrada el sitio ofrece en un link que podemos observar un mapa. Accede uno y ve muchos avioncitos. Clickea uno cualquiera y entonces despliega información básica de la o las comisiones de trabajo, quién viajo, a dónde y cuánto se gastó. Entonces se puede uno preguntar, bueno y eso para qué sirvió.  Ya intrigados tiene uno chance de  buscar a un funcionario en específico, para identificar qué tanto a viajado.  Y las preguntas se incrementan.

Preguntas que pueden resultar incómodas, pero como tal ya no corresponden en estricto a la transparencia, sino a la rendición de cuentas.

Por ejemplo, resulta fácil de entender que de los Comisionado, la Presidenta, Ximena Puente, sea de los que más ha tenido dichas comisiones, pero no la que más.  En 2016 ella ha salido 18 veces, mientras Oscar Guerra Ford lo ha hecho 26.

Para quienes seguimos el trabajo del INAI cotidianamente ello se explica en cuanto a que quizá Oscar, o los Comisionados Joel Salas y Francisco Javier Acuña, pudieran tener más “cartel”, es decir sean más solicitados para que acudan a diversos lugares del país, pero llama la atención que la Comisionada Areli Cano, sólo haya tenido 2 comisiones en lo que va del año y, según dicha información,  no haya gastado un solo peso para ello, mientras encontramos a funcionarios como Adrián Alcalá (12) o Federico Guzmán (19) que han realizado muchas más comisiones que ella, incluso el primero hasta en el extranjero.

Y mientras se bucea a mayor profundidad de dicha información con espíritu crítico, es decir libre, más interrogantes surgen cuando no nos satisfacen las explicaciones de los “resultados” obtenidos por dichos viajes, por ejemplo cuando hablan de la impartición de “talleres”, pero no se dice el “producto” concreto que se logró en ellos.

Aclaro y preciso, no me parece inútil tener esta información a la mano, pero no veo bien a bien para qué le puede servir al ciudadano común. Dando el beneficio de la duda y poniendo estas líneas en dicho sentido, me quedo con aquello que dice Joel Salas en un artículo, respecto a que tratan de “fomentar una conversación” con la ciudadanía para que ésta recupere la confianza en las instituciones al respecto.

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