Solamente once días faltan para que nos presentemos a la casilla que instalará el INE en nuestra colonia. La oferta de Morena siempre se anuncia con la identidad de la izquierda. La oferta del Frente PRD, PAN y PRI no asume una ideología identitaria en el clásico espectro político, pero las posturas de cada una de las candidatas han roto el clivaje obsoleto entre derecha e izquierda.
Al menos dos elementos revelan el cruce que de facto han dado una y la otra. Sheinbaum se coloca a la derecha en materia de políticas de seguridad y derechos humanos y Gálvez a la izquierda. ¿Quién lo iba a decir? Hoy en día la afirmación de que Claudia Sheinbaum representa a la izquierda que ama al pueblo y Xóchitl Gálvez a la derecha conservadora, no tienen ya ningún sustento.
Claudia está abiertamente convencida de que el ejército es el único indicado para realizar tareas de seguridad pública e incluso advierte que impulsará el mando militar de la Guardia Nacional. Una de las deudas de su antecesor con el ejército, a quien no sólo entregó, con ojos cerrados, gran parte del presupuesto público sino que le encargó levantar y administrar las obras emblemáticas de su sexenio. Esto a pesar de la evidencia que hay, no solo en México, sino en varias partes del mundo, de que la seguridad ciudadana (esa que es más de izquierda) y no la militarizada, es la única opción para brindar tranquilidad y paz a la ciudadanía. Sobre todo si se trata de reducir la violencia y proteger los derechos humanos.
En este tema, es Xóchitl quien, en contraste, afirma que es necesario fortalecer a las policías estatales y municipales, y regresar a los militares a sus cuarteles. Sorprendentemente, la agenda de seguridad de la candidata de la derecha es más progresista que la de la derecha, ¿o apoco creen los seguidores de Morena que es posible la militarización desde otro rumbo que no sea autoritario ni conservador?
Claudia defiende, por ejemplo, la presunción de inocencia de Arturo Zaldívar cuando se le cuestiona acerca de los señalamientos contra el ministro que forma parte de su equipo de campaña y de gobierno. No hace lo mismo con las 60 mil personas que se encuentran en prisión preventiva oficiosa. Para hablar de ellas, asegura que son delincuentes, pese a la falta de sentencia y desinforma sobre la posible salida de ese número de personas, pese a que sabe que es falso.
La prisión preventiva oficiosa se enmarca en una perspectiva punitivista propia de los gobiernos de derecha, en la que los más afectados son los pobres, el pueblo. Ese al que Claudia dice amar y defender. ¿Quiénes han librado la prisión preventiva oficiosa en este sexenio? Por ejemplo, luminarias de la corrupción y las violaciones a los derechos humanos como Emilio Lozoya Austin, Jesús Murillo Karam y más recientemente los ocho militares acusados por el caso Ayotzinapa. ¿No son estos suficientes referentes de privilegio y cercanía con el poder como para entender que la justicia a modo deja al pueblo aún más vulnerable?
Otro aspecto que revela totalmente las convicciones conservadoras de Claudia es el señalamiento que hizo esta semana con respecto a que en la Suprema Corte de Justicia de la Nación hay ministros corruptos. Dice ella, no porque reciban dinero, sino porque no hacen lo que les corresponde. Sin embargo, no menciona un caso concreto en el que pueda ilustrar esta corrupción. O no conocen el trabajo de la Corte, o deciden mentir deliberadamente.
Durante el tercer debate, Xóchitl Gálvez se pronunció claramente en contra de la prisión preventiva oficiosa. También aseguró que defenderá la división de poderes y no debilitará, como lo ha hecho la cuarta transformación, al poder judicial.
La división de la derecha y la izquierda que en este sexenio tanto ha querido reivindicar López Obrador no representa la realidad plasmada en las propuestas de cada candidata. El compromiso con un proyecto de izquierda liberal no lo tiene Sheinbaum, lo abandonó expresamente. Al menos quizá debamos reconocerle que, a diferencia de Andrés Manuel López Obrador, ella asumió de frente, con total rigidez y su ya característico tono de solemnidad, el lado conservador y autoritario de esta contienda.
Fuente: El Universal