Concluido el registro de candidaturas a gobernador y a las diputaciones al Congreso del Estado, se da inicio a las campañas electorales; etapa que debe ser espacio para la cultura política y la civilidad, y no sólo arena de confrontación  y descalificación o simple enclave propagandístico.

Es tiempo para edificar una nueva cultura política donde la participación ciudadana constituya la legitimidad electoral de una nueva era política.

En el transcurso de los próximos días, las y los candidatos, se acercarán a los electores, solicitarán el apoyo político de su voto, y tratarán de convencerlos de que representan la mejor opción política.

Con este propósito, aparecerán bardas, espectaculares, volantes, trípticos, camisetas, gorras y toda clase de artículos publicitarios; se harán recorridos, reuniones, mítines, foros, entrevistas de radio y televisión, reportajes, noticias, spots y anuncios en todos los medios de comunicación, incluidas las redes sociales, plataformas Web y aplicaciones móviles.

Asimismo, escucharemos discursos que reflejan la visión de partidos y candidatos, respecto de su propuesta de trabajo para buscar soluciones y respuestas a las problemáticas que plantea la ciudadanía.

El escenario electoral debe reconocer el valor de la horizontalidad de los actores y la transversalidad de los temas, que permitan abrir nuevos caminos a la participación ciudadana en la gestión pública.

La ciudadanía exige de las campañas políticas articular una agenda ciudadana en tres ejes de acción: 1) fortalecer a los partidos políticos como instituciones idóneas de funcionalidad democrática; 2) vigorizar el equilibrio, horizontalidad y corresponsabilidad de los actores sociales y políticos, en las estructuras programáticas de la oferta electoral; y 3) generar un canal de apertura de información hacia la sociedad: interactivo, transparente y sin restricciones de uso, que permita un empoderamiento cognitivo desde cualquier espacio.

Desde esta perspectiva, la refuncionalización del sistema de partidos es un imperativo categórico. No se puede repetir la historia del fracaso partidista. Ello demanda fortalecer la democracia, pero no cualquier democracia, sino la democracia con rostro ciudadano, que emerge del pueblo y lo vuelve actor protagónico del destino de la Nación.

De igual manera la virtud de la socialización en la comunicación, representa el valor de la sincronía que debe construirse en el contexto local, nacional e internacional, en todas sus dimensiones, para un ejercicio de gobierno en el que la  funcionalidad de las estructuras institucionales, evite el letargo de las respuestas a las necesidades sociales.

En este sentido, la política electoral debe garantizar la difusión plural de las ideas, pero más significativo, la comprensión plena de las mismas, para que partidos y candidatos, publiciten y no simulen espejismos y promesas demagógicas, sino que generen instrumentos efectivos de participación política, que permitan desde el primer encuentro con la ciudadanía, fiscalizar sus acciones, y erigirse como los “Ombudspeople políticos”, defensores del pueblo al que pretenden representar.

El escenario actual difiere de las prácticas políticas que intentaron imponer élites ciegas, mezquinas y autoritarias. La reinstitucionalización del poder ha originado que la ciudadanía organizada se constituya como una fuerza política relevante, demandante de espacios de coparticipación y corresponsabilidad en el quehacer público.

La sociedad, con paso firme, hace camino al andar… sólo espera que sus huellas sean emuladas por los partidos políticos. Obviar esta aspiración, sólo puede traer un presagio negativo al ejercicio de gobierno. Es fundamental que los partidos políticos entiendan su rol histórico.

Se debe comprender que en las campañas electorales y en el ejercicio de gobierno, no se pueden crear agendas segmentadas que condenen la participación ciudadana a la sub-representación política, donde prime la verticalidad de acciones e intereses, haciendo de la sociedad civil una red secundaria e inconexa de las acciones públicas.

Hasta ahora, los niveles de inclusión efectiva y de horizontalidad en las estructuras partidistas, presentan un déficit, ya que se han enquistado en sus estructuras, prácticas autoritarias que niegan la voz ciudadana y el valor de la política.

Esto no puede continuar, porque la gobernabilidad del Estado se debilita como efecto de la exclusión permanente de la sociedad. Los partidos políticos, como estructuras primarias de conducción ciudadana, no pueden seguir minando los procesos electorales, a través de la hibridación entre demagogia e inconcreción gubernamental.

Es necesario perfeccionar los mecanismos de interlocución entre candidatos y ciudadanos, aprovechando las oportunidades y encuentros para propiciar diálogos abiertos y de trabajo conjunto, en los que no sólo se informe y proponga, sino que se forme y edifique el futuro del ejercicio de gobierno.

La salud del proceso electoral, también requiere la celebración de debates de altura entre las y los candidatos que contienden a los diferentes encargos de elección popular. Los debates son necesarios para ilustrar y dar certidumbre a los electores sobre los compromisos y las distintas visiones, proyectos, propuestas del quehacer público.

El escenario es inmejorable, se tiene la oportunidad de propiciar la Concertación Progresista que edifique paz, armonía y una mejor justicia social. Se debe abrir la deliberación pública proclive al debate irrestricto y permanente que aproxime al ciudadano a la prospectiva del ejercicio de gobierno.

La política demanda instrucción permanente e interlocución social, para edificar respuestas de la esfera pública.

Es imperativo que este proceso electoral constituya una cruzada por la defensa ciudadana, y que partidos y candidatos dejen de ser intermediarios políticos ajenos a la auténtica voz del pueblo o simples hacedores de milagros de populismos inciertos que marginan al tejido social de la corresponsabilidad gubernamental.

Es necesario detener las contradicciones históricas entre partidos y sociedad civil, porque han sido el germen de la sub-representación ciudadana, que corroe la política.

La dimensión operativa de partidos y candidatos en el proceso electoral, debe iniciar desde la ciudadanización de las campañas políticas.

El ciudadano no espera un gobierno mesiánico o benefactor, demanda la certidumbre del perfeccionamiento de los mecanismos de participación corresponsable en las acciones del quehacer público. ¿Será esto posible?

Agenda

  • El Presidente Enrique Peña Nieto en su gira por Hidalgo, inauguró el Hospital General de Tulancingo, al que calificó como una muestra fehaciente de la suma de esfuerzos en las aportaciones que han hecho los gobiernos Federal y Estatal, materialización de una propuesta del Consejo Consultivo Ciudadano Regional de Tulancingo.
  • El Secretario de Agricultura, José Calzada Rovirosa, puso el ejemplo a seguir para la clase política, sus declaraciones patrimonial, fiscal y de intereses, ya se encuentran disponibles en el portal 3de3.mx. Con esta acción, la iniciativa de Ley General de Responsabilidades Administrativas de los Servidores Públicos, mejor conocida como Ley 3 de 3, logra un significativo avance en la respuesta al reclamo social de probidad en el quehacer público.

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