Si hace tres meses parecía que Claudia Sheinbaum no tenía competencia, hoy lo que se observa es que con las tendencias existentes la ventaja que aún tiene se ha ido cerrando.

Las encuestas dicen: habrá competencia.

Los resultados más recientes de las encuestas de intención de voto y de preferencias electorales realizadas por El Financiero señalan que habrá competencia en la elección del 2024.

También indican que no está definida la elección interna de Morena y… en la oposición, decantan cada vez más claramente la preferencia hacia la senadora Xóchitl Gálvez.

La encuesta publicada ayer indica que las preferencias electorales se inclinan en este momento hacia Claudia por 8 puntos, en una hipotética competencia con Xóchitl, y con Marcelo, la diferencia es de 10 puntos.

Si ese fuera el resultado electoral previsto, no habría discusión. La diferencia favorable hacia Morena sería muy amplia.

Lo que ha prendido las luces rojas para AMLO, Morena y sus simpatizantes es que Xóchitl tiene seis semanas aspirando a la candidatura presidencial, mientras que Claudia o Marcelo llevan buen parte del sexenio operando para tratar de conseguir ese resultado.

En cada medición que se hace se confirma la irrupción de Xóchitl.

Pero, claro, no será sencillo. Después de la “xochitlmanía” de los primeros días de julio, las simpatías por la senadora han crecido solo un poco.

La clave para un nuevo despegue es que arrase en la contienda interna.

Que en el foro del próximo jueves haga la diferencia incluso respecto a personajes que son hábiles en el discurso como Enrique de la Madrid o Beatriz Paredes, por citar solo dos.

Ya lo veremos.

Ahora veamos a las ‘corcholatas’, el desafortunado epíteto con el que los calificó López Obrador.

No hay duda. Si la votación fuera hoy, seguramente Claudia Sheinbaum sería la candidata de Morena y sus aliados.

No sabemos cómo vaya a ser el resultado de la encuesta final.

Entre otras cosas porque Morena se ha reservado la fórmula. No conocemos si será una pregunta con urna simulada como proponía Ebrard o cinco preguntas que tendrán una ponderación definida.

De la misma manera que es infantil la descalificación que hizo Jorge Luis Preciado del proceso de la oposición, también lo sería de alguien que dijera que los dados están cargados y que va a ser Claudia.

No lo sabemos.

Tendremos más elementos para hacer un juicio cuando se defina el cuestionario y las cuatro casas encuestadoras que harán el control.

Lo único que hoy sabemos es que si hace tres meses parecía que Sheinbaum no tenía competencia, hoy lo que observamos es que con las tendencias existentes la ventaja que aún tiene se ha ido cerrando.

Hay otro elemento en este panorama que se comenta en diversos ámbitos de la clase política y empresarial del país.

Si se ponen a competir, vis a vis, como candidatas presidenciales a Claudia Sheinbaum y a Xóchitl Gálvez, las simpatías se van a inclinar por la segunda.

Se trata de la conexión con la gente, de la simpatía, de la narrativa que pueda desplegar.

Ni siquiera juzgo las capacidades para gobernar de una y otra. Simplemente refiero las figuras de las candidatas. Y allí Xóchitl lleva ventaja.

Si Claudia fuera la elegida, dependería al 100 por ciento de López Obrador y de su capacidad para endosar su popularidad a la candidata a través de todos los medios.

Dependería de la fuerza de su movimiento, de la organización de Morena, y del grado de libertad que le dieran las autoridades electorales para intervenir.

Ahora veamos otro escenario.

Marcelo no tiene, ni lejanamente, el carisma de AMLO. Pero tiene una mayor capacidad para producir propuestas y discurso que Claudia. Ya lo hemos visto en estos meses.

Tal vez sería un candidato más competitivo si tuviera a Xóchitl enfrente.

Pero, por favor, ni por un momento considere que ese tipo de criterios van a ser considerados por AMLO.

Él se atendrá a lo que diga el ‘pueblo bueno’ y se olvidará de preferencias y ambiciones.

Ni modo, si el pueblo dicta perder, lo asumirá.

Ya en serio, dé por hecho que AMLO va a hacer cuanto esté a su alcance, incluso con un “6 de enero” a la mexicana, para no entregar el poder a quienes él juzga como conservadores.

Me viene a la mente el fantasma de Fidel Velázquez. Pero eso se lo cuento después.

Fuente: El Financiero