La Auditoría Superior de la Federación (ASF) presentó el pasado 30 de septiembre una serie de “herramientas de acercamiento con la ciudadanía”. Con estas herramientas la ASF en mi opinión, cumple con uno de los ejes principales del gobierno abierto y por otra parte, se coloca como un ejemplo a seguir, conforme a los lineamientos de la INTOSAI y la Iniciativa TPA que hace poco publicó el documento “Las tecnologías de la información y el control público en América Latina” el cual da cuenta de cómo debiera ser el sitio web de una Entidad de Fiscalización Superior.
Dos de las herramientas cumplen con la sencillez requerida su cometido: la guía “¿Qué es y qué hace la Auditoría Superior de la Federación?” y un vídeo dirigido a los niños. Ambas propician un acercamiento entre sociedad civil y una institución técnica como la ASF, ubicando en pocas palabras su lugar y papel dentro de los poderes públicos y el federalismo mexicano. El vídeo especialmente, tiene un valor social importante ya que es una inversión inteligente de mediano plazo, al formar en los niños una cultura más precisa de la legalidad y la rendición de cuentas, en apariencia modesta pero continua inversión que ha venido haciendo la ASF desde hace varios años y que seguramente, tendrá su fruto en jóvenes más exigentes con sus gobiernos y ¿por qué no? con votos electorales más razonados.
La tercera herramienta, dirigida a ciudadanos más interesados en los temas de rendición de cuentas de nuestros recursos públicos, son los “Resúmenes de Auditoría” los cuales en un par de cuartillas ofrecen los datos más relevantes de las mismas y constituirán un anexo del próximo Informe final de resultados de la revisión de la cuenta pública federal 2012. Sin duda, la transparencia focalizada y proactiva, se reflejan en estos resúmenes que serán leídos por un amplio público gracias a su sencillez de lenguaje y brevedad.
El “Sistema Público de Consultas de Auditoría” es la cuarta herramienta ya disponible en el sitio web de la ASF y es a la vez, alentador y desafiante. Primeramente, cada una de las letras se verifica: es un sistema, es público, de consulta y sobre las auditorías, no de los informes. Constituye una apertura de datos, en los términos de la filosofía del gobierno abierto, como lo anuncia en su página inicial la ASF “…herramienta tecnológica que permite la consulta, utilización, reproducción y almacenamiento de datos correspondientes a todas las auditorías practicadas desde la fiscalización de la Cuenta Pública del año 2000”. Un gran banco de datos que además, puede ser consultado con diversas opciones, cruces y hasta georreferenciaciones. Hay datos de 8,178 auditorías practicadas por la ASF y las 83,263 acciones realizadas. Podemos verlo también, como la preservación de un patrimonio común de los mexicanos, la información de la vigilancia de los recursos públicos federales.
Sufrí un vértigo académico al asomarme a este amplio universo de datos por explorar pero no nada más por ello es desafiante. Lo es también, porque me parece ya inconcebible la ausencia de consecuencias y acciones tras la fiscalización superior por parte de los legisladores, procuradores de justicia y de los propios sujetos auditados.
Los legisladores deberían con esta información, tomar decisiones más inteligentes sobre las asignaciones presupuestarias, la oposición o apoyo a ciertos programas gubernamentales y sus posturas políticas, incluyendo ese instrumento enmohecido que es el juicio político; es decir, tienen información suficiente para vigilar el gasto público y mejorarlo con sus decisiones.
Por su cuenta, los que procuran e imparten justicia administrativa o aplican el derecho disciplinario a la burocracia tienen al alcance de un par de clicks la oportunidad de dar seguimiento a instituciones y servidores públicos sobre su desempeño, si no total e integralmente, con buenos indicios como la frecuencia con que han sido observados o determinados con responsabilidades resarcitorias.
Las instituciones, programas y sujetos auditados por su parte, deberían mostrar un comportamiento correctivo y de mejora, basado en el historial de sus auditorías, observaciones y recomendaciones de la ASF junto con las otras evaluaciones de los diversos entes públicos u organizaciones civiles.
He tenido la oportunidad de dar seguimiento a la ASF en mi vida académica desde su nacimiento y he podido constatar una primera época de autoconstrucción institucional no exenta de varios intentos por mermar su autonomía, a través de muchas iniciativas de reformas legales y otras acciones; desde esta primera etapa, la ASF impulsó estudios académicos a través de la serie “Cultura de la Rendición de Cuentas”, el “Certamen” anual sobre el área y otras publicaciones técnicas. Actualmente está disponible una buena biblioteca virtual.
En una segunda etapa, la ASF expuso al público las grandes áreas de opacidad y el problema de la fiscalización del gasto federalizado, sendos documentos también disponibles en su portal web dan cuenta de ello y la propuesta del Sistema Nacional de Fiscalización se funda en toda la experiencia e información resultante de las auditorías practicadas. También, en este segundo momento institucional, abonó a la cultura de la rendición de cuentas a través del programa televisivo “Pesos y Contrapresos” cuyas grabaciones están disponibles en youtube y continúa al aire, siendo visto por una audiencia juvenil, entre otras. Sobresale en esto que yo considero la segunda etapa, el tener un cambio de titular y demostrar una continuidad institucional en sus labores que pocas veces observamos en otros espacios.
Celebro presenciar la apertura que está haciendo la ASF de datos de las auditorías con apoyo de las tecnologías de información, y procurar un mayor acercamiento con los ciudadanos, me parece que estamos ante una tercera etapa institucional, proactiva de la rendición de cuentas; ojalá fuera simétrica en el ámbito subnacional.