La corrupción es el segundo problema más importante que enfrenta Ciudad Juárez en el desarrollo social, de acuerdo a estudios de percepción recientes.

Lo mismo en oficinas de Gobierno que privadas, instancias policiacas y de justicia, entre otras, el dinero “bajo el agua” se impone culturalmente para la simplificación de trámites administrativos, evasión de sanciones, negocios ilegales y disimulo, pero con graves perjuicios sociales a futuro, opinan especialistas en el tema.

Este fenómeno fomenta una falta de credibilidad hacia la autoridad y se considera el principal factor para que en la actualidad sólo tres de cada 10 personas estimen que los políticos hacen su trabajo bien intencionados y que el gobierno vela por los intereses colectivos, dijo Érika Donjuán, economista del Plan Estratégico de Juárez, que elaboró una encuesta el año pasado para conocer esa percepción ciudadana.

Ese estudio confirmó que el 78 por ciento de la población local piensa que los actos de corrupción se siguen dando dentro de la esfera gubernamental y que las leyes no se aplican en forma imparcial, lo que genera la creencia de impunidad, comentó la especialista.

Ese crédito hacia la gobernabilidad tiene un alto impacto, “pues la gente está en el entendido de que puede solucionar cualquier cosa a base de sobornos, lo que deja como consecuencia la falta de creencia hacia un eje rector”, expuso la economista.

Dijo que no se puede interpretar como una cuestión cultural, ya que está demostrado que los hábitos cambian al cruzar la frontera (hacia EU), sino que el hecho se refiere estrictamente a la falta de la correcta aplicación de la ley.

Nemesio Castillo, sociólogo de la UACJ, opinó al respecto que hay una herencia cultural entre grupos de poder en esta ciudad que impide el desarraigo de la corrupción.

Indicó que se voltea a ver al tránsito y al policía porque son los más visibles en la comisión de estos actos y se les señala en un doble discurso ya que es la misma ciudadanía quien permite y muchas veces fomenta estos arreglos.

Pero se dificulta hacer señalamientos a la corrupción de cuello blanco, donde se reparten millones de pesos en la obra pública, entre otras cosas, por todo lo que implica la revelación de estos intereses, señaló el investigador.

Para entender la intención por gobernar es necesario saber cómo se vinculan los grupos de poder, donde desde antaño los empresarios son los que dictan el rumbo de la ciudad, comentó.

“Uno pensaría que quienes deciden el futuro de la ciudad son tecnócratas, especialistas, con el razonamiento adecuado para la toma de decisiones, pero hay una red social que marca las directrices desde fuera de la mesa pública por la relación que existe entre los empresarios y los funcionarios públicos”, expuso el sociólogo.

La corrupción tiene un impacto negativo desde el manejo de los recursos públicos que no se aplican en la calidad de vida de los gobernados, a diferencia de las prácticas que a este respecto se realicen dentro de la iniciativa privada, donde no se tienen que dar cuentas a la sociedad, expresó Castillo.

“El tipo de funcionarios que tenemos son de pacotilla, no son sólidos, no son bien formados, son individuos que tienen intereses y vínculos con grupos, por lo que sus decisiones no favorecen a los de la ciudadanía… favorecen a sus grupos y no dejan atrás esa parte cultural”, expuso el especialista…

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