Existe un factótum de poder en el país y ese es la Secretaría de Hacienda (SHCP). Lo ha sido por años y especialmente a partir de que se decidió cerrar a su contrapeso natural en el balance horizontal de poder intergubernamental, la llamada Secretaría de Programación y Presupuesto.
La Secretaría de Hacienda es poderosa por distintas razones, pero lo es particularmente por el manejo del presupuesto. Dicen que quien paga, manda, y quien controla la chequera, también puede controlar conductas o privilegiar carreras políticas. Por el poder que ostenta la Secretaría de Hacienda es difícil hablar de un debilitamiento del Ejecutivo vis a vis otros poderes.
La Secretaría de Hacienda en esta administración se fortalece aún más con los procesos de recentralización en marcha en materia educativa y de salud y con el proyecto de extinción de la Secretaría de la Función Pública de la que tomó algunas atribuciones. La SHCP es, pues, un superjugador que necesita un contrapeso del mismo calibre.
Ahora que los ánimos están caldeados por una reforma fiscal onerosa y limitada, es oportuno plantear una agenda de cambios para establecer controles y vigilancia al ejercicio de las funciones de esta secretaría. Cuanto y más que uno de los que sí era efectivo, la regla de balance cero que obligaba el equilibrio en las finanzas públicas, se ha relajado.
Las siguientes son seis recomendaciones de por dónde se puede comenzar. Las elaboraron Mariana Campos y Esther Ongay, de México Evalúa, luego de estudiar el presupuesto federal y constatar lo difícil que es “seguir el dinero” con la información pública disponible al público general.
1.- La primera recomendación que plantean es respetar el proceso presupuestario y promover una programación de los ingresos públicos más realista. Esto lo concluyen luego de observar que de manera sistemática la SHCP subestima ingresos, por lo que también sistemáticamente obtiene ingresos excedentes cuya aplicación no es fácil de seguir. Por ello, proponen que los estimados de Hacienda se sometan a la opinión de un cuerpo independiente, tal como lo hace Banxico con el sector privado para sus estimados económicos y se haga pública la metodología con la que realiza estas estimaciones.
2.- Como complemento de lo anterior, la segunda recomendación se relaciona con las adecuaciones que se realizan al presupuesto aprobado durante el ejercicio del gasto. Recortes y ampliaciones son frecuentes y son grandes, en algunos casos muy grandes. Por eso, proponen regular el uso del presupuesto adicional o suplementario y que se rindan cuentas de manera más amplia sobre el mismo, pero siempre promoviendo la idea de que es mejor presupuestar de una manera realista para evitar el galimatías posterior aunque éste estuviera mejor normado.
3.- Proponen también que se establezca alguna regla: si las adecuaciones al presupuesto superan cierto umbral, deben ser aprobadas por el Legislativo. Esto motivaría a un uso más racional de este mecanismo y a una planeación y programación más realista. Resultaría costoso no hacerlo.
4.- Cualquier esfuerzo de control y vigilancia del presupuesto, requiere de transparencia, mucha más de la que hoy existe en cuanto a ingresos y a gastos públicos. Por eso, propone que la SHCP genere una base de datos con la información completa del presupuesto, de los ingresos y los gastos en cada fase del ciclo presupuestal. La información existente está fragmentada y es insuficiente. También recomiendan que la información sobre los ingresos se desagregue de manera suficiente y se especifique en un informe por separado qué programas y proyectos de inversión se financian con ingresos excedentes.
5. El papel de la Auditoría Superior de la Federación (ASF) es crucial en el control del ejercicio del gasto. Sin embargo, el principio de anualidad y posteridad hace que el trabajo del órgano se desfase y pierda su potencia. Por ello, proponen fortalecer a la ASF, modificando los principios que ahora rigen su actuación.
6. Por último, el estudio pone una alerta sobre el Fondo de Estabilización de Ingresos Petroleros (FEIP). Las autoras encontraron inconsistencias en las diferentes disposiciones fiscales sobre el uso que se le debe dar a este fondo. Lo que es un hecho es que con los años se ha convertido en un fondo para gastar en programas y proyectos del Presupuesto de Egresos de la Federación y ha abandonado su misión compensatoria original. Siendo así, entonces ¿para qué triangular?
Estos son algunos puntos que pudieran impulsarse como agenda para fortalecer los contrapesos en nuestro sistema de gobierno. Con suerte, algunos de ellos podrían incorporarse en el decreto de presupuesto que se apruebe. Legisladores y políticos con visión deberían advertir que de este tipo de mecanismos de transparencia y rendición de cuentas sobre el presupuesto depende que la chequera de Hacienda no beneficie a los suyos a costa de los demás.
Edna Jaime
Directora de México Evalúa
Fuente: Excélsior