En decenas de conversaciones con personal médico, de aquí y de allá, desde 2020 a la fecha, he preguntado, machaconamente ¿hay algo qué se hizo bien en la pandemia? ¿podemos rescatar acciones o extraer lecciones de la atención que el sistema de salud público ofreció durante la pandemia? La respuesta es: sí. Decididamente en el ámbito local.
Del mismo modo que cada país vivió su propia pandemia (el mismo virus maligno, pero con distinta respuesta gubernamental) así, hubo distintas experiencias de la pandemia dentro del territorio nacional y allí hubo cosas que, a contracorriente de la negligencia federal, se hicieron bien.
Hicieron algo más: los hospitales a cargo de los tamaulipecos practicaron los primeros ¿únicos? simulacros de atención Covid-19 en el país desde ¡febrero de 2020! Es decir: el personal médico tuvo un entrenamiento previo, masivo, basado en la experiencia de Asia, para preparar la recepción de un enfermo leve o grave del virus. De esa suerte, Tamaulipas resultó ser el cuarto estado mexicano con menor mortalidad en exceso. No minimizó el riesgo y actuó a lo grande.
Tanto Tamaulipas, como Jalisco o Chihuahua, se negaron a transferir su infraestructura y su sistema de salud a la fantasmagoría del INSABI (hoy debidamente sepultado por el propio gobierno que lo imaginó). En el estado grande del norte, se tomaron dos decisiones cruciales: promover por todos los medios el uso obligatorio del cubrebocas desde mayo de 2020 y, lejos del antagonismo promovido por la federación, establecer una coordinación con las clínicas, consultorios y hospitales del sector privado. La integración del sistema de salud posibilitó una atención tanto en el primer nivel como en las camas de entubamiento, de manera indistinta lo mismo en el sector privado como en el público.
Y en Jalisco reconocieron muy tempranamente que la federación no seguía las directrices de la OMS ni de la literatura científica que se estaba creando en medio de la crisis y no optó por una conducción unipersonal de la emergencia: instauró una mesa de salud y otra económica para escuchar a todos los sectores y convocar a toda la inteligencia disponible. Por eso abandonó el modelo centinela y se dio a la tarea de hacer pruebas, pruebas y más pruebas, habilitando cientos de centros y laboratorios capaces de hacer PCR´s. ¿Resultado? 470 mil jalicienses fueron atendidos antes de desarrollar síntomas.
En Jalisco no se aplicó ni la vacuna Sputnik ni la Abdala ¿porqué? Porque exigieron dos validaciones científicas: la de la Cofepris y la de alguna autoridad internacional. Un gesto de responsabilidad con su población.
¿Lo ven? Cada entidad vivió su pandemia. No hubo un destino ineluctable. El gobierno federal y los gobiernos estatales actuaron de modo distinto y tienen sus propias cuentas que rendir. La campaña y las elecciones son un buen momento. Volveremos sobre el tema.
Fuente: Crónica