Tu voto sólo valdrá como tu verdadera voluntad si votas por Claudia Sheinbaum o por Xóchitl Gálvez. No hay de otra. El tercer candidato no tiene oportunidad de ganar.
Las campañas presidenciales avanzan y los mensajes se vuelven premeditadamente confusos y en ocasiones ambiguos. Es normal que en tiempos de campaña las candidatas se cuiden de lo que dicen y traten de quedar bien con el electorado según a quién le hablen y según en dónde se encuentren. Afortunadamente, cada vez es más difícil compartamentalizar mensajes solo para ciertas audiencias con la esperanza de que otras, diferentes, ni se enteren, pues probablemente dicho mensaje pudiera ser contrario a lo que deseen escuchar. Y, por tanto, es más frecuente que como audiencia nos enteremos prácticamente de todo lo que dicen quienes aspiran a la presidencia de México.
En este contexto, he escuchado a quienes apoyan y defienden la candidatura de Claudia Sheinbaum como una persona que es competente, creyente de la evidencia como base para la toma de decisiones, como alguien que escucha y reconoce las necesidades de la gente y de lo que el país necesita. También he escuchado a colegas universitarios, por ejemplo, afirmar que apenas existen diferencias menores entre los proyectos de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez sobre la violencia e inseguridad en el país, dado que ambas firmaron el documento que les presentó la Iglesia y organizaciones de la sociedad civil esta semana, aunque claramente Sheinbaum no reconoce ni la militarización ni la verdadera gravedad del problema. Es decir, pareciera que intentan centrar el foco de la discusión pública en ciertas características personales de las candidatas para decidir por quién se debe votar, sin prestar atención a lo que realmente está en juego en esta elección. O bien, he escuchado a amigos argumentar que no le gusta tal o cual propuesta específica de una u otra candidata, y por tanto, no saben aún por quién habrán de votar.
Y yo les digo que lo que verdaderamente está en juego en la elección del 2 de junio es decidir el camino que seguirá el país en los próximos decenios (no solamente años). Como decía Jesús Silva Herzog en su columna de esta semana, nuestra elección de este año se trata de un plebiscito sobre la democracia liberal. ¿Y cuál es la alternativa que proponen Morena y sus aliados? Un régimen centralizado en una sola persona, sin contrapesos democráticos y apuntalado por el Ejército, con presuntos nexos con el crimen organizado. Esa es, tristemente, la disyuntiva a la que nos enfrentamos, y los caminos son claramente distintos.
Puedo entender que el concepto de democracia esté alejado de una realidad cotidiana y que, por lo tanto, muchas personas no le presten la importancia que realmente tiene en una decisión como la que se avecina. Pero quizá si se hacen preguntas como las siguientes sea más fácil discernir por quién votar este dos de junio.
¿Quisieras seguir teniendo la oportunidad de votar para ‘castigar’ un mal gobierno e incluso quitarle el poder?
¿Te gustaría pensar que en un pleito ya sea penal, civil o mercantil, quien sea el juez que decidirá sobre tu asunto tenga un alto grado de independencia en su decisión?
¿Te gustaría contar con información fidedigna, oportuna y de buena calidad para tomar todo tipo de decisiones que afectan tu vida cotidiana, como por ejemplo la calidad del aire?
¿Quisieras tener la capacidad legal de protestar ante la autoridad por cuestiones relacionadas por la corrupción de los funcionarios públicos o por sus familiares?
¿Quisieras que la libertad de expresión sea más un eslogan que una realidad cotidiana? ¿Te gustaría que se siguiera persiguiendo a comunicadores y periodistas por lo que dicen y revelan en sus investigaciones y que tú ni te enteres de lo que está pasando?
¿Estás convencido de que la estrategia de “abrazos, no balazos” en contra de la inseguridad y violencia extrema que estamos viviendo de verdad va a terminar con ella?
¿Deseas que el Ejército siga teniendo un programa de espionaje Pegasus para ‘monitorear’ a quienes ellos consideren necesario por cualquier razón, sin tener que rendir cuentas a nadie?
Estas y otras preguntas son fundamentales para nuestra vida cotidiana y sus respuestas te podrán indicar, sin ambigüedad alguna, por quién debes votar. No hay duda cómo contestan a estas preguntas las dos candidatas a la presidencia de la República, cuáles son sus propósitos reales, no imaginarios ni hipotéticos. No hay duda al respecto. Y no hablo del tercer candidato formal, pues al no tener ninguna oportunidad de ganar la contienda, tu voto sólo valdrá como tu verdadera voluntad, en el sentido que decidas decantarte, si votas por Claudia Sheinbaum o por Xóchitl Gálvez. No hay de otra. A mí me queda claro, ¿y a ti?
Fuente: El Financiero