Recuerdan lo qué pasó en el primer semestre de 2022? No salíamos de la pandemia y Rusia ya había atacado a Ucrania, provocando con ello un nuevo shock que a su vez agudizó la inflación en casi todas las economías del orbe. Fue entonces cuando los ortodoxos de la disciplina no dudaron en llamar a alarma a todos los gobiernos que pudieron para aplicar la receta aprendida, acorde a su modelo.

Joachim Nagel presidente del Bundesbank, Cristine Lagarde del Banco Central Europeo y el propio Jerome Powell de la Reserva Federal, reiteraron su adhesión a la mano dura (altas tasas de interés) para enfrentar la fiebre en la economía. Pero entre todos los alarmados, ninguno fue más célebre y sentencioso que Larry Summers, ex secretario del tesoro, quien desde Harvard dictó la receta precisa, el 7 de julio de 2022: “Necesitamos cinco años de desempleo por encima del 5 por ciento para contener la inflación; en otras palabras, necesitamos dos años de desempleo del 7.5 por ciento o cinco años de desempleo del 6 por ciento o un año de desempleo del 10 por ciento” (https://bit.ly/49MZv48).

Ya saben: si los precios se descontrolan, hay que enfriar la maquinaria, aumentar tasas de interés, reducir demanda de bienes, que la gente tenga menos dinero para gastar. La famosa y sesentera curva de Phillps, utilizada a mansalva y recomendada ampliamente en los manuales económicos todavía hoy.

Por fortuna para Estados Unidos y también para nosotros, Biden no hizo caso (Obama, en la gran crisis financiera de 2008, sí) y en cambio, puso en marcha una serie de políticas de estímulo -el Plan de Rescate Estadounidense- que significó más del triple del tamaño de las medidas adoptadas en 2008-2009 y… funcionó.

El desempleo cayó por debajo del 5 por ciento después de menos de 18 meses, la tasa de paro actual es la más baja en medio siglo y el país ha crecido más rápido que cualquier otra economía desarrollada.

Biden lo informó en su discurso al congreso el pasado 7 de marzo: la inflación está controlada, en ruta hacia el objetivo del banco central (2 por ciento) mientras que los salarios crecen a un ritmo notablemente mayor. El jueves supimos también que la productividad ha aumentado rápidamente y que el PIB real creció un sólido 3.3 por ciento.

¿Lo ven? Pasó exactamente lo contrario a lo vaticinabdo por los oficiantes ortodoxos, quienes ya declaraban una recesión en 2023. Aún y con esas no parece que Larry Summers vaya a disculparse por esta otra sentencia, muy suya “el Plan de Rescate Estadounidense de 2021 constituye la política fiscal menos responsable de los últimos 40 años”. ¿Ah si? Responde Biden: “puede decirse que esta es la mejor economía que hemos tenido desde finales de la década de 1990”.

Todo lo cual conduce a una reflexión final: la economía aún dominante, no sabe elaborar diagnósticos concretos para situaciones y problemas específicos y por eso, el tratamiento recomendado siempre es el mismo.

La inflación de 2021-22 no era una inflación creada por exceso de demanda, sino por interrupción en la oferta (muchos materiales esenciales simplemente no llegaban y lo que había que hacer era conseguirlos, crearlos, sustituirlos por otros). Como si fueran médicos medievales, esos que extraían sangre para curar cualquier enfermedad, los banqueros centrales modernos aumentan las tasas de interés a la menor provocación.

El paralelismo es exacto y fue observado por James K. Galbraith: “en la macroeconomía ortodoxa hoy, la sangre, la flema, la bilis amarilla y la bilis negra han sido reemplazadas por el dinero, el gasto del gobierno, los empleos y las expectativas” (https://bit.ly/4a90wmJ).

Mientras más rápido crucemos de la teoría económica de axiomas hacia una teoría económica práctica, de diagnósticos concretos, mejores economías podrán edificarse. Y esa es la lección irrefutable, del presidente Biden.

Fuente: Crónica