El gobierno les tiene miedo a los ciudadanos, no quiere escuchar ni quejas, ni reclamos, se cierra a su propio discurso y no acepta más que aplaudidores, para quienes piensan diferente o señalan las irregularidades, discursos simulados y mentiras gubernamentales se cierran las puertas.

Necesitamos un gobierno con puertas abiertas, que reciba a todos los ciudadanos, no solo a los afines, que escuche nuestras propuestas, que acepte la participación ciudadana y colabore activamente sumando esfuerzos de sociedad y gobierno para lograr una mejor manera de gobernar, instrumentando políticas públicas. Donde la rendición de cuentas sea una constante y no un teatro.

El gobierno debe ser transparente, hacer públicos todos los datos que utiliza para la toma de decisiones transparentando de igual modo los acuerdos, planes de acción y el resultado de los mismos. Salir a dar discursos a diario no es transparentar, sobre todo cuando los datos que se mencionan son falsos, inexactos, subjetivos, sin respaldo documental y la misma oficina de presidencia se deslinda de respaldar de manera institucional información otorgada en la mañanera. Es decir, toda la información emitida por el presidente en las mañanas, aunque hayan sido pronunciadas por el ejecutivo federal haciendo uso de un canal institucional, no son una declaración oficial.

Las puertas deben estar abiertas para recibir la participación ciudadana, para que cada uno de nosotros pueda opinar, corregir, o cuestionar. Porque la inteligencia de todos es mayor a la de unos cuantos, porque hay muchos ciudadanos que saben más de temas técnicos que los funcionarios, porque las discusiones en comunidad con verdadero espíritu asertivo logran encontrar excelentes respuestas, alejadas de las corrientes políticas donde todo es bueno o malo dependiendo de quien lo proponga.

Las puertas deben estar abiertas para poder colaborar promoviendo la cooperación entre el gobierno y el sector privado, la sociedad civil y los ciudadanos para el diseño, implementación y evaluación de políticas y servicios públicos.

Xóchitl Gálvez saltó a la fama por una puerta de palacio nacional que no le abrieron ni con un amparo, los normalistas de Ayotzinapa estamparon una camioneta la semana pasada para derribar la puerta, y las marchas ciudadanas encuentran ya de forma habitual las enormes ballas de acero que resguardan el palacio como los antiguos fosos de cocodrilos en los castillos medievales, para proteger al rey.

Transitemos de un gobierno encriptado, amurallado, protegido por puertas cerradas a un espacio de diálogo y confianza, dejemos de ser contrincantes entre nosotros, busquemos espacios seguros de diálogo. Necesitamos que se abran las puertas, participar, colaborar y vigilar las acciones del gobierno en beneficio de todos.

Fuente: Milenio