La corrupción es el problema más grande de México, me atrevo a colocarla por arriba de la inseguridad, por la simple razón de que es la corrupción la que permite y fomenta la inseguridad y todos los demás males que nos aquejan como país.
En México tenemos muchos problemas, la inseguridad, la pobreza, la salud pública, la educación y obviamente la corrupción pero esta última no es un problema en sí misma, sino que representa la barreras para una efectiva administración pública; la corrupción toca todos los temas y hace que el gobierno sea inoperante en las obligaciones que tiene frente a todos los ciudadanos: garantizarnos un país en paz, tranquilo, donde podamos transitar; un país donde no prevalezca la inseguridad y haya oportunidades de desarrollo en general, y donde todos tengan acceso a la salud y a la educación. Nada de esto es posible por la barrera que levanta la corrupción, que impide al gobierno administrar de verdad en favor de todos los ciudadanos los recursos públicos.
No podemos permitir que siga la corrupción, no nació en este sexenio, cierto es que en estos últimos ha encontrado un espacio idóneo para desarrollarse, pero también es una realidad que en los sexenios anteriores las historias de corrupción eran también de todos los días. Hoy existen muchas cosas terribles que corrupción y la petición expresa ciudadana es que ya no sigan adelante estas prácticas corruptas. Que no sigan las compras dirigidas, con acuerdos previos en la opacidad, donde se compran cosas innecesarias, o con sobreprecios estratosféricos, mercancías que nunca se entregan o son de una calidad muy diferente a lo contratado, donde se compra a empresas fantasmas o que se acaban de crear con el fin de hacer ese negocio. Que no siga por favor el sangrado al recurso público a través de la llave abierta de las compras truqueadas. Que no siga la colocación de personal sin capacidad ni preparación en los puestos clave donde se pueda ejercer control político, judicial o económico, desde donde se operan las redes de corrupción, que no siga el nepotismo ni el amiguismo ni el pago de favores de campaña con puestos, la nula capacidad de los funcionarios “colocados” hace que todo se entorpezca y se complique. Que no sigan las mordidas, esa terrible costumbre de tener que pagar gratificaciones para que avancen los trámites, basta ya de pagos extras, impulsos monetarios para que se emita la licencia, la concesión, el permiso, etc. ¡Que ya no siga la corrupción!; por favor, sea el gobierno del color que sea, lo que más les pedimos es que tengan considerado en su plan la forma real, puntual y efectiva de garantizarnos que ya no siga la corrupción.
Fuente: Milenio