Las posturas de Claudia Sheinbaum y Xóchitl Gálvez también contrastan en su visión de cómo se relaciona el gobierno con la sociedad, en cómo apoyar a los más vulnerables.

En mi columna anterior hablé de aquello por lo que votarán quienes sufraguen en favor de Claudia Sheinbaum. Comenté lo que significa construir el segundo piso de la 4T, como lo ha repetido incansablemente la candidata de Morena. Vale la pena contrastar esos objetivos y políticas con las delineadas por Xóchitl Gálvez en sus reuniones con la gente y en su discurso de cierre de precampaña del fin de semana pasado. El contraste es notorio y nuevamente dedico esta columna a quienes aún se encuentran indecisos por quién van a votar en junio próximo.

Sobre la concentración de poder en la Presidencia que pretenden Sheinbaum y la 4T, con un Poder Judicial cooptado, sin contrapesos que acoten o limiten los excesos de poder en detrimento de las personas, Xóchitl ofrece un gobierno democrático, el fortalecimiento del Poder Judicial y su independencia, el fortalecimiento de las instituciones que están para proteger nuestros derechos, para hacerlos efectivos. Desde el derecho de elegir a nuestros gobernantes (en lugar de destruir al INE), hasta el derecho de poder transitar sin miedo por las calles, a emprender un negocio sin que se lo coma, el cobro de piso por el crimen organizado, o respirar aire limpio. La garantía de que podamos gozar de esos derechos depende de la fuerza del Estado y de sus instituciones. Y por eso la visión de Xóchitl, que pretende fortalecerlas y aprovechar a la sociedad civil y la participación ciudadana, contrasta con el segundo piso de Claudia, quien desea acumular toda la autoridad y hacer lo que le plazca, a quien le plazca y como le plazca.

Vivir en la mentira, con “otros datos”, y utilizar el dinero público como si fuera personal, con dispendio y sin que nadie sepa cuánto costaron las obras y si fue el mejor precio que se podía conseguir, como lo ha hecho López Obrador y ahora Claudia pretende darle continuidad. Esto contrasta con la vocación de la precandidata Gálvez por rendir cuentas a los mexicanos, de manera transparente y fortaleciendo (no debilitando) al INAI y al Sistema Nacional Anticorrupción. Se trata de trabajar con evidencia, con datos fidedignos y confiables, en lugar de rasurar los censos de los desaparecidos, manosear o de plano, dejar de producir las cifras oficiales del medio ambiente, del desempeño escolar, de los niños y un largo etcétera como ha ocurrido en estos últimos años. Es un contraste como el agua y el aceite.

Con prudencia, pero con claridad, Xóchitl ya les envió un mensaje a las Fuerzas Armadas que, de manera concertada, regresarán gradualmente a sus tareas propiamente militares y deberán dejar actividades civiles que este gobierno les ha entregado. Aquí radica una diferencia mayúscula entre ella y Claudia Sheinbaum. Mientras el segundo piso de la 4T implica más presupuesto, funciones y poder a los militares, que se mueven con impunidad y sin que nadie pueda pedirles cuentas, Xóchitl ya mencionó que tendrá que haber un regreso. No será fácil ni rápido, pero la tendencia a la militarización debe detenerse antes que sea demasiado tarde, como lamentablemente ocurre en Egipto, en Venezuela o en Corea del Norte. En esos países los ciudadanos no cuentan, las personas y familias no son relevantes, la pérdida de derechos es casi total, y no hay quien se pueda poner frente a la cúpula militar. La consecuencia cotidiana de ese hecho es simplemente la reducción de las personas a su mínima expresión, sin libertad de pensar, transitar o decir. Simplemente, la gente cuenta para pagar impuestos, pero sin poder cuestionar en qué se gastan ni que se gasten bien. Y lo peor es que en esas condiciones la gente no puede castigar y echar a un mal gobierno. Si esa tendencia no se recompone pronto, pasarán 30, 40 o 50 años antes de que la gente pueda volver a decidir cómo desea que sea su sociedad y su gobierno.

Las posturas de Sheinbaum y Gálvez también contrastan en su visión de cómo se relaciona el gobierno con la sociedad, en cómo se debe apoyar a los más vulnerables de manera efectiva. Mientras que el segundo piso de la 4T llama a multiplicar las clientelas electorales a través del empobrecimiento, pues su participación es parte de la estrategia política, para Gálvez lo importante es promover a las personas, familias y grupos para prosperar, para desarrollarse y avanzar en sus niveles socioculturales y económicos. El contraste es claro también en la manera de seleccionar a los funcionarios públicos: 90 por ciento lealtad al presidente en la 4T, versus capacidad y experiencia con Xóchitl. Y esta diferencia se refleja directamente en el bienestar de las personas, en la vida diaria: ¿funciona la macrofarmacia para todo el país? ¿Funcionan las escuelas para mejorar el aprendizaje de nuestros niños? ¿Podemos transitar con tranquilidad en la calle? ¿Funciona el sistema de salud?

Y podría seguir con muchos otros contrastes entre ambas precandidatas a la Presidencia. Tenemos ya mucha información y evidencia. No habrá sorpresas en el tipo de gobierno, de sociedad y de país que tendremos en México de ganar la elección presidencial una, o la otra. Quienes votemos lo vamos a decidir.

Fuente: El Financiero